A propósito de la entrevista de Josefina Vidal en Granma (II)
Elías Amor Bravo, economista
Josefina Vidal, la
encargada de las negociaciones del régimen castrista con EEUU ha
realizado unas declaraciones en Granma con motivo del primer año del
deshielo, que ella matiza que son 19 meses, en las que expone sus
puntos de vista sobre el proceso, sin duda conducidos por la mano
invisible del dictador que dirige los destinos del país.
En un trabajo anterior,
se abordó la problemática económica y comercial que está detrás
de este nuevo escenario diplomático. En este post se presta atención
a otras cuestiones a las que Vidal dedica tiempo en la entrevista.
Para la funcionaria castrista, “el bloqueo, la devolución del
territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval en Guantánamo, la
política migratoria exclusiva para los cubanos, los programas
subversivos, las transmisiones de radio y TV ilegales, las
compensaciones, la protección de la propiedad industrial son temas
permanentes en la agenda de Cuba en sus intercambios oficiales con
Estados Unidos”. Ciertamente una escopeta tan cargada de munición explosiva que parece
mentira que se hayan producido negociaciones entre los dos países.
Una estrategia de tensar la cuerda puede llevar a su ruptura. Tal vez
haya que contemplar lo ocurrido desde esta perspectiva.
Pretender que el
régimen castrista consiga la devolución de
Guantánamo, y concentrar esfuerzos de negociación en esta cuestión,
es no comprender ni querer entender el significado de la historia y
lo que representa la herencia recibida en las relaciones
internacionales. Para empezar, Vidal utiliza un argumento erróneo
al afirmar que Guantánamo “es el único caso en el mundo de una
base militar ocupada a perpetuidad e ilegalmente, en contra de la
voluntad del gobierno y el pueblo del país en que se encuentra
enclavada”. Esa obsesión por Guantánamo es una estrategia de
negociación de máximos poco recomendable en estos casos, que no lleva a sitio alguno. No es extraño,
en tales condiciones, que por mucho que lo hayan expuesto en todas
las reuniones, la cuestión no se ha atendido.
Una segunda idea de
Vidal es calificar las políticas que el Gobierno de EE.UU. continúa
implementando hacia la isla, como “lesivas a la soberanía cubana”.
En definitiva, y citando sus palabras, “políticas heredadas de un
pasado de confrontación y hostilidad, que afectan a Cuba y no se
corresponden con el presente clima bilateral”. La cuestión que se
debe plantear la señora Vidal es si ese pasado de confrontación y
hostilidad realmente ha quedado atrás, porque no hay día que salga
del régimen castrista algún alegato contra el vecino del norte, y
así llevamos 57 años. No hace mucho tiempo, Fidel Castro, por
ejemplo, atacaba con inusitada dureza a la Unión Europea, que de
forma tan graciosa le ha condonado numerosas deudas. El argumentario
contra Estados Unidos es el mismo que en 1959: la agresión
imperialista. ¿Qué es lo que ha cambiado? Por parte del régimen
castrista, nada. En tales condiciones, ¿que debe cambiar EEUU para que
se produzca un avance en las relaciones?
Tal vez, el error de la
señora Vidal es creerse lo que en la realidad es difícil que se
pueda producir, es decir, eso que ella denomina “una interacción
bilateral sin precedentes con la permanencia de políticas del
pasado” en el momento actual. Esa interacción bilateral sin
precedentes, al menos desde 1959, parece más propaganda que hechos
reales. Nada se ha movido, o muy poco, en las estructuras políticas
obsoletas del régimen castrista que justifique avances en las
relaciones entre los dos países, salvo la necesidad angustiosa de
financiación exterior. La situación política y de derechos humanos
es la misma. Las expropiaciones sin compensación continúan actuando
como una pesada losa en las relaciones entre los dos países. En
tales condiciones, no parece extraño que la señora Vidal diga que
“el proceso hacia la normalización de las relaciones con EE.UU.
será largo y complejo".
Lo realmente
sorprendente es que la diplomacia castrista siga sin escuchar el
mensaje que se le traslada. Y así, ante esa negatividad a reconocer
la realidad, la señora Vidal sostiene que “no hay un camino único
para lograr la solución de estos temas”. ¿Quién ha dicho que no?
El camino está muy claro y se ha mantenido sin cambios desde hace 57
años. Hagan ustedes cambios hacia las libertades, el pluralismo y la
democracia y la solución de los temas irá avanzando al rítmo más
rápido posible. Se trata de identificar en Cuba rasgos políticos
que sean comparables a los de otros países del mundo occidental, sin
que ello suponga injerencia alguna de soberanía. A veces, cuando se
dan pasos en un terreno como éste en el que existen numerosas
dificultades, se pueden obtener resultados que acaban siendo un
lastre. Por ejemplo, la señora Vidal se congratula que “Cuba fue
excluida de la lista de países que apoyan el terrorismo” en un
plazo muy corto de tiempo, pero ¿está segura de que ello va a
seguir siendo así? Mientras no desaparezca el monopolio de un
partido único que se reserva el control del aparato político del
país y la intervención y control de su economía, puede suceder
cualquier cosa. Hora es de que el pluralismo democrático se abra
camino.
Lo que la señora Vidal
denomina “la Cuba revolucionaria” es un arcaísmo, un sistema
político más propio de la guerra fría de mediados del siglo pasado
que de la sociedad del conocimiento y la globalización. Ese régimen
es inviable, política y económicamente, desde hace años, y si se
resiste a cambiar y evolucionar, es porque la inercia del poder lo
impide, ganando tiempo. Unas negociaciones entre eso que llama “la
Cuba revolucionaria” y EE.UU. No puede ir muy lejos, por mucho que
se esfuercen. Los planteamientos son tan dispares que no puede haber
espacio común. Ni siquiera con la mejor disposición de las partes.
Además, la señora
Vidal quizás no sea la persona más indicada para dirigir las
negociaciones con EEUU. Basta con tener una idea de lo que piensa de
ese país. Textualmente dice “las relaciones con EE.UU. siempre han
sido un reto para Cuba. Desde su génesis, siempre han estado
marcadas por la contradicción entre la intención norteamericana de
dominar la Isla y la determinación de los cubanos de ser libres e
independientes. Y eso no va a cambiar”. Frases que no pertenecen al
lenguaje diplomático al uso, sino que parecen sacadas de algún
largo y tedioso discurso de Fidel Castro de mediados del siglo pasado.
Y aún más, la señora
Vidal sostiene que “no somos ingenuos, conocemos cuál es el
objetivo estratégico de EE.UU. y no bajaremos la guardia, estaremos
siempre alertas”, claro, lanzando acusaciones veladas, sin
explicitar por ejemplo, cuál es ese objetivo estratégico, fruto de
las ensoñaciones castristas de imposibles invasiones que llevaron a
agujerear con túneles y cargas con armamentos la mayor parte de las
lomas del país.
Con ese tipo de
planteamientos, me extraña que EEUU y el régimen castrista puedan
mejorar sus relaciones, “permitir comerciar y colocar en ese
mercado productos y servicios cubanos”, que es la aspiración más
angustiosa de los castristas. Un tema sobre el que la señora Vidal
considera que Cuba está preparada, y cito textualmente, “como
mismo nos preparamos para poder lidiar con una política de
confrontación y hostilidad, nos preparamos para este nuevo periodo
en las relaciones bilaterales”.
Y entonces, enumera una
serie de fortalezas que más que responden a un análisis DAFO al
uso, parecen una lista de reclamos castristas de mediados del siglo
pasado, y que son “Cuba tiene muchas fortalezas como el
sentimiento patriótico de los cubanos, el apego a nuestra
independencia y soberanía, la unidad nacional, la fuerte cultura
nacional —incluyendo la cultura política—, la solidaridad”
, sin duda fortalezas importantes, pero que no dan de comer, impiden
cerrar el déficit público y el comercial, y lastran gravemente las
posibilidades de desarrollo de la nación.
En términos estratégicos,
la señora Vidal debería colocar esas “fortalezas”, dentro de
las graves debilidades del país, y empezar a pensar, como muchos,
que “60 años de Revolución socialista bajo la conducción de
nuestro Partido” deben dar paso a un sistema político
comparable a nivel mundial. Tan solo eso.
Comentarios
Publicar un comentario