El exceso de inventarios en la economía castrista: un problema sin solución

Elías Amor Bravo, economista
 
Me refiero en este post a la entrevista en "Trabajadores" del ministro de economía y planificación castrista, Alejandro Gil Fernández, que dijo una serie de cosas que merecen una reflexión, porque apuntan al origen de los graves problemas de la economía cubana.

Una primera, realmente sorprendente, los inventarios. Parece ser que la acumulación de inventarios de todo tipo de productos ociosos y de lento movimiento se identifica como un lastre económico. Entonces, ¿por qué no se corrige? No es difícil. Es un principio fundamental de la gestión de la economía de mercado libre.

Si en Cuba los inventarios se estiman en 25 mil millones CUP, alrededor del 25 % del PIB a precios corrientes, algo se está haciendo mal, muy mal. Hay que ponerse manos a la obra. El exceso de inventario es uno de los problemas más comunes en las empresas que almacenan stock para vender después, y no es otra cosa que la acumulación de productos en los almacenes más allá de un nivel óptimo que se tiene que calcular con rigor.  La acumulación de inventario no deseada recibe el nombre de exceso de stock o inventario y se suele corresponder con productos que tienen una baja o muy baja rotación, que en algunos casos puede llegar a ser nula.

La consecuencia principal del exceso de inventario son los problemas financieros de las empresas. La razón es que el inventario forma parte de los activos de la empresa. Como consecuencia de ello, el valor de los inventarios aumenta el valor de la empresa. Sin embargo, en realidad estos activos no están para aumentar el valor de la empresa, sino para tener una salida lo más rápido posible a los mercados en que van a ser vendidos. Cuando esto no se produce, el equilibrio financiero de la empresa se deteriora, agravando los problemas de cobro, de pago, etc. Es decir, la acumulación de producto en almacén supone la asunción de costes, que en función de su tamaño, puede acabar creando problemas a la viabilidad de la empresa.

Para conseguir que no exista exceso de inventario en las empresa, existe una disciplina a la que se debe prestar especial atención, que se llama la logística. Los profesionales expertos en esta actividad desarrollan actuaciones para mantener el inventario estable y, sobre todo, ofrecer el mejor servicio posible al cliente. La logística se centra en lograr la mayor disponibilidad de producto. Una correcta gestión logística permite atender de manera inmediata el pedido del cliente, y no necesariamente acumular inventario. Un concepto fundamental en este punto, probablemente para el ministro, el temor a la rotura de stock, una amenaza para las empresas que lleva a los gestores a acumular inventarios de forma desproporcionada para suplir carencias que puedan aparecer en otros ámbitos. No parece que ese sea el caso en la economía castrista del racionamiento y el desabastecimiento. La conclusión es que para muchas empresas es más fácil acumular inventarios que prestar especial atención a su cadena de suministro y determinar en qué fases hay que prestar atención al inventario.

Visto desde esta perspectiva, el objetivo del plan castrista para 2019 de reducir del 25% al 23% del PIB el valor de los inventarios excedentes, parece una burla cruel. Ya me dirán que se consigue con ese pasito adelante, por mucho que lo estimen en 400 millones de dólares más para la economía.

No es extraño que los stocks aumenten en las empresas pertenecientes al estado. El problema no se resuelve “a punta de lápiz”, como dice el ministro. Desde las nacionalizaciones y confiscaciones comunistas de los años 60, en Cuba la figura del intermediario, el distribuidor, el mayorista, el moderno experto en logística, pasó a mejor vida, y por obra y gracia del "mensaje revolucionario" se convirtió en el culpable de todos los males de la economía cubana. Hubo incluso hasta peticiones de paredón. Todos los que tenían negocios de distribución comercial, que habían sido bien gestionados, fueron expropiados sin contemplaciones. Además, el abandono, por orden del ministro Che Guevara, de las normas contables de las empresas, se encargó del resto. Décadas de una gestión deficiente en las empresas y de sistemas de distribución centralizados en manos del estado, han llevado a la situación actual que denuncia el ministro.

Por eso, si se pretende realmente evitar los inventarios ociosos y de lento movimiento en la economía cubana, hay que olvidarse de la planificación y la intervención estatal, y dar más autonomía a las empresas, conducirlas hacia el terreno del libre mercado, para que respondan a las demandas de los clientes, su derecho a la libre elección, y no a los planes del burócrata de turno. 

Con la planificación central de la economía, no se va a resolver nada, y mucho menos la gestión de los inventarios, contra los que no hace falta poner en marcha ninguna “batalla económica en la microeconomía”, como dice el ministro, sino profesionalizar la gestión empresarial, ni más ni menos como era antes de 1959, cuando en Cuba no existían excesos de inventarios y la red mayorista privada del país abastecía los mercados de consumo de todo tipo de bienes y servicios, a precios competitivos. El ministro de economía puede decir lo que quiera, pero ofuscarse en planteamientos ideológicos para imponerlos por la fuerza a la economía, es bloquearla y limitarla. Y que no se olvide, él es el único responsable del desastre.Habrán más posts como éste. La entrevista dio para mucho.

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