Graves problemas para la economía
Elías Amor Bravo, economista
Llegó lo que llevábamos algunos meses anunciando. La economía castrista entra en una fase de máxima
intervención muy similar a un “período especial”, cuyas
consecuencias nadie es capaz de anticipar. La dificultad del momento
y el alcance de las medidas restrictivas fueron objeto de la
intervención de Marino Murillo Jorge, máximo responsable de la
economía, en la Comisión de asuntos económicos de la Asamblea, que
analizó, en su jornada inicial, el cumplimiento del Plan de la
Economía durante el primer semestre del 2016.
Un plan que ha entrado
en crisis, como consecuencia de la paralización de los “motores”
en que se basaba el crecimiento de la economía castrista, a saber,
“la caída de los precios del petróleo y el níquel, los
incumplimientos de la producción azucarera y de los ingresos
previstos en plan”. La coincidencia de estos fenómenos críticos, internos y
externos, condiciona la financiación de la economía y el que tenga, una
vez más, que enfrentarse el país “a una tensa situación de
liquidez, algo que no es nuevo, pero ello conlleva a la toma de un
grupo de medidas”, señaló Murillo al respecto.
Para añadir, a
continuación, que “se mantendrán asegurados los servicios vitales
a la población, el equilibrio monetario interno y lo que eso implica
en la circulación mercantil minorista, así como las normativas
diseñadas para aumentar la capacidad de compra del peso cubano y el
programa inversionista vinculado al desarrollo futuro de Cuba”,
decisiones que van a acarrear un aumento del déficit público de
consecuencias irreparables sobre el equilibrio interno que necesita
la economía para mejorar su credibilidad internacional.
En tales condiciones,
Murillo dijo que sería muy difícil alcanzar el 2% de crecimiento del PIB
previsto, lo que puede indicar que la economía castrista ya se
encuentre en recesión durante el primer semestre de este año, y lo
que es peor, esta situación coyuntural se pueda ver agravada en los
próximos meses.
Murillo culpa de la
situación de falta de liquidez de la economía a “la caída de los
precios del petróleo y el níquel, los incumplimientos de la
producción azucarera y de los ingresos previstos en plan”. Es
interesante la relevancia que el régimen castrista otorga a los
precios del petróleo. De hecho, es objeto del único comentario que
suscita esta noticia en el diario Granma, del que tomamos la
información. Un usuario con el identificador PP96 dice textualmente
“no entiendo por qué la disminución del precio del petróleo
afecta la liquidez de nuestra economía. Cuba es un país importador
de petróleo, por lo que, a mi juicio, si los precios disminuyen, eso
debería ser beneficioso para la economía. Esto me resulta confuso,
no soy economista, por favor, que alguien aclare mejor esta
situación....”
El usuario tiene toda
la razón. Los países que carecen de petróleo, como por ejemplo
España, que importa el 100% del crudo que se utiliza en la economía,
se están viendo beneficiados de unos precios más bajos en los
mercados mundiales que permiten obtener un superávit comercial
porque las exportaciones superan claramente a las importaciones y la mejora de la relación real de intercambio. Por el contrario, en
la economía castrista, la bajada del precio del petróleo es
perjudicial porque el régimen ingresa de Venezuela, tras el vínculo
Castro y Chávez, unas subvenciones encubiertas ligadas a esos
precios que permiten la reventa de los derivados del petróleo en
otros países. El caso es que al régimen le interesa, como si fuera un país exportador de petróleo al uso, que los precios del crudo sean elevados para poder generar más recursos de ese proceso de intercambio con Venezuela y de
reventa. Si los precios bajan, por el contrario, como está
ocurriendo, la recaudación disminuye. De ese modo, un factor externo
pasa a convertirse en uno interno de la economía. En el caso del
níquel, la explicación parece más evidente. Los problemas en el
sector del azúcar o los incumplimientos del plan son “clásicos”
de la economía castrista que se derivan del modelo existente, que
anula la libertad económica y los derechos de propiedad.
La receta del régimen
para afrontar la tensión de liquidez pasa por “disminuirlos gastos
líquidos, al máximo de las posibilidades y explotar las numerosas
reservas existentes en los inventarios, pues la economía dispone hoy
de 1.200 millones de inventarios útiles por encima de lo previsto en
el plan”. Esto lo que quiere decir es que los apagones están
cerca, que las inversiones en infraestructura tan necesarias y
urgentes para la economía nacional se paralizan o se postergan sine die, y que los subsidios
a los precios de los alimentos aumentarán más aún la cuenta
general del estado, propiciando más déficit, sin que ello suponga
alcanzar el objetivo perseguido de mejora de la capacidad de consumo
de la población.
En tales condiciones,
las remesas de las familias en el exterior o los ingresos por turismo
pasan a ocupar un papel fundamental en la obtención de liquidez por
la economía castrista y, sin embargo, Murillo no dedicó a estas
cuestiones ni una sóla línea de su intervención. ¿Por qué será?
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