El régimen castrista asiste al Foro Económico de Davos: ¿absuelve la historia?
Elías Amor Bravo, economista
Una breve nota
del diario oficial comunista Granma, como si quisiera pasar desapercibida, anuncia que el régimen castrista va a asistir a la cumbre de Davos, que en su edición número
49 se celebra como todos los meses de enero, en la gélida localidad suiza.
Convendría
explicar a los lectores qué es Davos y qué se cuece allí. En dicha localidad de
los Alpes se dan cita cada año capitalistas de todos los países del mundo, empresarios, hombres de negocios, inversores
internacionales, junto a analistas, dirigentes políticos y expertos en
prospectiva para abordar el análisis del nuevo orden internacional que trae
consigo la cuarta revolución industrial y sus efectos disruptivos sobre la
forma de consumir, invertir, trabajar, en definitiva, la vida de las personas.
Lo llevan
haciendo varios años, y todo ello inspirado en las contribuciones del CEO de
Davos, el alemán Klaus Schwab. A partir de estos análisis participativos se
confeccionan directrices de políticas públicas que los gobiernos tienen a su
disposición para afrontar los problemas que se estudian. El Foro publica toda esta
información en su página web de manera gratuita para beneficio de todo el
mundo, como institución no lucrativa perteneciente a las estructuras básicas
del modelo económico que detesta el régimen comunista de La Habana. Este año,
algunos dirigentes internacionales han confirmado que no van a participar, pese a haber estado
en la lista de invitados, como Trump, como consecuencia
del cierre de la administración, tampoco Macron por temor a los chalecos
amarillos, o Merkel que ya está en fase de salida como líder político, cada uno
de ellos por razones obvias; tampoco irá Teresa May, enredada en el Brexit. En
cambio, han anunciado su visita Pedro Sánchez de España o el recién elegido
presidente de Brasil, Bolsonaro.
La asistencia
de Malmierca a esta edición de la Cumbre de Davos, según Granma, para informar “sobre
la actualización del modelo económico comunista” y para “exponer en este
espacio su política de atracción de capital extranjero” me produce una
sensación ambivalente, que quiero compartir en este post del blog.
De un lado,
que un dirigente comunista del régimen castrista participe en Davos no debe
gustar para nada a Fidel Castro, allí donde se encuentre. A su hermano Raúl, con un perfil más pragmático, tampoco debe producir una sensación agradable ver a Malmierca rodeado de los enemigos de la
revolución. Pienso, sobre todo, en los defensores del régimen, en la cúpula
de dirigentes comunistas de edades en torno a los 80 años, que nunca pensaron
que al final de sus largas vidas, dedicadas a defender con uñas y dientes la
tiranía, iban a ver a un descendiente de ellos mismos, en el que tienen la confianza
depositada, acercarse a dialogar y enseñar sus miserias ante los denostados
capitalistas, explotadores, imperialistas, y no sé cuántos insultos más que se
pueden encontrar en cualquiera de los eternos discursos del comandante en jefe.
Toda
la vida les habían vendido con la propaganda castrista la idea absurda de independencia
socialista, de soberanía, de no plegarse a los intereses del capital
internacional, etc etc. Sin embargo ahora, 60 años después, Malmierca, descendiente directo de aquellos
iluminados que empezaron con las brutales transformaciones que destruyeron el
capital productivo de Cuba a partir de 1959, acude a Davos a ponerse de rodillas
ante los capitalistas para conseguir algunos miles de dólares curiosamente de
quienes desconfían de su régimen, y además hacen muy bien por ello. La historia
no absuelve a nadie, y eso debió saberlo Fidel Castro cuando dijo aquella frase
que quedó para la posteridad y le perseguirá siempre. Este es un buen ejemplo del resarcimiento que las
brutalidades de su régimen, tiene que ir asumiendo para que Cuba vuelva a la
normalidad.
De otro lado,
la presencia en Davos de Malmierca, después de haber estado en un “road show”
empresarial en Bélgica para vender las excelencias inversoras de la isla, e
incluso en Francia con las autoridades francesas, o en España en FITUR, indica
que se acabó la bobería del argumento repetitivo y aburrido del bloqueo o del
embargo. Un país que sufre este tipo de agresiones, no se pasea por el mundo
libremente, y mucho menos, vendiendo un producto de difícil y complicada venta.
Bien está asistir al Foro de Davos, porque al régimen comunista de La Habana le viene muy
bien salir de la cápsula del tiempo en que lo encerró Fidel Castro desde
mediados del siglo pasado, y asomarse a la realidad del siglo XXI donde las
tendencias económicas mundiales nada tienen que ver con la patética
actualización económica que va a exponer Malmierca a los que quieran escuchar. Estoy casi seguro que muchos de los que le escuchen después le van a aconsejar que se deje de eso, que abra la economía a la propiedad
privada, al mercado y la libertad económica, y además, que los parches no funcionan,
porque con el tiempo acaban saltando hechos pedazos, y entonces el remedio es
mucho peor.
Ahora sí. Después
de Davos las autoridades comunistas ya no tendrán más argumentos para
justificar el enfrentamiento visceral con EEUU, y en cambio, en vez de perder
el tiempo pensando en un “socialismo imposible”, comenzar a pensar que en un
mundo global, en que las tecnologías disruptivas lo van a cambiar todo, hay que
trabajar, producir, ser competitivo, imaginar y crear. Ese es el mensaje de
Davos. Seguro que alguien allí le dirá a Malmierca que si se siguen haciendo
las cosas como siempre, no hay futuro para Cuba. Que nada es gratis, ni cae del
cielo. Lo malo es que Malmierca no hará caso, volverá a Cuba y seguirá a lo
suyo. Y eso es lo peor para Cuba y los cubanos.
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