Las desigualdades económicas en Cuba se agrandan

Elías Amor Bravo economista

Cuando se trata del análisis de la economía cubana, siempre se puede llegar a la misma conclusión: el modelo comunista de intervención y control máximo de los medios de producción ha provocado enormes desigualdades e injusticias en la sociedad. Pero en ausencia de índices de Gini o de otros indicadores similares, el régimen se escuda en las posiciones que ocupa en los índices de desarrollo humanos de Naciones Unidas. La realidad, sin embargo, está bien lejos, y si no vean de qué informa la prensa estatal en estos días. Dos noticias, y cada cual más distante y distinta.

De un lado, tenemos a Marrero celebrando el quinto aniversario de la fundación del Centro de Investigaciones de Plantas Proteicas y Productos Bionaturales, una entidad que, como otras similares, fue creada por Fidel Castro cuando le entró la obsesión con las propiedades  alimentarias de la moringa. Ahí está ese centro, que lleva funcionando cinco años como todo lo que se mueve en Cuba, tirando de gasto público, como si el dinero cayera del cielo.

Marrero destacó en su discurso la influencia de Castro en los programas de esta entidad, que tiene como objetivo fundamental contribuir a la mejora de la salud y la alimentación del pueblo, con algo tan “esencial” como las hojas de la moringa. Aun hay quienes recuerdan a Castro en sus últimos años, paseando entre los árboles y confirmando que, incluso en aquellos momentos finales de su vida, estaba dispuesto a no dejar títere con cabeza e imponer sus ideas irrelevantes.

Marrero dijo que “Fidel Castro avizoró que estas soluciones podrían atenuar el impacto negativo de las crisis alimentarias, y contribuir al Programa de Soberanía Alimentaria y Nutricional”, el mismo programa contra el que hace unos días Díaz Canel arremetió en la asamblea, en uno de los pocos momentos de lucidez del dirigente comunista, diciendo que de nada servía una ley si los guajiros no producían en el surco.

Marrero calificó el centro como referente del programa de plantas forrajeras proteicas y destacó que, entre sus desafíos, trata de “llevar la innovación y la capacitación a los diferentes escenarios productivos para la recuperación de la actividad ganadera, avanzar en las líneas científicas vinculadas a la biomedicina y consolidar su modelo de gestión con el funcionamiento estable de los más de 49 colectivos laborales creados”. Cuando se trata de crear estructuras dependientes del sector presupuestado que tiren del déficit, los comunistas cubanos no escatiman en gastos.

De modo que, aun cuando este centro debe “desarrollar cadenas de valor sostenibles con la obtención de nuevos resultados científicos y llevar la innovación a los espacios y sectores de la sociedad donde sea posible para lograr la soberanía y la seguridad alimentaria y nutricional de la población”, los resultados están todavía lejos de producirse. Por eso, todo lo más, se pretende que “tenga lugar la generalización de las experiencias del centro” dando por hecho que sus resultados, los que aún no han tenido lugar, se van a producir de seguro.

En definitiva, un centro y un acto a la medida de Marrero, para testimoniar la lealtad a Fidel Castro en tiempos en los que el régimen castrista se encuentra en una compleja encrucijada de caminos.

Y aquí vienen las injusticias.

Porque en la misma edición de Granma, hay otra información que viene a mostrar las enormes desigualdades que existen en la Isla. De la pulcritud del centro de investigación de la moringa y la comodidad del palacio de convenciones habanero, a la triste realidad de los pisos de tierra que existen en numerosas viviendas, sobre todo en los municipios rurales del interior del país. Si. Lo han oído bien. Este es uno de los desafíos de la política de vivienda en Cuba: el programa de erradicación de pisos de tierra en el país. Y llevan 63 años con el desafío y no lo acaban de conseguir.

Ahora resulta que la situación se ve agravada, ante todo por el embargo/bloqueo, pero también por la reducción de la producción de varios materiales de construcción (entre ellos el cemento, los áridos y el acero), lo que "ha tenido efectos notables en el programa, agravados por cambios estructurales e impactos financieros que limitan su aplicación a numerosos usuarios".

La información se refiere a la provincia de Granma, una de las más afectadas por las viviendas con suelo de tierra, con 35.834, una cifra que puede incluso ser superior. Hace cinco años, sobrepasaba las 53.000 en el territorio. Para el presente ejercicio se habían planificado unos 4.439 pisos de tierra, de los cuales se habían concretado, hasta principios del mes de diciembre, apenas 1.462. Un presupuesto que no supera el 50% de la financiación integral que inicialmente se previó.  A este paso, ni en diez años resuelven el desafío.

A ello se añade que el coste de la acción constructiva para eliminar los pisos de tierra se ha elevado en los últimos dos años, superando los 15.000 pesos; es decir, que eliminar un piso de tierra en una vivienda de unos 50 metros cuadrados (m2) podría estar en el orden de los 25.000 pesos (unos 138 dólares al cambio del mercado informal).

También el hecho de que muchas de las viviendas son ilegales, no están reconocidas en el fondo habitacional de la provincia, limita las acciones constructivas en los términos señalados.

Cuando falla la organización estatal, los afectados prueban alternativas, pero las mismas no se explotan suficientemente ni por las entidades estatales, que pueden producirlas, ni por los propios clientes, vía esfuerzo propio, con lo que todo acaba mal. Los comunistas siguen empeñados en dirigir y monitorizar el proceso, pero cada vez funciona peor y no son capaces de aprovechar de forma eficiente los recursos endógenos de los municipios, ni disponer que los programas de desarrollo local sirvan de algo. Las limitaciones en la producción de cemento de la industria nacional condicionan cualquier planteamiento y por ello, las viviendas siguen teniendo piso de tierra. Y eso que el coste es de unos 138 dólares.

¿Qué soluciones ofrecen los comunistas? Las más alejadas de la realidad y todas ellas con cargo al presupuesto estatal.

Primero, extendiendo algunas producciones a los territorios, lo que va en contra de alcanzar la escala técnica de producción con series más grandes que rebajaran los costes unitarios al mínimo.

Segundo, produciendo alternativas al cemento, como el mármol recortado o los extensores, como el cemento LC3 y otros obtenidos a base de cal y zeolita, con el objetivo de duplicar el cemento de resistencia.

Tercero, la realidad del problema exige una mayor eficiencia, control y agilidad en los objetivos productivos. Y esto desde el estado va a ser muy complicado.

De la investigación en moringa a las viviendas rurales con pisos de tierra. Dos realidades que chocan en el modelo económico comunista de la revolución, y que se presentan ante los ojos de los analistas de la sociedad como dos ejemplos de la escasa coordinación de las decisiones del régimen con cargo a los presupuestos estatales. 

Aquí habría que preguntarse ¿Qué es lo prioritario para un gobierno que se dice defensor de los pobres? Y luego ver ¿Qué es lo realmente prioritario? ¿Las habitaciones de hoteles? ¿los centro de investigación de moringa? Las desigualdades escandalizan.

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