A vueltas con la batalla económica: lo que se tiene que hacer
La economía cubana se hunde. Y lo que es peor, el final no está
claro. Los acontecimientos que se vislumbran en el horizonte tienen
la suficiente gravedad como para pensar seriamente en dar un giro al
timón. El modelo mantenido a ultranza durante 60 años se cae por su
propio peso. La transición económica es urgente y necesaria, pero
no suficiente. Las libertades económicas, para ser efectivas,
requieren libertades políticas. Mucho trabajo hay que hacer, pero no
se tienen que desanimar.
De momento, entre los castristas, cunde el pánico. Granma recoge en portada un encuentro de trabajo, uno más de los muchos que acaban siempre en lo mismo, al que ha asistido Raúl Castro, que sigue en la palestra, Díaz-Canel cuyo liderazgo se ve fuertemente cuestionado por la gestión que está realizando de los asuntos económicos, y un sinfín de primeros, segundos, terceros y no se cuantos más secretarios comunistas, acompañados de los presidentes de las asambleas provinciales y municipales. Nunca había visto tal nivel de exaltación, e incluso, de preocupación, por la economía en la Cuba castrista. Y es muy bueno que se preocupen, porque la cosa pinta mal, pero que hagan algo. Y rápido.
Todo está saliendo mal a los dirigentes castristas. Empezando por una lamentable zafra azucarera que devuelve a los comunistas a tiempos de la colonia española.
Sin azúcar no hay país. Producir menos azúcar que antes de 1900 no se debe a “roturas e interrupciones en la industria, asociadas, por ejemplo, a los turbogeneradores y las calderas, la llegada tardía de elementos importados como piezas y neumáticos, la lluvia en algunas regiones del país, y los problemas de eficiencia”. No se engañen. En los años 50 del siglo XX, cuando Cuba era primera potencia mundial de producción de azúcar esos problemas estaban, pero se arreglaban y se buscaba solución para los mismos. ¿Un milagro? No, qué va. Propiedad privada, ingenios y tierras pertenecientes a empresarios privados que hicieron que Cuba fuera esa gran potencia mundial.
La gestión estatal, ineficiente, desmotivada, carente de objetivos, sin horizonte de estrategia, lleva a lo que lleva, pues eso, “reprogramación de la contienda azucarera, parálisis de algunos centrales ineficientes, reordenación de la vinculación en la entrega de caña entre ingenios y provincias para elevar la molida, y reforzar los controles en los centrales”, todo muy bonito y bien presentado, pero ineficiente, porque los resultados están ahí: menos azúcar que antes de 1900.
Ni siquiera han logrado producir azúcar para atender las necesidades de consumo de los cubanos, y se tiene que importar el oro blanco de Brasil, o de donde sea. Y mucho menos para alimentar el ganado o servir al desarrollo tecnológico de la nación. El azúcar cubano, en manos de comunistas, es un caos.
Frente a tanto despropósito, lo único que pudo decir Díaz-Canel ante Raúl Castro es que hay que mejorar los resultados en lo que resta de campaña y organizar la zafra futura ¿y saben cómo quiere arreglar el problema? Los que conocen bien cómo funciona la economía castrista lo entenderán. Pues si. Ha propuesto crear un "grupo de trabajo", otro más, para “analizar de manera integral los problemas y proponer soluciones”. Con lo fácil que es privatizar y devolver a la empresa privada cubana la producción del azúcar.
El segundo aspecto que ha merecido la atención de los comunistas ha sido la aplicación de los Lineamientos, que podemos calificar como incorrecta y deficiente, y por ello, lejos de ser una solución se está convirtiendo en parte del problema.
Tal y como evoluciona la economía mundial, los Lineamientos, propuestos durante el sexto congreso comunista, pero seguramente escritos muchos años antes, ya están desfasados y no admiten contraste alguno con las tendencias de la economía global, y mucho menos con las perspectivas a medio plazo.
Lo mejor que se puede hacer con los Lineamientos es olvidarse de ellos.
Marino Murillo que se mantiene al frente de una comisión "permanente" para la implementación y desarrollo de los Lineamientos, lo sabe, pero calla, porque es mejor para él. Sus asesores le deben estar informando que la experiencia del trabajo por cuenta propia ha sido un fracaso, porque apenas se alcanza al 13% de la población ocupada y subsisten graves obstáculos para el desarrollo de esta modalidad.
Que las cooperativas no funcionan porque los dirigentes comunistas al frente las bloquean o limitan con planteamientos ideológicos absurdos y trasnochados. La prueba está que los nuevos agricultores con tierras en arrendamiento desdeñan de las cooperativas y no se integran en ellas.
Y del sistema empresarial, para qué hablar. Junto a las empresas que son propiedad del ejército y seguridad del estado, abiertas al exterior y con importantes negocios monopólicos en la economía, lo que les otorga una notable rentabilidad, subsisten numerosas entidades estatales de baja productividad e ineficientes, atrasadas tecnológicamente, que se resisten a cambiar, en gran medida porque sus dirigentes desconfían de quiénes les mandan sin otorgar la necesaria autonomía. La obsesión con la empresa estatal es un agujero para un presupuesto que no da para más, y que tiene serias dificultades para subvencionar esa ineficacia generalizada. La economía se encuentra paralizada, con pagos y cobros retenidos a todos los niveles.
Y, por último, como siempre en estos cónclaves comunistas, la eterna obsesión con la ejecución del plan de la economía que ni se cumple, ni se cumplirá. Deberían saberlo.
Ahora están en el plan de 2019, cuando ya llevamos casi dos meses y medio. Y las previsiones del ministro, como siempre, positivas y optimistas al comienzo del ejercicio, como ese 20% de incremento en las inversiones para este año, que no se sabe de dónde puede salir, y acaban siendo negativas y llenas de incumplimientos al final. Yo apuesto a que este año van a tener muy difícil invertir, exportar y sobre todo, lograr la sustitución de importaciones, ese sueño autárquico en el que llevan ensimismados más de una década.
Y por ello, anticipo que, o cambian el plan y liberalizan plenamente las fuerzas productivas privadas de la nación, que están esperando a ocupar el sitio que les corresponde, o la situación de la economía empezará a ser muy grave en pocos meses, conforme deje de llegar el petróleo de Venezuela, los turistas elijan otros destinos, y los inversores extranjeros se desentiendan de proyectos en la isla por las repercusiones de reputación, responsabilidad corporativa y compliance que les puede suponer desarrollarlos. A ver entonces, para qué puede servir la "cartera de proyectos" de Malmierca, o el Mariel, a medio hacer.
El plan no se tiene que flexibilizar, no. Lo que tienen que hacer con el plan es eliminarlo, porque la economía privada no necesita un estado que dirija, intervenga y diga lo que se tiene que hacer. Ni chinos ni vietnamitas están en esa idea. Cuba no lo necesita tampoco.
Pueden entretenerse lo que quieran en contar las ventas minoristas mes a mes de pollo, harina, aceite y huevos. Ese es un entretenimiento adecuado para burócratas, pero los empresarios privados no están para perder el tiempo, sino para ganar dinero, acumular riqueza y prosperar: la receta que podría transformar la absurda realidad económica cubana, en vez de criticar el bloqueo de EEUU o perder el tiempo pidiendo préstamos que no se van a devolver. La gestión de una economía es ante todo responsabilidad, transparencia, cuentas claras y reputación. De limosnero del mundo, no se va a ningún sitio, máxime cuando existen potencialidades inexploradas que se tienen que poner en valor.
Yo creo en la economía cubana y se que saldrá adelante, pero sin los comunistas, y sobre todo, sin ese absurdo plan que no saben ni en qué consiste, quién lo establece, cómo se elabora o quién lo dirige. Que le pregunten a los "segundos o terceros" secretarios o algún representante local de los asistentes a la macro reunión, y verán. No tienen ni idea, ni saben, ni les importa. ¿Para qué? Otro u otros toma las decisiones por ellos. Y así les va durante 60 años. Evidentemente, así no se puede dirigir una economía.
Estoy de acuerdo con el artículo de Granma en que Cuba cuenta “con suficiente talento, reservas en la economía y compromiso para sostener un crecimiento que permita un desarrollo real” de la nación, pero no hace falta plan, ni propiedad estatal de medios de producción, ni intervencionismo en la economía. Eso es pasado. Raúl Castro, Díaz Canel, etc etc, y todos los que asistieron a esa reunión lo saben, pero por alguna extraña razón quieren hundirse con el barco hasta el final, sin mover el timón, ni desplegar las velas. Otros lo tendrán que hacer con ilusión y compromiso. Ténganlo por seguro.
De momento, entre los castristas, cunde el pánico. Granma recoge en portada un encuentro de trabajo, uno más de los muchos que acaban siempre en lo mismo, al que ha asistido Raúl Castro, que sigue en la palestra, Díaz-Canel cuyo liderazgo se ve fuertemente cuestionado por la gestión que está realizando de los asuntos económicos, y un sinfín de primeros, segundos, terceros y no se cuantos más secretarios comunistas, acompañados de los presidentes de las asambleas provinciales y municipales. Nunca había visto tal nivel de exaltación, e incluso, de preocupación, por la economía en la Cuba castrista. Y es muy bueno que se preocupen, porque la cosa pinta mal, pero que hagan algo. Y rápido.
Todo está saliendo mal a los dirigentes castristas. Empezando por una lamentable zafra azucarera que devuelve a los comunistas a tiempos de la colonia española.
Sin azúcar no hay país. Producir menos azúcar que antes de 1900 no se debe a “roturas e interrupciones en la industria, asociadas, por ejemplo, a los turbogeneradores y las calderas, la llegada tardía de elementos importados como piezas y neumáticos, la lluvia en algunas regiones del país, y los problemas de eficiencia”. No se engañen. En los años 50 del siglo XX, cuando Cuba era primera potencia mundial de producción de azúcar esos problemas estaban, pero se arreglaban y se buscaba solución para los mismos. ¿Un milagro? No, qué va. Propiedad privada, ingenios y tierras pertenecientes a empresarios privados que hicieron que Cuba fuera esa gran potencia mundial.
La gestión estatal, ineficiente, desmotivada, carente de objetivos, sin horizonte de estrategia, lleva a lo que lleva, pues eso, “reprogramación de la contienda azucarera, parálisis de algunos centrales ineficientes, reordenación de la vinculación en la entrega de caña entre ingenios y provincias para elevar la molida, y reforzar los controles en los centrales”, todo muy bonito y bien presentado, pero ineficiente, porque los resultados están ahí: menos azúcar que antes de 1900.
Ni siquiera han logrado producir azúcar para atender las necesidades de consumo de los cubanos, y se tiene que importar el oro blanco de Brasil, o de donde sea. Y mucho menos para alimentar el ganado o servir al desarrollo tecnológico de la nación. El azúcar cubano, en manos de comunistas, es un caos.
Frente a tanto despropósito, lo único que pudo decir Díaz-Canel ante Raúl Castro es que hay que mejorar los resultados en lo que resta de campaña y organizar la zafra futura ¿y saben cómo quiere arreglar el problema? Los que conocen bien cómo funciona la economía castrista lo entenderán. Pues si. Ha propuesto crear un "grupo de trabajo", otro más, para “analizar de manera integral los problemas y proponer soluciones”. Con lo fácil que es privatizar y devolver a la empresa privada cubana la producción del azúcar.
El segundo aspecto que ha merecido la atención de los comunistas ha sido la aplicación de los Lineamientos, que podemos calificar como incorrecta y deficiente, y por ello, lejos de ser una solución se está convirtiendo en parte del problema.
Tal y como evoluciona la economía mundial, los Lineamientos, propuestos durante el sexto congreso comunista, pero seguramente escritos muchos años antes, ya están desfasados y no admiten contraste alguno con las tendencias de la economía global, y mucho menos con las perspectivas a medio plazo.
Lo mejor que se puede hacer con los Lineamientos es olvidarse de ellos.
Marino Murillo que se mantiene al frente de una comisión "permanente" para la implementación y desarrollo de los Lineamientos, lo sabe, pero calla, porque es mejor para él. Sus asesores le deben estar informando que la experiencia del trabajo por cuenta propia ha sido un fracaso, porque apenas se alcanza al 13% de la población ocupada y subsisten graves obstáculos para el desarrollo de esta modalidad.
Que las cooperativas no funcionan porque los dirigentes comunistas al frente las bloquean o limitan con planteamientos ideológicos absurdos y trasnochados. La prueba está que los nuevos agricultores con tierras en arrendamiento desdeñan de las cooperativas y no se integran en ellas.
Y del sistema empresarial, para qué hablar. Junto a las empresas que son propiedad del ejército y seguridad del estado, abiertas al exterior y con importantes negocios monopólicos en la economía, lo que les otorga una notable rentabilidad, subsisten numerosas entidades estatales de baja productividad e ineficientes, atrasadas tecnológicamente, que se resisten a cambiar, en gran medida porque sus dirigentes desconfían de quiénes les mandan sin otorgar la necesaria autonomía. La obsesión con la empresa estatal es un agujero para un presupuesto que no da para más, y que tiene serias dificultades para subvencionar esa ineficacia generalizada. La economía se encuentra paralizada, con pagos y cobros retenidos a todos los niveles.
Y, por último, como siempre en estos cónclaves comunistas, la eterna obsesión con la ejecución del plan de la economía que ni se cumple, ni se cumplirá. Deberían saberlo.
Ahora están en el plan de 2019, cuando ya llevamos casi dos meses y medio. Y las previsiones del ministro, como siempre, positivas y optimistas al comienzo del ejercicio, como ese 20% de incremento en las inversiones para este año, que no se sabe de dónde puede salir, y acaban siendo negativas y llenas de incumplimientos al final. Yo apuesto a que este año van a tener muy difícil invertir, exportar y sobre todo, lograr la sustitución de importaciones, ese sueño autárquico en el que llevan ensimismados más de una década.
Y por ello, anticipo que, o cambian el plan y liberalizan plenamente las fuerzas productivas privadas de la nación, que están esperando a ocupar el sitio que les corresponde, o la situación de la economía empezará a ser muy grave en pocos meses, conforme deje de llegar el petróleo de Venezuela, los turistas elijan otros destinos, y los inversores extranjeros se desentiendan de proyectos en la isla por las repercusiones de reputación, responsabilidad corporativa y compliance que les puede suponer desarrollarlos. A ver entonces, para qué puede servir la "cartera de proyectos" de Malmierca, o el Mariel, a medio hacer.
El plan no se tiene que flexibilizar, no. Lo que tienen que hacer con el plan es eliminarlo, porque la economía privada no necesita un estado que dirija, intervenga y diga lo que se tiene que hacer. Ni chinos ni vietnamitas están en esa idea. Cuba no lo necesita tampoco.
Pueden entretenerse lo que quieran en contar las ventas minoristas mes a mes de pollo, harina, aceite y huevos. Ese es un entretenimiento adecuado para burócratas, pero los empresarios privados no están para perder el tiempo, sino para ganar dinero, acumular riqueza y prosperar: la receta que podría transformar la absurda realidad económica cubana, en vez de criticar el bloqueo de EEUU o perder el tiempo pidiendo préstamos que no se van a devolver. La gestión de una economía es ante todo responsabilidad, transparencia, cuentas claras y reputación. De limosnero del mundo, no se va a ningún sitio, máxime cuando existen potencialidades inexploradas que se tienen que poner en valor.
Yo creo en la economía cubana y se que saldrá adelante, pero sin los comunistas, y sobre todo, sin ese absurdo plan que no saben ni en qué consiste, quién lo establece, cómo se elabora o quién lo dirige. Que le pregunten a los "segundos o terceros" secretarios o algún representante local de los asistentes a la macro reunión, y verán. No tienen ni idea, ni saben, ni les importa. ¿Para qué? Otro u otros toma las decisiones por ellos. Y así les va durante 60 años. Evidentemente, así no se puede dirigir una economía.
Estoy de acuerdo con el artículo de Granma en que Cuba cuenta “con suficiente talento, reservas en la economía y compromiso para sostener un crecimiento que permita un desarrollo real” de la nación, pero no hace falta plan, ni propiedad estatal de medios de producción, ni intervencionismo en la economía. Eso es pasado. Raúl Castro, Díaz Canel, etc etc, y todos los que asistieron a esa reunión lo saben, pero por alguna extraña razón quieren hundirse con el barco hasta el final, sin mover el timón, ni desplegar las velas. Otros lo tendrán que hacer con ilusión y compromiso. Ténganlo por seguro.
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