Díaz-Canel, el neocastrismo y el sector azucarero, ¿a dónde van?
Elías Amor Bravo, economista
A Díaz-Canel también le han informado, en esa ronda de toma de
contacto con los principales problemas del país, del programa azucarero, que
como dice el diario Granma, es “un sector estratégico para la transformación
productiva del país que, además, constituye una fuente segura de alimento,
genera divisas como renglón exportable, suministra materias primas a otras
industrias y proporciona empleo para la población rural y otros sectores”. Pero
la realidad es que nada de eso. Todo lo contrario.
Según las estadísticas oficiales de ONEI, la superficie cosechada de azúcar ha bajado de forma espectacular en Cuba de 1,3 millones de hectáreas en la zafra 1985-86 a las poco más de 400 mil de la última para la que se dispone de datos oficiales, 2015-16. En el mismo período, la producción disminuyó casi un 80%. Los 50 mil trabajadores del sector apenas suponen el 1% del empleo total. Visto desde esta perspectiva, el azúcar es un sector marginal de la economía cubana.
Por desgracia, el azúcar es el gran fracaso, yo diría que el más
importante, de toda la larga lista de desgracias asociadas a la peculiar
gestión política de Fidel Castro, que a comienzos de este siglo, cuando se aseguró el envío periódico de petróleo venezolano, decidió cerrar buena parte de los
ingenios azucareros y con ello, Cuba dejó de ser un productor mundial. La historia desde entonces es bien conocida: el espacio que dejó Cuba fue ocupado por otros países e incluso aquellos que habían dejado de producir azúcar volvieron a poner sus fábricas en funcionamiento. Los precios, igualmente, subieron en los mercados de commodities. Fidel Castro fracasó, y lo peor es que nunca más se ha vuelto a recuperar el sector. Pero lo
cierto es que el drama había comenzado muchos años antes, en concreto, en 1969,
cuando se comprobó la inviabilidad de aquella idea loca de Fidel Castro de una "zafra de 10
millones" que sacrificó todos los recursos del país a algo que nunca se alcanzó con la frustración posterior.
Por el contrario, antes de 1959 el azúcar permitía a Cuba
obtener importantes ingresos por exportaciones, financiación para el
desarrollo, salarios altos y trabajo para miles de personas y además, durante
varios años, Cuba se situó como primera potencia mundial del sector, por encima
de otros países de superficies mayores. La clave estaba en la productividad, lo
que realmente se ha perdido en la mayoría de sectores de la economía cubana. Una posición la de Cuba que no era fácil de mantener, por el elevado número de competidores que aspiraban a ese mismo objetivo.
El
presidente del Grupo Empresarial Azucarero (AZCUBA), explicó a Díaz-Canel que, “si bien la
estrategia actual de desarrollo diseñada en el sector ha facilitado un mejor
direccionamiento del trabajo y un crecimiento de las producciones, los
resultados alcanzados están lejos de la proyección y las necesidades”.
Un reconocimiento de fracaso en la implementación de políticas
que merece algunas consideraciones. A mí ciertamente me sorprende que una
nación, que tenía una especialización histórica en este sector, tenga que
afrontar problemas como “la falta de integración con los programas de otros
sectores que aseguran la zafra; que no se promueve el encadenamiento productivo
y de servicios con el resto de la industria nacional y que son limitados el
papel y la participación de los centros de investigación y las universidades”.
Con este
diagnóstico, se tiene la impresión que Cuba es un país que no ha tenido
experiencia en la producción de azúcar, a pesar de que no es así. Las
autoridades pretenden hacernos creer lo que no es verdad. Antes de 1959 el
programa azucarero no sólo era sostenible, era eficiente, competitivo, de alta
productividad y se había convertido en una prioridad para la nación, el azúcar
ayudaba a hacer país. Cuba sabía hacer las cosas, y además, muy bien.
Por eso,
los que hemos estudiado el azúcar cubano antes de 1959 no podemos comprender
las dificultades de los gestores comunistas de AZCUBA para garantizar caña para
150 días de zafra. Si uno se detiene a reflexionar este problema que fue
planteado a Díaz-Canel, es evidente que el grado de postración del sector es
mayor del que nos temíamos, o del que ofrecen las estadísticas oficiales de la
ONE. La agricultura cañera cubana, otrora imagen de los campos de Cuba que
vieron varias generaciones de nuestros antepasados, ya no existe. Los
responsables del sector andan preocupados por la calidad de la semilla y las
principales variedades a estas alturas de la historia.
Y si la
agricultura no funciona, los ingenios, todavía peor. Muchos de ellos, sin
tecnología moderna, averiados, o detenidos por falta de piezas y recambios, o
por la falta de trabajos de mantenimiento y preparación, con tantos años de
experiencia y de tradición.
También hicieron referencia al ferrocarril, al que quieren “reanimar”,
conviene recordar que el primero que construyó España fue precisamente en Cuba,
antes que en la península, y precisamente para transportar caña. La historia no
perdona ni absuelve. El abandono de este medio de transporte es inexplicable.
Inasequibles
al desaliento, también le expusieron a Díaz-Canel la necesidad de construir “caminos
con tecnología de mayor calidad y durabilidad como parte del programa de
desarrollo de viales” o “el programa de desarrollo de las bioeléctricas como
una fuente renovable de energía”. Conviene recordar en este punto que Cuba
antes de 1959 se encontraba trabajando estas cuestiones y las tecnologías
implementadas en algunas experiencias aseguraban el uso de bagazo como fuente
de energía y el etanol. Y ahora, 60 años después, vuelven como si nada hubiera
existido. Mayor abandono no se puede dar.
La conclusión es para las autoridades de AZCUBA, expuesta ante Díaz-Canel
es que “la zafra debe examinarse de manera integral, con análisis profundos y
en todos los sectores conjuntamente”. Casi nada. Me preocupa ese examen
integral. Lo más probable es que concluyan que Cuba no debe especializarse en
producir azúcar sino en importarla de España o Francia. Qué más da. En el
neocastrismo, la realidad supera la ficción, y en este caso, no me sorprende
nada. Tal vez lo que se tendría que hacer es disolver AZCUBA y su organización de "examinadores", privatizar cuanto antes las principales ramas de la agricultura y los ingenios azucareros, recuperar el mercado como instrumento de asignación de recursos y devolver al azúcar cubano la etapa de prosperidad anterior a 1959. Eso sí que estaría bien.
Buenos dias Elias, quisiera que considerara lo siguiente: con la imposicion de las cuentas bancarias fiscales para ciertas actividades por cuenta propias se esta creando un nuevo fenomeno:los ingresos de rentador de habitaciones se obtienen en CUC pero debemos depositarlo en la cuenta en CUP a razon de 1x24, si luego deseo comprarme un TV en una tienda TRD, por ejemplo, alli la tasa es de 1x25 por lo que tengo que sumar un CUP a cada CUC que gaste, no es justo, ?deberia llamarse robo? recurro a usted ya que los medios del estado no responden esta pregunta...
ResponderEliminarTodo el fracaso de la economía cubana se puede resumir en una sola frase "filosofía marxista"
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