En torno al valor del CUP y la unificación monetaria en Cuba (I)
Elías Amor Bravo, economista
Un asunto del que se ha dejado de
hablar en Cuba es la unificación monetaria, a pesar de su importancia. El tema
saltó a la palestra hace más de cinco años y, desde entonces, los dirigentes
comunistas han estado trabajando en ver como desaparece la moneda fuerte el CUC
y el viejo y desvencijado CUP se convierte en la única en circulación. El
pretexto de la reforma constitucional ha aparcado la necesaria y urgente
decisión, pero nada se dice al respecto. Así que viene bien prestar atención
desde este blog al tema de la unificación monetaria y tratar de aportar algo de
claridad a un asunto tan oscuro y poco transparente.
Para empezar, conviene dar
respuesta a una pregunta clara y sencilla: ¿de qué depende el valor de una
moneda nacional? Esto es importante porque una vez que desaparezca el CUC que tiene una
referencia cambiaria con las divisas, si bien artificial, y se disponga la
exclusividad del CUP, nadie en su sano juicio puede pensar que su valor venga
determinado por el de la moneda que desaparece. Mucho ha llovido desde que se introdujo la moneda en el período especial, y desde entonces, el CUC se continúa cambiando prácticamente a la paridad con el dólar (salvo
los impuestos establecidos por el régimen en las operaciones de cambio) y
después el CUC se cambia por 24 CUP. El “salto” da vértigo.
Hasta 1972, cuando Estados Unidos
abandonó el patrón oro, este metal era la referencia de valor de las distintas
monedas. A partir de aquel momento las divisas vieron cómo su valor quedaba
determinado por la oferta y demanda en los mercados de divisas (unos mercados
particulares, con actores y comportamientos singulares) o, en su caso, por las
directrices de los Bancos Centrales Nacionales que las representaban, que
asumieron con autonomía e independencia de los gobiernos, un papel clave en el
diseño y ejecución de las políticas monetarias, como el control de la cantidad
de dinero en circulación, de los tipos de interés o las regulaciones sobre la
capacidad de préstamos del sector financiero.
La pregunta es, ¿qué política
monetaria realiza el Banco central de Cuba? ¿Cuál es su grado de dependencia
del gobierno? ¿Ha desarrollado algún tipo de política adecuado a las
circunstancias coyunturales de la economía o actúa como mera correa de
trasmisión del poder político? Ciertamente, las respuestas a estas preguntas
darían un resultado ciertamente negativo para determinar el valor del CUP con
relación al resto de las divisas del mundo.
En segundo lugar, los flujos
internacionales de monedas influyen igualmente en el valor de la moneda. Si las
exportaciones de Cuba, por ejemplo, hubieran crecido de forma importante en los
últimos años, gracias a una mayor competitividad, el país habría recibido un
incremento de la oferta de dólares, euros, etc en el país. Lo que, en ausencia
de cambios en otras variables de la economía, habría supuesto un aumento de la
cotización del CUP frente al dólar de EEUU, o el euro, por ejemplo. Sin
embargo, las exportaciones de Cuba no han crecido, se han mantenido estancadas
y altamente dependientes de los envíos menguantes de petróleo venezolano, por
lo que más que incremento en la oferta de dólares estamos ante un escenario
opuesto, con los efectos negativos que ello tiene sobre el valor del CUP.
En tercer lugar, los movimientos
internacionales de capitales también ejercen una influencia sobre el valor de
una moneda nacional. Supongamos que los inversores internacionales decidieran
invertir en Cuba, como consecuencia de unas condiciones favorables ofrecidas por
el país. En tal caso cabría esperar que se produjera un nuevo incremento en la
oferta de dólares o euros a cambio de CUP lo que estaría provocando, en tal
caso, un aumento en el valor latente del CUP.
Sin embargo, nadie puede pensar que los flujos
de capital hacia Cuba hayan aumentado en los últimos años, porque el balance de
las inversiones extranjeras, pese al empeño de las autoridades, ha sido un
fracaso. Cabe concluir que los flujos internacionales de capitales han tenido
un impacto negativo en la cotización latente del CUP, en gran medida, como resultado de
la sensibilidad de los inversores internacionales frente a los cambios de coyuntura
de los distintos países.
A diferencia de lo ocurrido en
otros, Cuba lleva más de un lustro con cifras de crecimiento del PIB muy bajas,
lo que reduce su atractivo para el inversor extranjero. Ello, unido a las
trabas burocráticas del régimen, ha llevado al país a quedar marginado de los
flujos de capital procedentes de los países desarrollados, con graves pérdidas
de valor para la moneda nacional.
La economía cubana se encuentra
muy abierta al exterior. El argumento del embargo o bloqueo se resiente cuando
a la economía cubana llegan de forma visible y contundente los efectos de la
salud de la economía global e incluso, los cambios de la política monetaria en
países como Estados Unidos, o en la Unión Europea, e incluso en China.
Ello se ha visto recientemente.
Cuando en EEUU el FED puso en marcha una política de reducción de la cantidad
de dinero en circulación, los tipos de interés en EEUU aumentan, y como
consecuencia de ello, los activos de este país ven aumentar su rentabilidad en
comparación con la de otros países. Este fenómeno acaba provocando una
reducción de las remesas de las familias, lo que resiente la entrada de
capitales en la isla con sus efectos negativos sobre el valor del CUP.
En cuarto lugar, la inflación
tiene un impacto directo sobre el valor de una moneda. Cuando un país mantiene
tensiones al alza en la inflación durante un largo período de tiempo, como ha
sido el caso de la economía cubana donde el régimen ha tenido que actuar
topando precios para frenar alzas en los principales mercados de consumo, el
aumento en el precio de los bienes provoca una erosión del valor de su moneda.
Por lo tanto, al cabo de un tiempo, en estos países inflacionistas la moneda
con respecto de la de otros países pierde valor y obliga a las autoridades a
practicar una devaluación.
Un arma de doble filo la
devaluación. Porque si bien es un instrumento para corregir los problemas de
balanza exterior, tras una devaluación el país experimenta una aceleración del
proceso inflacionista por cuanto aumenta el precio, en moneda local, de los
bienes y servicios que se exportan o importan. En definitiva, soportar durante
largos períodos de tiempo una elevada inflación (e incluso sostenida, como
ocurre en Cuba) provoca una devaluación de la moneda lo que a su vez acelera la
inflación. El círculo vicioso es cada vez más complejo.
Por último, y no por ello menos
importante, cuando el Banco central del país monetiza la deuda pública o emite
grandes sumas de dinero durante un período de tiempo, como ha venido ocurriendo
en Cuba como consecuencia del descontrol de la política fiscal, se accede a una
espiral destructiva en la que las expectativas negativas y la falta de
confianza internacional provocan un círculo vicioso de inflación en aumento y
una tasa de devaluación cada vez más rápida. Algunos autores consideran que
esta práctica contraria a la ortodoxia monetaria y fiscal, hace que la moneda
nacional pierda todo su valor y vuelta a empezar.
Los cuatro factores expuestos
indican que no es fácil pensar en un CUP fuerte y con capacidad para flotar
libremente en los mercados mundiales frente a las principales divisas. Hay una
razón para ello. La confianza de los agentes económicos en la moneda de su país
y las expectativas de un deterioro acelerado de la situación económica son
determinantes de lo que significa el valor de la moneda nacional. No veo a los dirigentes de las empresas del ejército o la seguridad del estado que se relacionan con empresarios extranjeros especialmente interesados en utilizar el CUP. Ellos son los primeros que desconfían en la moneda nacional.
Una desconfianza,
que en algunos casos podría llevar a procesos denominados “dolarización” que se han
vivido en Cuba antes, y puede volver en cualquier momento. El proceso arranca
cuando empresas e individuos pretenden liquidar lo más rápido posible sus
tenencias en moneda local para protegerse de la pérdida de valor de las mismas.
Mover el CUC, que concentra sobre todo activos en forma de depósitos bancarios pero que cumple la misión de reserva de valor que tienen las monedas, de forma inadecuada con relación al CUP puede acabar generando
este tipo de procesos, con sus secuelas altamente negativas para la economía.
Esto nos lleva a definir el
problema principal para determinar el valor del CUP y su cotización, que no es
otro que la nula confianza en la economía cubana, rota desde hace décadas por
la acumulación de desequilibrios internos e internos y el sistema de
instituciones jurídicas. Recuperar la confianza va a exigir mucho más que “Lineamientos”
más o menos voluntaristas o cambios en la constitución. Los cambios en el marco
institucional y político del país,
unidos a esfuerzos económicos de gran magnitud, serán la clave para que Cuba
vuelva a tener una moneda de confianza.
Es bueno saber, teóricamente hablando, la debacle económica que tendremos que enfrentar cómo nación, desastre al que nos ha llevado el estado totalitario con sus políticas de supervivencia más ideológicas que de sostenibilidad y bienestar económico. Entiendo que no habla de números por la dificultad de no poder hacerlo realistamente pero opino que esos simples números serían de oro para ilustrar al cubano económico de a pié, como yo, del desastre en que estamos no sólo político y social, que está más polarizado y es mucho mejor palpable sino el desastre económico que padecemos y el que tendremos que enfrentar a futuro, gracias por su clara explicación. Saludos cordiales.
ResponderEliminarMuy buen artìculo, espero por la segunda parte. Hace años le comentè a un amigo que cuando llegara "el dìa cero para el CUC" que no esperara una tasa de cambio de 24, que en mi modesta opiniòn la tasa serìa, siendo conservador, 1 USD>=60 CUP. Saludos
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