¿Son comparables los comunismos vietnamita y castrista?
Elías Amor Bravo, economista
Me encanta la
comparación naif que han realizado en Granma con motivo de la visita
de un mandatario comunista de Vietnam a la isla. Han elegido unos datos
concretos, en vez de otros y claro, como no podría ser, en el relato
del periódico oficial, Cuba se encuentra por delante del país
asiático en casi todo. La impresión que se obtiene al final de la
lectura de este artículo es que Vietnam está mucho más atrasado,
necesita de Cuba para todo y que en ambos países lo que llaman
“socialismo” ha supuesto un éxito, como experiencia colectiva.
Lo cierto es que
ese mensaje, en parte y por lo que respecta a Vietnam, tiene algo de
razón. El país, devastado tras una larga y cruenta guerra, inició
a partir de 1986 una rápida y eficiente transición, "doi moi", desde lo que
había sido una economía de planificación central sin derechos de
propiedad ni mercado (exactamente como la que rige actualmente en
Cuba) a la modernización y la libertad económica. Y han tenido
éxito. Porque de ser un país con un sector agrícola ineficiente e
improductivo, similar al que tiene Cuba en la actualidad, se
convirtió en una potencia exportadora de arroz para el sudeste
asiático, donde este producto tiene una gran aceptación por los
países densamente poblados. La clave: propiedad privada en la
tierra, campesinos prósperos y eficientes.
No conformes con
ocupar una posición de liderazgo en la agricultura exportadora, los
vietnamitas apostaron en el proceso de libertad económica, que en
Cuba nunca ha tenido lugar, por el desarrollo de una sólida base
industrial y una economía de mercado similar a la del resto del
mundo. Y la combinación de estas políticas ha llevado al país a
experimentar una profunda transformación en sus niveles de renta,
bienestar y prosperidad, de modo que ya se habla del “milagro
vietnamita” como otro ejemplo más del éxito de la economía de mercado libre en Asia. Gracias al acierto en las políticas económicas,
entre 2016 y 2017 la economía de Vietnam alcanzó un ritmo de
crecimiento medio del 6,7%, de los más elevados del mundo.
Cierto es que
Granma presenta este dato, que supone un sonrojo para los dirigentes
de la economía cubana, empeñados en mostrar un crecimiento del 0,5%
cuando posiblemente sea mucho menor. No obstante, algunos informes
internacionales apuntan a que ese crecimiento tan intenso de Vietnam
se puede ver comprometido por la aparición de problemas medio
ambientales, en particular la salinización del suelo, que puede
dañar la agricultura, y de otro lado, los bajos precios del petróleo
en los mercados mundiales que impactan negativamente sobre este
sector. Sin embargo, crecer por encima del 6% en estos momentos es un
éxito, lo que refleja que la demanda interna del país empieza a ser
tan potente como su orientación exportadora.
Algo que en Granma
ni mencionan en la comparación entre los dos países es que Vietnam
posee una población muy joven, dinámica, que no se plantea
abandonar su país, porque cuenta con todas las oportunidades para
desarrollar una vida próspera en la nación y lograr la ansiada
movilidad social ascendente. El compromiso de los gobiernos
vietnamitas con el crecimiento sostenible, inflación bajo control,
moneda estable y un aporte muy destacado del capital extranjero, que
en Vietnam no ha necesitado operaciones del estilo de Mariel o
complicadas leyes inconstitucionales para atraer inversores, cierra
un círculo virtuoso para el país en el que realmente se necesita
una modernización de sus estructuras políticas y democráticas.
Pero incluso en este asunto, la distancia de Vietnam con el sistema
totalitario castrista es abismal.
Otra cuestión a
la que Granma no presta atención, porque están más interesados en
relacionar a Vietnam con Cuba en los términos ya descritos, es la
apuesta que han hecho los gobiernos del país asiático por
integrarse a nivel mundial en los aspectos económicos. No sólo
reconociendo que la economía de mercado con derechos de propiedad es
el mejor sistema para el funcionamiento de un país, lo que no dicen
en Granma, sino en el plano concreto, integrándose en todos los
organismos internacionales, a los que Cuba ataca y desdeña.
Por ejemplo, la
Organización Mundial del Comercio dio la bienvenida a Vietnam en
2007 lo que facilitó la firma de numerosos acuerdos de cooperación
para el libre comercio entre 2015-16, incluyendo el Acuerdo de Libre
Comercio de Vietnam con la Unión Europea, que nada tiene que ver con
lo que pretende hacer Moghierini con el régimen comunista de La
Habana, el Acuerdo de libre comercio con Corea, y la participación
de Vietnam en la Unión económica euroasiática para el libre
comercio.
Para culminar este
magnífico proceso de integración en el mundo libre, Vietnam
presidió en 2017 la Conferencia Asia Pacífico, con sus prioridades
básicas de crecimiento inclusivo, innovación, refuerzo de las
pequeñas y medianas empresas, seguridad alimentaria y cambio
climático. Una agenda que, para los dirigentes de La Habana,
inmersos en operaciones baladiés como el ALBA, se encuentra
prácticamente en sus antípodas. Aportando por diversificar
oportunidades, Vietnam ha apostado por las relaciones multilaterales
rompiendo así con el aislamiento comunista que en Cuba continúa
siendo un eje fundamental de la acción de gobierno y para ello se
integró en los Acuerdos para la integración transpacífica y en
diversas operaciones regionales de patrocinio a la integración.
Una declaración
de modernidad en las relaciones internacionales que, en Cuba, es
impensable. No contentos con este éxito, el gobierno de Vietnam ha
anunciado recientemente la adopción de medidas económicas para
reforzar su trayectoria a medio plazo, medidas que apuntan a nuevas
reformas en la línea de liberalización y modernización del
sistema. Entre otras, se hablar de privatizar empresas estatales,
incrementar la transparencia en los negocios, reducir el nivel de
préstamos no operativos en el sistema financiero y aumentar la
transparencia fiscal. La ratio de la deuda del estado en el PIB de
Vietnam no supera el 65% un porcentaje que desde la perspectiva de
los mercados de capitales internacionales, es muy atractivo.
Además, en 2016,
Vietnam canceló su programa de desarrollo de energía nuclear para
usos civiles, asumiendo la preocupación por la seguridad de la
población y el alto coste de este programa, y orientó la inversión
pública estatal en cooperación con consorcios internacionales hacia
la modernización de las infraestructuras, sobre todo en la energía,
que sigue estando alejada de las prioridades y necesidades de una
clase media potente que se desea lograr en el país. El
que piense que este relato tiene algo que ver con lo que está
ocurriendo en Cuba desde 2006, que lo diga.
Yo,
al igual que Granma, voy a destacar una serie de datos comparativos
de las economías de los dos países. No se sorprendan de las
diferencias. Los datos vienen referidos a 2016, salvo que se indique
lo contrario. Observen y saquen sus propias conclusiones
Indicador | Cuba | Vietnam |
PIB (miles millones $) | 91,3 |
605,7 |
Tasa crecimiento PIB | 0,5% (antes -0,9%) |
6,2% |
Posición del país en el mundo | 204 |
20 |
PIB percápita ($) | 11.900 |
6.500 |
Consumo familias (%PIB) | 58,2% |
68,5% |
FBCapital fijo (%PIB) | 9,9% |
24,8% |
Consumo gobierno (%PIB) | 31,7% |
6,6% |
%PIB en agricultura | 3,9% |
15,9% |
%PIB en industria | 21,5% |
32,7% |
%PIB en servicios | 74,2% |
41,3% |
Empleo total (millones) | 4,7 |
56,46 |
Déficit público (%PIB) | -11,7% |
-5,4% |
Exportaciones mercancías (%PIB) | 3,5% |
29% |
Importaciones mercancías (%PIB) | 12,6% |
26,7% |
Reservas (miles millones $) | 12,32 |
36,91 |
Inversión extranjera (%PIB) | 5% |
19,1% |
Fuente: ONEI y World Factbook CIA.
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