¿Crisis del combustible en Cuba? O tal vez ¿mucho más?
Elías Amor Bravo, economista
Mesa Redonda de Díaz Canel, acompañado de miembros de su consejo de
ministros y desde el Palacio de la Revolución, un escenario
demasiado rimbombante para informar sobre una serie de medidas ante
la situación del combustible en Cuba. Lo normal es que nadie dijese
nada, y el pueblo a aguantar. Así se hacía en tiempos de Fidel
Castro, y no pasaba nada. Llevar a la Mesa redonda de Randy a los
ministros de economía, energía y minas, transporte, y al primer
vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Valdés Mesa,
es montar un “mariachi” demasiado grande para un asunto que
quizás no merezca esta escena. O tal vez sí.
Básicamente, porque los problemas con la situación energética de
la Isla siempre han existido, los cubanos se han acostumbrado a vivir
con ellos y además, “guerra avisada no mata soldados”. Ya a
comienzos de este año anticipé en diversos espacios que la situación
iría a peor conforme avanzara el ejercicio y que, después del
verano, vendría lo peor. Esta situación de falta de petróleo ya
comenzó en 2016, cuando Venezuela decidió reducir los suministros
de crudo a la isla, y por mucho que han implorado y pedido a Maduro
que aumente los envíos, las prioridades bolivarianas van por otro
sitio. Pero este tema no corresponde a este trabajo y lo dejamos para
otro momento.
Además, actuando de este modo ante la televisión monocolor
castrista, no consiguen que la gente pierda el miedo, sino todo lo
contrario. Díaz Canel empezó diciendo “queremos informar sin
provocar susto, ni miedo”, pues no lo ha conseguido a tenor de cómo
arden las redes sociales en que participan los cubanos. La gente está
alarmada, y eso que lo peor aún no llegó.
Porque en contra de lo dicho por Díaz Canel, este no es un problema
coyuntural que se vaya a resolver cuando llegue el "barco del petróleo"
el día 14. Y tampoco es un asunto que entre a formar parte del
contencioso con EEUU, por mucho que quieran presentar al vecino del
norte como un sargento que interfiere en la circulación de
petroleros por el Caribe. Eso es absurdo. EEUU está vendiendo carne
de pollo, cereales, medicinas, etc a Cuba desde hace tiempo (lo
reconoció Díaz-Canel en su intervención) y nada de esto tiene que
ver con un supuesto “recrudecimiento de hostilidades hacia Cuba”.
La suerte es que los cubanos, colgados de sus móviles, ya saben que
todo esto es teatro, puro teatro. Así que los argumentos no valen y
cuanto más se encarnice Díaz-Canel con su vecino del norte, será
peor.
Culpando a otros de sus problemas, el comunismo cubano ha sobrevivido
60 años sin importarle las condiciones de vida de la población.
Mientras que América Latina y el Caribe han visto como sus economías
y sociedades se modernizan y avanzan, Cuba se ha quedado atrás, no,
al contrario, ha retrocedido en sus niveles de renta percápita y
bienestar. Los “logros” de la revolución no sirven para comer
todos los días.
De modo que Díaz-Canel perdió una gran oportunidad para presentar a
los cubanos un plan de actuaciones para afrontar la actual situación,
y la mayor parte del tiempo estuvo atacando a EEUU de impedir a las
navieras suministrar petróleo a Cuba. Casi seguro que muchos
televidentes apagaron hastiados el televisor y se fueron a dormir. No da para más.
El problema según Díaz-Canel se llama ausencia del diesel en los depósitos de la
isla. Desde mi perspectiva, se trata de irresponsabilidad en la gestión de los inventarios de
un recurso fundamental para una economía que consume mucho petróleo
y sus derivados. A nadie en su sano juicio se le puede olvidar
mantener lo que se denomina un “stock de seguridad” de petróleo.
Cuando el stock se va terminando, se buscan intensamente los
proveedores. Claro, para esto hace falta tener divisas, que Cuba no
tiene ni tendrá a medio plazo, o financiación en los mercados
internacionales, que no existe porque la deuda externa ha vuelto a
alcanzar proporciones desmedidas y nadie está dispuesto a fiar, ni
rusos, ni iraníes, ni chinos, ni europeos. De modo que Díaz-Canel no reconoció
la verdad, porque los problemas que afronta la economía cubana no son coyunturales, ni tampoco
“meramente energéticos, de abastecimiento”.
Los problemas son más graves, y se encuentran en el modelo económico
institucional castrista, que está agotado. Todo el mundo les dice
que deben abrir espacios para la actividad privada y eliminar las
trabas que impiden a la economía prosperar. Ni caso. La vía elegida
por Díaz-Canel es la misma de siempre, aplicar medidas de
racionamiento y control que van a paralizar la economía cubana,
acercándola al peor escenario previsto de recesión. Por mucho que
diga que van a “minimizar el impacto en los servicios a la
población y centrarse en las prioridades” lo cierto es que hay que
prepararse para lo peor.
Todas las medidas anunciadas en la Mesa redonda van a producir
efectos claramente negativos en la economía afectando a los cubanos
más pobres, aquellos que no tienen acceso a las remesas del exterior
en la situación actual y que no pueden viajar al extranjero.
En materia de electricidad, la industria nacional termoeléctrica
solo garantiza el 40% del combustible, así que el resto, el 60%
habrá que reducirlo por algún sitio. Si los turistas se quedan sin
aire acondicionado en las habitaciones que los hospedan, o en los
paladares, o atrapados en los ascensores de los edificios por los apagones que van a
venir, alguien no volverá a Cuba y en el futuro habrá menos
divisas. Díaz-Canel mintió al afirmar que el turismo ha mantenido
niveles estables. Los últimos datos publicados en la ONEI no dicen
eso. En datos acumulados, de enero a julio de este año el turismo descendió un 1,1% con respecto al mismo período del año anterior (atención, de EEUU aumentó un 20%). Por eso, lo peor vendrá después. Una economía en que no está
garantizado el suministro de electricidad, no puede funcionar por
mucho que se hagan llamados a dirigentes y cuadros, a jóvenes y
viejos, y se haga referencia a un “espíritu de resistencia de nuestro
pueblo”. La gente ya está harta.
Específicamente con relación al gas licuado, la “balita” con la
que se cocina por la mayoría de la población, se explicó “que
tan solo está garantizada durante este mes y a tener una condición
normal en todos los meses que quedan del año”, lo que ya se verá en qué se traduce. Habrá que empezar a pensar en cocinar con leña. Eso si, los 260 mil consumidores que utilizan gas natural, básicamente de la
capital, y también en Mayabeque y Artemisa, parece que tienen el gas
garantizado y disponible sin ningún tipo de afectaciones. Esta situación es
preocupante para los dueños de los paladares que previsiblemente no
tengan la “balita” y se vean obligados a paralizar sus servicios
gastronómicos.
Al parecer también está garantizado el fuel, que se utiliza en la
combustión interna, y en materia de eficiencia energética los 67
parque solares fotovoltaicos, tan solo garantizan el 2,4% de la
generación de un día en el país. Un porcentaje insuficiente.
El ministro de economía señaló al respecto que están pensando en
paralizar las actividades y producciones que necesitan mucha energía,
desplazando del horario pico todo lo posible, aún teniendo en cuenta
los horarios de trabajo de la población. ¿Están pensando en que la gente trabaje de madrugada, tal vez?
Al final, con el diesel viene el problema principal porque se ha acabado. Sobre todo para
el transporte público. De momento, suprimen las inversiones para
asegurar las ofertas de bienes y servicios a la población. Otro año en que la formación bruta de capital fijo verá reducida su participación en el PIB, con los efectos negativos que ello tiene sobre la economía. Tras
rechazar el mercado como instrumento de asignación de recursos, lo
que tiene más de ideología política que otra cosa, el ministro se
enrocó en una explicación alambicada sobre como “priorizar la
oferta de bienes a la población, sabiendo lo que se dispone y
trabajando en conjunto para ver donde se ubican los recursos”. No
saldrá bien. Los precios son fundamentales. Un ministro de economía que rechaza este principio no está cualificado para el cargo.
Al parecer el régimen tiene decidido que quienes van a pagar el coste del ajuste del diesel serán
los agentes privados, “trabajadores por cuenta propia, trabajadores
de las cooperativas, taxis ruteros de la ciudad” sobre los que se
incrementarán los controles “para que se mantengan ofreciendo el
servicio”.
Las medidas que se adopten van dirigidas a disminuir la
demanda de diésel en la economía y a priorizar las actividades de
alta demanda, sobre todo, las públicas. Detrás de este análisis, el ministro de energía y minas defendió
la necesidad en estos momentos difíciles de ahorrar diesel en el
sector estatal y el residencial, “apagando bombillos de 20 watt”,
lo que no deja de ser gracioso, dentro de la gravedad. Se pretende
que estas medidas, en las que dicen haber estado trabajando desde
hace meses, lleguen a “cada municipio, cada provincia, cada
empresa, y cada organismo de la administración central del estado”.
Al final, una Mesa redonda que revela la falta de planificación de
las autoridades económicas para hacer frente a una situación que,
como ellos declaran, ya se veía venir. Esperar al final para adoptar
medidas duras de ajuste, no parece lo más adecuado. La información
ofrecida a la población está llena de datos que no responden a la
realidad, y encuentran al pueblo cubano mucho más desmoralizado que
en ocasiones anteriores. No será un “período especial” pero se
va a parecer mucho. El peso del ajuste sobre la actividad privada
hará que muchos proyectos por cuenta propia deban finalizar.
Díaz-Canel dijo que espera y confía que "nuestro
pueblo seguirá siendo feliz, laborioso, creativo, alegre y bromista,
incluso en la situación más difícil”. Sangre,
sudor y lágrimas, a la caribeña.
“Tiempos
de patria o muerte”, según Díaz-Canel en los que
“el mundo
nos verá y admirará en la misma medida en que verá y condenará a
nuestros adversarios”. Bueno,
no sé bien de qué mundo habla. Los medios de comunicación españoles de esta mañana, de forma mayoritaria, culpan directamente a Díaz-Canel del desastre y de forma unánime desatienden
las consignas de una eventual responsabilidad de EEUU. Tal vez a Fidel Castro se le perdonaban estas cosas, pero llega el momento en
que Díaz-Canel entienda que su margen es muy pequeño, prácticamente inexistente. Y que llegó
el momento de hacer cambios. Lo peor está por venir.
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