De inauguraciones y regímenes autoritarios:el caso del turismo en Cuba
Elías Amor Bravo, economista
Cada dictador inaugura lo que puede, o lo que le dejan. Existe una
estrecha relación entre poder autoritario e inauguración política.
En el caso de Franco, era habitual verlo en el NODO, inaugurando
pantanos y embalses para la producción de energía hidroeléctrica y
almacenar agua con destino a las zonas de más baja pluviometría del
sureste español. Ahí están los pantanos que han quedado para la
posteridad y tienen un uso mucho más amplio del que inicialmente
estaba previsto. Generalmente, nadie los cuestiona, salvo alguna
organización ecologista radical. En el caso de Díaz-Canel, otro
dirigente autoritario, le encanta asistir a la inauguración de
hoteles.
En
esta ocasión, ha sido el denominado “Hotel Meliá Internacional
Varadero” porque si bien el edificio pertenece al régimen de
Díaz-Canel, la gestión del establecimiento corre a cargo de la
empresa mallorquina Sol Meliá. La misma que mantiene un contencioso
abierto con legítimos propietarios bajo el amparo del Título V de
la Ley Helms Burton. Así que, ante un nutrido grupo de
representantes de su gobierno, como el encargado del turismo,
Marrero, e incluso del presidente de Sol Meliá, Díaz-Canel dijo que
el nuevo hotel quiere “convertirse en un hotel de excelencia en el
principal polo turístico del país”.
La
apuesta del gobierno cubano por el turismo es de lo poco que va
quedando para afrontar la situación de grave crisis actual, pero las
perspectivas no son buenas. La Oficina Nacional de Estadística de
Cuba, ONEI publicó en su página web un informe del sector turístico
entre enero y junio,
http://www.one.cu/publicaciones/06turismoycomercio/indturismointernac/publicacionjun19.pdf
y casi de forma simultánea, otra Nota informativa relativa al
período enero a julio para mostrar la cifra de llegadas de
visitantes internacionales
http://www.one.cu/publicaciones/06turismoycomercio/llegadadevisitantes/Servicios%20informativos%20No.07%20turismo%20%20Julio%202019.pdf.
Es
interesante observar que en el primer período (de enero a junio), se
produjo un aumento del 2,4% en el número de viajeros con
respecto al mismo del año anterior. Este es el dato que se ha venido
difundiendo en los medios y por las redes sociales. En cambio, el otro
dato más reciente en el tiempo que realiza la medición estadística
de los viajeros hasta el mes de julio, lo que realmente se produjo es
un descenso del 1,1% en la cifra de viajeros.
La
razón queda explicada en la segunda Nota a la que se hace
referencia. En julio, el número de viajeros entrados en la isla fue
de solo 295.042, con un desplome en dicho mes del 23,6%,
el equivalente a 90.992 turistas menos. Casi 100.000 dejaron
de venir a Cuba en julio con respecto al mismo mes del año anterior.
Muy mal mes, muy malas perspectivas. Como consecuencia de ello, el desplome en las cifras
acumuladas en el período de enero a julio, cada vez más lejos de
los objetivos del régimen.
El
grupo empresarial Sol Meliá apostó por el turismo en Cuba desde los
ya lejanos tiempos del período especial, aceptando la fórmula de
gestión ofrecida por el régimen castrista, única en toda la zona
del Caribe. Una fórmula que, sin duda beneficia a dos partes, como
se ha tenido ocasión de comprobar ya que se ha mantenido a pesar de
las dificultades que han surgido, que no son pocas. Además, el
esfuerzo de gestión y organización de las instalaciones en Cuba no
ha dado los resultados esperados a la hotelera española. Basta ver
sus informes anuales para comprobarlo.
En
un primer momento, se apostó por el futuro, pensando que el período
especial en algún momento tendría que desaparecer. Luego llegaron
los “objetivos” de los 5 millones de viajeros que se han quedado
sin cumplir y con niveles de grado de ocupación muy inferiores a
otros resorts del Caribe (La República Dominicana atrae a 11
millones al año). Además, ¡qué curioso! con el paso de los años,
el grupo hotelero español se encuentra de nuevo ante una situación
parecida, que no igual, al período especial, cuando inició las
operaciones en la isla. La sensación de “deja vu” en los
gestores de la cadena debe ser más que evidente. Y en medio de esos
bajos niveles de actividad turística, se pone en marcha este nuevo
hotel, en una zona que ya se encuentra relativamente congestionada
por la oferta, y que ha perdido buena parte de su tirón
internacional. Un hotel inaugurado por el dirigente autoritario
cubano, al más puro estilo.
La
compañía Sol Meliá logra la gestión de este magnífico
establecimiento, que no obstante puede perder en cualquier momento dadas las condiciones contractuales;
pero ahí está el Internacional Varadero, un cinco estrellas de
lujo, con sus casi 1.000 habitaciones en distintas dimensiones y
características, moderno desde el punto de vista tecnológico, con
una apuesta por la calidad y todo tipo de instalaciones y facilidades
para el uso de los clientes. Nada se sabe con respecto a cual ha
sido su coste para el régimen castrista, su propietario, pero no
debe ser barato, desde luego, y en tiempos difíciles como los
actuales, menos todavía.
La
pregunta que surge siempre en estos casos es si existe otro modelo
alternativo al turismo en Cuba, que no sea este monopolio de estado
con la gestión de grupos internacionales. Los resultados del modelo
actual son conocidos. La entrada de viajeros se ha estancado y
anuncia malas perspectivas para los meses siguientes, en los que cada
año, algún que otro ciclón hace acto de presencia en el Caribe. En
mi opinión, hay alternativa. Las potencias turísticas mundiales,
entre ellas España, país al que pertenece el grupo mallorquín,
descansan el sector en las capacidades y recursos de la iniciativa
privada, y no la estatal. Para ser ciertos, existe algún tipo de
participación estatal, en España por ejemplo Paradores, para
explotar edificios emblemáticos de la historia y el patrimonio, pero
recientemente se han planteado dudas sobre si conviene mantener la
gestión estatal.
El
régimen castrista debería saber que el turismo es mayoritariamente
una actividad privada, que se realiza por empresas privadas que
tienen una clara orientación al mercado y a la satisfacción de las
necesidades de los clientes. El turismo no debe ser aparato de
propaganda de ningún régimen autoritario. Fraga Iribarne, en sus
tiempos como ministro del ramo, logró que el turismo en España no
se encaminara por esa vía. En Reino Unido es perfectamente posible
recorrer el país en una amplia y extensa red de alojamientos de bed
& beakfast que hacen las delicias del viajero. En Francia e
Italia ocurre otro tanto, al igual que en España, donde convive el
sector hotelero privado con estos establecimientos que ofrecen
servicios de alta calidad a los viajeros.
En
Cuba hay que apoyar más ese modelo, porque el modelo estatal ya se
ha visto dónde llega. Y el escaso recorrido que tiene. Si se
pretende aumentar el turismo, y hacer de él un sector que aporte
recursos a la economía nacional, hay que avanzar en la privatización
del sector y dejar que sea de titularidad privada en todos los
niveles de la oferta. El estado puede hacer caja y dedicarse a otras
inversiones en infraestructuras que necesita el país. No hay otra
alternativa. El monopolio de estado en cualquier actividad económica,
tiene un recorrido limitado, y basta con comparar los datos del
turismo en otras zonas del Caribe, República Dominicana o Cancún,
con Cuba para ver que el problema del turismo en Cuba está en el
modelo y en quién lo dirige, lo controla y se dedica a la propaganda
de las inauguraciones autoritarias. Así les va.
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