La batalla contra las "ilegalidades" en la ganadería. Otra más

Elías Amor Bravo economista 

En la batalla contra las ilegalidades, delitos y corrupción que florecen en todos los sectores de la economía, el régimen comunista cubano ha puesto ahora los ojos en la ganadería, después del fracaso en el comercio.

Conviene recordar que, desde el triunfo de la llamada revolución, las explotaciones ganaderas privadas fueron confiscadas y nacionalizadas pasando a manos del estado, anulándose la propiedad privada en este sector. Matar una res sin autorización comunista, implicaba penas de cárcel e incluso de muerte.

Consecuencia de la centralización de la actividad, la cabaña de ganado de res se redujo casi a la mitad de la cifra de 6 millones que había en 1959, y los cubanos dejaron de comer bistec y beber leche con libertad. Es una secuencia más de los muchos desastres ocurridos en la economía nacional por la imposición del modelo económico comunista, ajeno a la realidad de la nación y de poca o nula relación con las aspiraciones de la gente.

Ahora, un artículo en Granma presta atención a los delitos de hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor en el municipio cienfueguero de Rodas, significado por su participación en el sector ganadero. Se destaca que, en el territorio, han tenido lugar recientemente más de 50 hechos calificados de delitos. 

De modo que, en vez de investigar las motivaciones reales que existen detrás de estos presuntos delitos, y con ello descubrir que el modelo económico y sus limitaciones y regulaciones están agotados, las autoridades comunistas locales concentran su atención en el aumento de los instrumentos para enfrentarse de forma resolutiva a la actividad delictiva y, además, “prestar atención priorizada a todo lo relacionado con la protección de la masa vacuna, en cada aspecto”. Y lo peor es que, cuando hacen esto, descubren que no consiguen resultados buscados.

Es decir, se reconoce por las autoridades abiertamente que la labor de enfrentamiento, aunque resulta urgente y necesaria, sin embargo, hasta la fecha no ha logrado el saldo favorable que se habría deseado. La autoridad intendente del gobierno municipal reconoció en la prensa estatal que “se han desarrollado numerosas acciones para revertir tal panorama, mas no han rendido el fruto esperado”.

Lógico. ¿A quién pretenden engañar los comunistas? Pretenden resolver el problema sin ir a sus causas reales que lo originan. Los delitos, la corrupción y, las ilegalidades en el sector ganadero cubano no tienen que ver con una "banda de ladrones y truhanes" que adoptan prácticas de este tipo para asaltar a los ganaderos. Nada de eso. 

Muchos de esos tipificados “delitos” vienen originados por las leyes absurdas y restrictivas que condicionan el ejercicio de la actividad ganadera y la necesidad que tienen muchos productores decentes por obtener alguna recompensa con sus explotaciones. En concreto, los costes se han disparado mucho más que los precios, reduciendo a mínimos las rentabilidades. ¿Es que eso no importa? 

Pero a estas consideraciones, que nadie espere que los comunistas presten la debida atención. Para ellos, lo que se tiene que hacer es luchar por no ceder en el combate, creciendo y articulando una estrategia de represión, persecución y castigo, que defienden con absoluta vehemencia, como si la vida les fuera en ellos. Tanto que incluso cuentan con el apoyo político para integrar todos los distintos elementos de contra respuesta al delito.

Los comunistas son eficaces en este tipo de actuaciones. No saben producir a escala, pero son expertos en represión, sobre todo económica. Gracias a ello han conservado el poder y mantienen al pueblo cubano sometido a una presión asfixiante cada vez más difícil de soportar. Insisten que la integración de elementos en la lucha “no debe producirse solo en las reuniones de partido”, sino que se tiene que concretar en el terreno, y empezar por los tenedores de ganado, identificados de esta guisa como “los principales responsables” hacia los que se dirigen las acciones represivas, en particular en los sitios de mayor vulnerabilidad.

Que nadie se engañe. Esto no lleva a ningún sitio porque es la típica batalla que los comunistas cubanos necesitan, de vez en cuando, para alborotar a sus pocos militantes, y de ahí que las unidades que van creando en el enfrentamiento a los delitos en diferentes ámbitos económicos, como en el comercio, por ejemplo, acaben desapareciendo al poco tiempo, cuando las autoridades reconocen que con ellas no se resuelve nada, sino que se acaba haciendo el ridículo. Es de esperar que otro tanto ocurra con las unidades encargadas de luchar contra el delito ganadero, que ni sirven para mejorar la producción del sector, ni para desarrollar la economía local, de la provincia o del país.

Y para ello, los dirigentes plantean revitalizar y reorganizar las patrullas campesinas y armonizar las fuerzas en función de cerrar el paso a quienes, desde dentro o fuera del territorio, atentan contra el ganado mayor. Organizar a toda prisa un ejército combatiente formado por personas ociosas, que viven de las migajas que les deja caer la organización comunista, ajenos a cualquier ejercicio de libertad o respeto a la dignidad de las personas. Simplemente obedecen por compromiso, y basta. Esa es la herencia de la llamada revolución.

No debe existir duda alguna al respecto. Lo que el régimen califica como “delincuencia constituida alrededor de la ganadería” se podría resolver con un nuevo diseño de la actividad ganadera que permitiera flexibilizar las condiciones de producción sin las trabas actuales. Y, sobre todo, trasladando los derechos de propiedad de las reses del estado a los productores privados. Ellos son los que mejor pueden decidir qué hacer con sus cabañas ganaderas. Se puede estar seguro de que, tras decisiones como la citada, nadie se sentirá impune y mucho menos cometer más fechorías de este tipo, una vez se consolide el cambio en el régimen jurídico de la propiedad. Lo que es de todos, acaba siendo de nadie.

Pero, al parecer, esta no es la idea que pasa por la cabeza de los comunistas. La ley ganadera a la que aludió de forma crítica Díaz Canel en la asamblea no contempla ese nuevo diseño organizativo y jurídico del sector que sería más adecuado para potenciar su productividad y rentabilidad. Alternativamente, aunque no se coma carne ni se beba leche, los comunistas están en otra cosa, diseñando estrategias absurdas para combatir lo que denominan “complejidad revestida por el enfrentamiento que se debe acometer en forma de nocturnidad, por zonas rurales y preferentemente boscosas” allí “una red de ejecutantes del delito y vendedores ilegales, que actúa en la sombra” debe ser derrotada. Y lo peor de todo es que creen que esta es la solución. Volverán a hacer el ridículo, como en el comercio.

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