¿Qué presupuestos necesita la economía cubana para 2019?
Elías Amor Bravo, economista
La situación
coyuntural de la economía cubana es grave. Desde que en 2016 los
envíos de petróleo de Venezuela sufrieron un duro ajuste, como
consecuencia de la crisis en que se encuentra dicho país, la
economía cubana ha iniciado un proceso de estancamiento que empieza
a acercarse a lo que se podría calificar como recesión. Las
autoridades advierten que el crecimiento económico, del 2%
planificado, se sitúa en el 1%, una estimación que coincide con la
ofrecida por CEPAL, pero los motores de la economía se encuentran
apagados, y va a ser muy difícil que se reactiven a medio plazo.
El gobierno ha
reconocido abiertamente que las exportaciones mineras, el turismo o
las inversiones extranjeras no alcanzan los resultados previstos. Una
vez más, la planificación central de la economía ha vuelto a fracasar
y con ello, se generan graves consecuencias en el nivel de vida de
los cubanos.
Lo peor de todo
es el escaso margen de actuación que tienen las autoridades ante
este nuevo escenario. No es extraño que Díaz-Canel se haya lanzado
a un viaje de dudosos efectos económicos, en búsqueda de financiación, agotado
el recurso a entidades privadas como el Club de París o de Londres.
China, además, está reduciendo sus aportaciones financieras a los
países en vías de desarrollo, así que ya se verá que impacto
tiene este viaje.
Lo que más
preocupa es que las autoridades responsables de la dirección de la
economía cubana no enderecen el rumbo de la nave y permanezcan
inertes ante cambios tan profundos en la situación coyuntural. En
cualquier país, con circunstancias políticas y económicas
parecidas, los ministros del ramo estarían enfrascados en la
búsqueda de soluciones para afrontar la caída libre de la economía.
Me refiero en concreto a la política fiscal. No se tiene información
puntual de la dinámica del comportamiento de ingresos y gastos en la
economía cubana, dadas sus características. Pero ante un moderado
crecimiento del PIB como el actual, y el que se espera, no cabe la menor duda que los ingresos seguirán
una dinámica cuanto menos similar. Si los ingresos caen, pero los
gastos, sobre todo los corrientes, se mantienen, es de suponer que el
abultado déficit público inicial del presupuesto, situado en el 11% del PIB, acabe el año muy por encima de esa previsión, acarreando graves
problemas de gestión y control de la economía.
Y como ya nos
encontramos en el tramo final del ejercicio, y parece que esta
información presupuestaria de cierre no se va a conocer, sería recomendable
insistir en algunas recomendaciones para la elaboración de las
cuentas públicas de 2019, que prácticamente es hablar del conjunto
de la economía cubana dado el peso desorbitante que tiene el sector
estatal en la misma.
Hay que
reflexionar sobre las cuentas que necesita la economía cubana y no
proyectar un presupuesto ideológico, continuista y expansivo, como
el de los últimos años. No es ésta la mejor opción para la
economía cubana. Básicamente porque el desequilibrio entre
ingresos y gastos va generando un endeudamiento creciente que, aunque
se financie con el recurso a los bonos del Banco central, esa
monetización tiene unos límites, y practicada de forma continua,
genera problemas estructurales de difícil solución.
Como en Cuba la
aprobación de los presupuestos carece de debate entre alternativas,
es lógico que la orientación ideológica comunista impregne las
cuentas, convirtiéndolas en esa amenaza de la que no escapa la
economía cubana. Pero la política económica y el expansionismo
fiscal financiado con el recurso a la emisión de bonos, no resulta
adecuado para estimular el crecimiento económico (los resultados
están ahí) ni para facilitar una mejora continua del nivel de vida
de los cubanos (las gratuidades se han ido acabando, lo mismo que los
productos de la canasta básica) lo que ha supuesto un deterioro
significativo de las difíciles condiciones de vida imperantes.
La cuestión que
nos podemos plantear es si en 2019 se va a dar continuidad al
diseño presupuestario de los últimos años. Las cuentas públicas
de una nación deben estar en función del momento económico y no
imponer una determinada ideología, más aún, cuando el marco
político e institucional vigente impide un contraste de visiones
alternativas sobre lo que se debe, y puede, hacer con el manejo de
ingresos y gastos públicos. Proteger unas cuentas, cuyo diseño
apenas satisface a nadie en la isla, que no sirven para gobernar de
manera eficiente y fomentar el crecimiento económico es una actitud
poco sensata por parte de los responsables económicos, que tendrán
que empezar a mirar en otra dirección si quieren que el presupuesto
del estado ejerza una influencia positiva en la economía.
De lo contrario,
continuarán existiendo problemas con los ingresos y pagos de las
empresas que tienen su origen en las tensiones de liquidez provocadas
por un gasto público que absorbe los escasos recursos financieros de
la economía nacional. Además, las dificultades para la unificación
monetaria, que ya deja atrás 2018 sin una solución, y se adentrará
en 2019 sin que se tomen decisiones al respecto, serán cada vez
mayores porque una economía desequilibrada, interna y externamente,
no es el espacio más adecuado para aventuras monetarias.
Lo dice el
gobierno, lo dice CEPAL, lo decimos nosotros: la economía cubana
está perdiendo pulso, tal vez empujada por acontecimientos externos,
no lo vamos a cuestionar, pero sin duda, agravada por una pésima
gestión del presupuesto y una política monetaria compensatoria que
impide al Banco central desarrollar sus funciones con los niveles de
autonomía que serían deseables. No es el mejor momento para volver
a una lectura de los presupuestos en términos ideológicos
comunistas, sino para mirar al futuro y tratar de afrontar los retos
de la economía.
Si de verdad los responsables políticos del régimen
castrista quieren atraer capital extranjero, promover las
exportaciones, desarrollar el país y mejorar la calidad de vida de la población, tienen que ensayar un nuevo
diseño presupuestario, moderno, eficiente y comprometido con la
sostenibilidad. Los cubanos necesitan saber qué hace el gobierno con
el dinero que recauda, que principalmente viene de los bajos sueldos
nominales que se pagan en el país, pero también de descapitalizar
empresas que se encuentran inertes para realizar sus planes de
inversión y modernización. La responsabilidad fiscal le vendría
muy bien al régimen. Tal vez es el momento adecuado para pensar en
ello para 2019.
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