Cuba, su economía y las previsiones del FMI


Elías Amor Bravo, economista
El régimen comunista cubano debería tener muy en cuenta la previsión que acaba de publicar el Fondo Monetario Internacional (FMI) para el 2020. Primero, porque se trata de la primera estimación elaborada por un organismo especializado en prospectiva y análisis que, rara vez se equivoca. Segundo, porque no vale el argumento de que esto no va conmigo.
Cierto es que Fidel Castro construyó una dialéctica contra el FMI que ha sobrevivido a su etapa, según la cual esta institución era el principal enemigo de los países pobres, una especie de especulador capitalista mundial, cuyas políticas suponían miseria para los países en que se aplican. Hay centenares de citas de este tipo y no vale la pena buscar más. El caso es que estamos en 2020, ante una pandemia que está golpeando a todos los países, Cuba incluida, y que ya sabemos que la economía mundial descenderá un 3%, como mínimo. Y Cuba no es ajena a ello.
Aunque el organismo no proporciona estimaciones concretas para la economía cubana, es posible anticipar las consecuencias de este desplome sobre la Isla. No cabe duda que esta es la peor recesión económica desde la gran depresión de los años 30 de siglo pasado, mucho más grave, intensa y duradera que la crisis de 2008, que golpeó a la economía cubana en su punto más débil: la financiación internacional.
Pues bien, el FMI anuncia lo peor en 2020, un cambio drástico respecto a sus previsiones del último informe de Perspectivas de la economía mundial que publicó en enero, antes que se desataran los efectos del COVID19. Además, el organismo insiste en que estas previsiones suponen una considerable incertidumbre acerca de cómo será el panorama económico cuando se salga de esta crisis. Por último, la depresión no será corta, se prevé que alcance su punto máximo en el segundo trimestre, y continúe en retroceso durante la segunda mitad del año lo que representa un descenso global de la economía mundial de un 6,3% desde enero de 2020.
Y aquí viene lo importante, porque aquellos países, como Cuba, que se enfrentan a múltiples crisis, sobre todo de salud, finanzas, y de desplome de los precios de los productos básicos y de las exportaciones, no lo van a tener fácil. En el frente interno, las políticas que dan apoyo económico a los hogares y las empresas no serán suficientes, dice el FMI, para una lograr una recuperación sólida, aumentando la incertidumbre sobre el escenario económico de salida de la crisis.
Que las autoridades del régimen tomen nota de estas previsiones. Porque supone de forma directa, menos turismo, menos remesas, menos inversiones extranjeras. Los motores de cola de la economía paralizados de sopetón y la política económica sin alternativas, porque la demanda interna no podrá sacar a la economía de la crisis, por su excesiva concentración en un estado ineficiente.
Lo malo es que, una vez más, ya no llegan a tiempo, y este es un aviso para lamentar que el régimen comunista no haya apostado de forma clara por la empresa privada, el gran ausente de esta depresión que se cierne sobre Cuba. Las empresas estatales ineficientes van hacia quiebras de empresas generalizadas, pérdidas de empleo prolongadas y tensiones financieras en todo el sistema. Un período especial que puede acabar siendo mucho más grave. Ahora si.
Cierto es que el FMI presenta una luz al final del túnel, con una estimación del crecimiento del 5,8% para 2021. Pero aquí viene la segunda parte, ya que la previsión indica que la recuperación en 2021 será solo parcial y lo más probable es que el nivel de actividad económica se mantenga todavía por debajo del nivel proyectado para ese año antes de que llegara el virus, es decir, de la tendencia de la economía.
Esto significa que cuanto más tarden las autoridades cubanas en situar la evolución de la economía en los niveles de partida (que tampoco se puede afirmar que sean positivos, con un crecimiento estimado antes del COVID del 0,5% para el PIB) las pérdidas acumuladas del PIB durante 2020 y 2021 por la depresión podrían provocar un aumento desmesurado del nivel de endeudamiento de la economía, imposible de reconducir en las condiciones actuales, lo que apunta a una situación grave de suspensión de pagos.
Por último, el régimen cubano ataca al Fondo Monetario Internacional por ignorancia. Resulta que la institución ha anunciado, al mismo tiempo que estas lúgubres previsiones, que hay que creer, un aligeramiento inmediato del pago del servicio de la deuda a sus 25 países miembros más pobres y vulnerables, en África, Asia, Medio Oriente y el Caribe, para ayudarlos a abordar los devastadores efectos económicos del COVID -19. Hay que ver qué cosas. Fidel Castro no lo hubiera creído jamás, probablemente ni lo habría reconocido. La realidad es que su tiempo acabó, y estamos en un nuevo escenario mundial en el que hace falta contemplar las cosas desde una perspectiva distinta.
Las autoridades del régimen comunista cubano deberían entender lo que está ocurriendo a su alrededor, y dar el paso para solicitar la readmisión de Cuba en el Fondo Monetario Internacional, al que perteneció como país fundador en aquella cumbre de Bretton Woods posterior a la segunda guerra mundial, que presenció el nacimiento del Fondo. Ese sería un retorno a la normalidad, a la asistencia financiera técnica, a la responsabilidad, a la confianza y credibilidad, que son valores que tiene que desarrollar la economía cubana para entrar en esta nueva etapa, lejos de los discursos incendiarios de Fidel Castro.
La reorientación de las políticas del Fondo proporcionando subvenciones a los países miembros más pobres y vulnerables (la nómina es grande, Afganistán, Benín, Burkina Faso, República Centroafricana, Chad, Comoras, República Democrática del Congo, Gambia, Guinea, Guinea-Bissau, Haití, Liberia, Madagascar, Malawi, Malí, Mozambique, Nepal, Níger, Rwanda, Santo Tomé y Príncipe, Sierra Leona, Islas Salomón, Tayikistán, Togo y Yemen )  para cubrir sus obligaciones de deuda con el Fondo canalizar sus escasos financieros hacia esfuerzos médicos de emergencia vitales y de otro tipo durante una fase inicial en los próximos seis meses, es una muy buena noticia, y una demostración palpable de por dónde puede ir la recuperación tras la pandemia.
Fidel Castro jamás lo habría reconocido. Sus sucesores tienen una oportunidad histórica para hacerlo, una oportunidad de oro para reflexionar y mover ficha. La economía cubana podría formar parte de este grupo de países y salvar, en estos momentos, su crisis de endeudamiento que la va a golpear y con gran dureza.

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