¿Por qué no habrá unificación monetaria en Cuba?
Elías Amor Bravo, economista
La circulación de dos monedas en Cuba representa
mucho más que un problema contable o de medición de la economía.
Si fuera solo eso, la decisión de revertir el sistema actual al que
existía anteriormente, sería fácil y probablemente ya se habría
adoptado. Con ello, la credibilidad de la economía sería mayor, los
costes de gestión para las empresas menores y, en general, la vida
de los cubanos se vería facilitada por la eliminación de los
cambios obligatorios.
Desde que se adoptó la doble moneda en Cuba,
durante el período especial, las bases del sistema económico y del
marco jurídico de los derechos de propiedad ha permanecido
inalterada. A pesar de la puesta en marcha del denominado proceso de
actualización del modelo económico y social hace diez años, los
resultados distan mucho de ser favorables.
En 2018 la economía se encuentra constreñida por
una asfixiante falta de liquidez, la paralización de la actividad
productiva por la reducción de los envíos de petróleo es
incuestionable y las fuentes de crecimiento, como el turismo, las
remesas o las inversiones extranjeras, dejan mucho que desear. El
sistema económico continúa en manos del estado, es decir, del
consorcio de la seguridad del estado y el ejército, y el pueblo
cubano malvive con salarios nominales y reales cada vez menores que
limitan su capacidad de consumo y ahorro.
Las escasas transformaciones en el escenario
económico, con la ampliación de los trabajadores por cuenta propia,
cooperativas y “nuevas formas de organización” han confirmado
que la economía necesita mucho más que simples ajustes
superficiales para ser competitiva, productiva y permitir que los
cubanos vivan mejor, con más prosperidad y bienestar. El fracaso
económico de la llamada “revolución” no admite cuestión alguna
a estas alturas de la historia. La incertidumbre sobre el futuro es
cada día mayor, y por ello, los cubanos han dejado de confiar en su
gobierno.
En contra de lo que algunos afirman, el mercado
sigue siendo inexistente, con un papel marginal, pese a que algunas
reglas del juego han variado. Donde existen mercados, los precios no
reflejan de forma adecuada las decisiones de producción y consumo,
por las continuar injerencias del aparato estatal en la economía.
Precios topados, por un lado, y subsidios a empresas para abaratar el
coste de producción de determinados bienes y servicios, continúan
enmarañando el sistema económico, provocando racionamiento, escasez
y disgusto en consumidores y productores. Más funciona la economía
cuando está presa de la ideología.
Por eso, nadie confía que en las actuales
condiciones la economía cubana pueda despegar y alcanzar ritmos de
crecimiento sostenibles, del entorno del 5% anual, que le permitan
recorrer la distancia que la separa de otros países y mejorar el
nivel de vida general de la población.
En la década de Raúl Castro, una década perdida
para la economía, el crecimiento medio de la economía no ha sido
superior al 2%, lo que implica un avance mínimo, que coincide con
etapas de gran tensión en las relaciones económicas y sociales,
internas y externas. Las explicaciones ofrecidas por el ministro de
economía y planificación, Ricardo Cabrisas, ante la Asamblea
Nacional del Poder Popular son recibidas por diputados incapaces de
cuestionar la pésima gestión económica de las autoridades. La bola
pica y se extiende.
Y en medio de ese escenario de tensiones y errores
en la implementación de las políticas económicas, la dualidad
monetaria y cambiaria se sitúa como un obstáculo principal en la
actualidad para lograr un mayor crecimiento de la economía cubana.
La circulación de dos monedas y las transacciones reflejadas en la
economía afecta a las operaciones en los mercados agropecuarios, en
los datos contables de las empresas, en las actuaciones de los
gobiernos territoriales, en las operaciones financieras de la banca,
en la actividad turística, en las inversiones. Todo se encuentra
afectado por la existencia de dos monedas que tienen un efecto en
toda la sociedad y en la economía.
Después de muchas vueltas sobre la cuestión, las
autoridades del régimen se han percatado que la unificación de las
monedas no es solo establecer una de ellas y ya está, sino que es
preciso atender previamente a cuestiones relevantes, como los
mecanismos de formación de precios, los niveles salariales de la
población, el poder de compra de los salarios, la capacidad de
ahorro, etc. Cuestiones para las que la economía cubana, basada en
un modelo autárquico de intervención estatal y sin derechos de
propiedad en el que no existe el mercado como institución para la
asignación de recursos, no tiene respuestas.
Lo peor de toda esta situación es que empieza a
difundirse, desde los medios oficiales, una visión de la doble
moneda que otorga mayores perjuicios a las empresas estatales que a
los trabajadores por cuenta propia y las llamadas nuevas “formas de
gestión no estatales”. Evidentemente, es una visión interesada,
ideológica y que se inspira en la doctrina oficial comunista.
A las empresas estatales les perjudica tener una
contabilidad con dos monedas y realizar transacciones en las dos
igualmente. Eso es cierto. Pero de ahí aceptar que esto condiciona
la dimensión de los beneficios que obtienen o la estimación de los
negocios o inversiones, parece complicado. La gestión de las
empresas estatales en Cuba pasa por mecanismos de control e
intervención burocrática, los llamados Grupos, que actúan más
como un factor que restringe la autonomía en la toma de decisiones y
la capacidad para hacer frente a los cambios del entorno. Esta
burocracia es mucho peor que la doble moneda, pero lejos de ser
eliminada, ha ido en aumento.
No es cierto que en este momento se esté
produciendo en la economía cubana una migración de talento hacia
puestos mejor pagados pero de menor exigencia. Esto es absurdo. ¿En
qué consiste una exigencia en una empresa estatal avanzada en
sectores como la biotecnología, la universidad o de salud cuando el
sueldo medio mensual no supera los 30 dólares? En algún momento,
alguien tendrá que entender en la oficialidad comunista de Cuba que
ganar dinero es legítimo, que la acumulación de riqueza basada en
el esfuerzo, el talento y el trabajo es legítima, y que además, al
funcionar correctamente estos procesos, la economía de un país
crece, que es justo lo que no hace la cubana.
Pero incluso aceptando que ello fuera así, no veo
cómo esta apuesta por proyectos personales con grandes dificultades
de los trabajadores por cuenta propia, les deje en situación de
ventaja con respecto a la dualidad monetaria, cuando por ejemplo,
algunos de los pagos que deben realizar (los impuestos, tasas y
tributos) deben hacerlos en moneda nacional. Es el mismo problema.
En todo caso, es muy positivo que se produzca esta
migración de trabajo y talento en la economía cubana, y que en vez
de malgastar la vida y el tiempo en puestos de escasa proyección
profesional y retribución, los cubanos puedan desarrollar sus
potencialidades en ocupaciones que les permitan crecer en todos los
aspectos. No hay nada malo en ello, y lo que el régimen debería
hacer es liberalizar plenamente todas las ocupaciones para el
ejercicio de la actividad por cuenta propia. De seguro le iría mucho
mejor.
Raúl Castro es responsable de la parálisis
económica. La aplicación titubeante de las reformas contenidas en
los llamados “lineamientos” está provocando tensiones en la
economía, una mayor complejidad de las relaciones intersectoriales y
un estrangulamiento financiero que agrava notablemente los
desequilibrios interno y externo de la economía.
La incapacidad para
ofrecer una solución a la dualidad monetaria es otro buen ejemplo de
sus titubeos, que se justifican en el intento de evitar costes para
las empresas y la población sin pensar que la situación actual,
mantenida de forma indefinida en el tiempo, es mucho peor. Tanto que
incluso ese modelo de socialismo defendido por la oficialidad del
régimen se puede venir abajo tarde o temprano.
Es que Raúl Castro nunca supo que hacer, ni antes, ni después de la piedra.
ResponderEliminarA aquellos que se la pasan diciendo que es un gran organizador les digo que no, que están equivocados, que el genio del mal está empedrado en Santa Efigenia.
Que Raúl, como casi todos los de su especie, es especialista en conspiraciones. Ni más, ni menos. Y hasta ahí las clases.
Buenos dias! me gustaria hacerle una pregunta para desde su perspectiva tratar de entender ciertas posibilidades, partiendo de que no se daberia hablarse de moneda nacional sino de monedas nacionales ya que el CUC es tan o mas nacional que el CUP, ¿Porque no simplemente dejar el CUC? Esta moneda es mas fuerte , tiene un valor intriseco mucho mayor, si dejamos solo el CUC tendriamos el siguiente panorama: salarios de 18 a 20 cuc ( como es hoy en dia) se comenzaria a utilizar todas las monedas fraccionarias del CUC, incluyendo el kilo (que hoy no tiene valor), dicho sea de paso en paises como Canada, EU y Inglaterra se utilizan sus monedas utilizando hasta su minima expresion de cambio (5, 10 centavos)..despues solo se trata de aumentar los salarios de acuerdo a la produccion de bienes y servicios, ¿Que piensa usted?
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