La amenaza de la inflación a la libre importación sin carácter comercial

Elías Amor Bravo economista

La prórroga de los beneficios arancelarios para la importación sin carácter comercial, sin límite de valor ni de cantidades, de alimentos, productos de aseo y medicamentos acordada por el ministerio de Finanzas y Precios hasta el 30 de junio de 2023, confirma la escasa voluntad del régimen comunista por adoptar medidas que realmente liberalicen y flexibilicen las importaciones, en condiciones similares a las de cualquier otro país, en tanto que se mantiene el statu quo de la Resolución 309 de 15 de julio, difícil de encontrar en otras economías.

En esencia, esta Resolución autoriza a las personas físicas la importación, y además, la exención de pago del impuesto aduanero con motivo de la importación sin carácter comercial de alimentos, aseo y medicamentos por la vía de pasajeros y como equipaje acompañado. Esto significa que durante seis meses más los cubanos que salen al exterior para dedicarse a estas actividades, con una licencia de trabajo por cuenta propia, lo podrán seguir haciendo. Esta decisión entraña varias consideraciones.

Primera, que la demanda de dólares seguirá siendo superior a la oferta y el peso seguirá devaluándose, lo que hará más complicada la venta de los productos que llegan del exterior, por mucho carácter no comercial que el régimen comunista les atribuya. Si el dólar se fortalece, los precios en pesos de los productos tendrán que subir, y la tensión sobre la inflación interna, a pesar de que no se recoge en el IPC de la ONEI, seguirá haciendo estragos. Para mucha gente, la única forma de satisfacer sus necesidades es recurrir a los productos que llegan al país por medio de estas importaciones no comerciales.

Segunda, que como reconocen las autoridades, la prórroga es debida a que “persisten las limitaciones en las ofertas de alimentos y otros productos en el mercado nacional”. Esto lo atribuyen, como siempre al bloqueo/embargo, pero la realidad es mucho más evidente y confirma que la baja producción se debe a que el modelo económico marxista que rige el país ha colapsado, por obsoleto e ineficiente.  Tampoco se puede utilizar como justificante la “crisis económica mundial y multidimensional” porque otros países ya han remontado los niveles de PIB anteriores a 2020 y para frenar los aumentos de precios y costes derivados de la guerra de Ucrania, se han adoptado políticas monetarias restrictivas que, en el caso de Cuba, ni están ni se esperan. Por el contrario, el régimen sigue gastando y despilfarrando sin límites, en ocasiones para actividades de escaso o nulo beneficio (Fihav o viajes al extranjero).

Tercera, la continuidad de estas prácticas implica que más cubanos intentarán salir al exterior para obtener beneficios de esta actividad, que prácticamente ha sido regulada de la misma forma que en el pasado, lo que favorece la experiencia acumulada por aquellos que decidieron dedicarse a estas actividades desde el primer momento. El espectáculo de aviones repletos de mercancía que luego al llegar al aeropuerto de Rancho Boyeros transitan por la línea verde seguirá siendo objetivo para las fotografías de los turistas extranjeros que viajan en los mismos aviones y que descubren sorprendidos esta actividad, inexistente en sus países.

Cuarta, cuanto mayor sea el número de cubanos se dediquen a estas actividades de importación, mayores serán sus testimonios a la vuelta, sobre cómo en otros países, incluso de menor desarrollo que Cuba, los mercados son florecientes, están bien abastecidos, hay de todo, y no existen ni "coleros ni especuladores", ni esas figuras que ahora la llamada “revolución” ha identificado como los objetivos a destruir. Por el contrario, en esos países, a diferencia de Cuba, hay comerciantes atentos, responsables, que suministran los productos con buena calidad y precios y que, por ende, se lucran en sus negocios, de las compras realizadas por los cubanos. Un drama. Un auténtico drama.

El caso es que, tras varios viajes, los cubanos se preguntan por qué en Cuba no se pueden dar esas mismas condiciones. Y se dan cuenta de dónde está el origen del mal que les acecha durante 63 años.

Y así, trampeando y haciendo lo que les da la gana, los dirigentes comunistas niegan la realidad de los hechos y sin reconocer que han fracasado, vuelven a abrir el grifo a la importación otros seis meses, hasta junio, para rebajar la tensión interna. Saben que, en ausencia de estas medidas, la situación interna podría ser mucho peor y llevar a un estallido social. Pero en vez de autorizar los mercados mayoristas y minoristas libres para la importación y venta interna, rizan el rizo y apuestan por esa fórmula combinada de importaciones y de tiendas en MLC, por otro sitio.

Fórmulas que benefician a los cubanos con acceso a divisas, el 20% de la circulación mercantil según datos del ministro Gil. El 80% restante, en el área del peso, a sufrir. Y lo peor es que no hay perspectiva alguna de que este modelo vaya a cambiar. El régimen acepta la exención del pago de aranceles por las importaciones de productos alimenticios y de aseo personal y del hogar por las entidades estatales y asociaciones económicas internacionales, así como de insumos y materias primas con destino a las formas de gestión no estatales para el ejercicio de sus actividades. Pero se niega a aceptar un sistema comercial competitivo y orientado por las leyes del mercado, porque no quiere perder el control económico de la nación.

Algunos analistas consideran que lo más probable es que estas medidas sean suprimidas en cuanto la economía cubana mejore. Otros procesos de apertura, en el pasado, fueron eliminados de raíz en cuanto se dieron condiciones positivas en la evolución económica. El problema es que la crisis actual se alarga en el tiempo y es cada vez más compleja. Y presionados por un déficit público que avanza inexorablemente, en algún momento, las exoneraciones y los beneficios arancelarios, deberán desaparecer para volver a llenar las arcas de los ingresos públicos. 

Puede que estas medidas recaudatorias lleguen antes del próximo mes de junio, e incluso, que acaben antes. El documento jurídico que las autoriza, una resolución administrativa, es papel mojado, y ya se sabe, a los comunistas cubanos no les gusta perder. Se tiene la impresión de que las autoridades están esperando que el negocio alcance unas cifras objetivo suficientes para entonces entrar a recaudar. Después, vendrá lo mismo de siempre. Menos viajeros saldrán al exterior, porque no les compensarán los costes. Otros tendrán que vender a precios más alto. Una cosa y la otra dispararán la inflación con más intensidad.

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