En torno a la confianza internacional en la economía cubana
Elías Amor Bravo, economista
Un dato que se desconoce, a diferencia de lo que
ocurre en otros países, es si el régimen castrista ha salido en
alguna ocasión a lo largo del último año al mercado para captar
dinero en los mercados financieros internacionales. Según los
dirigentes comunistas esa información se mantiene oculta por culpa
del embargo de EEUU. No tengo claro que esa sea la razón. Hace unos
años, cuando se produjo la condonación de parte de la deuda
castrista por el Club de París, y después de Londres, nadie
protestó, nadie dijo nada en contra, y por el contrario, el régimen
utilizó aquellas informaciones con el objetivo de mejorar sus
condiciones de acceso a los mercados internacionales de capital. En
definitiva, ganar confianza.
Es lamentable observar cómo Cuba ofrece un
panorama de absoluto vacío estadístico en comparación con el resto
de países de América Latina cuando se divulgan los informes y
anuarios de CEPAL, por ejemplo, y resulta fácil obtener información
puntual de los movimientos de capital, endeudamiento y financiación
de otros países, y Cuba, en cambio, permanece en la más absoluta
oscuridad estadística, sin datos. Ello puede ser debido a que el
régimen, a diferencia de otros estados, se ve obligado a utilizar
instrumentos excepcionales y en cantidades ciertamente excepcionales
para financiar su endeudamiento exterior, y generalmente, de dichos
instrumentos no se dispone de información habitual por mucho que se
trate de operaciones repetidas y normalizadas en los últimos años.
En todo caso, se desconoce si realmente el régimen
castrista ha conseguido colocar títulos en los mercados de capitales
internacionales por cantidades superiores a las que pretendía
colocar, y lo que es más importante aún, si realmente ha sido capaz
de colocar también más papel del inicialmente estimado.
Desconocemos igualmente cuál es, si es que existe, el apetito de los
inversores, especialmente extranjeros, por la deuda cubana,
prácticamente “bono basura”, al margen de las opiniones de las
distintas agencias que se encargan de calificar la calidad de la
deuda externa.
Además, la magnitud de la deuda es desconocida,
sobre todo desde que los bajos ritmos de crecimiento de la economía
registrados en los últimos tres años han venido a cuestionar la
solvencia y liquidez del sistema y su capacidad para honrar los pagos
de la deuda. Sin referencias de la rentabilidad otorgada en el
mercado primario, y, sin posibilidades de utilizar como indicador la
prima de riesgo, la posición de la economía cubana en los mercados
financieros internacionales es un misterio.
De modo que en las condiciones actuales es difícil
llegar a precisar cuál es la gestión que realiza el régimen
comunista de su endeudamiento externo. Se sabe que existe, que el
tamaño de la deuda en relación con el PIB es elevado y que no se
reduce, y que cuanto mayor es la captación de recursos financieros
en el mercado la solvencia no mejora. Más aún, cuando se produce en
escenarios de alta temperatura política, como el provocado por el
reciente referéndum constitucional, en el que una vez más, la
represión contra los disidentes que pedían la abstención o el no,
se ha disparado de forma muy notable. Los mercados financieros
internacionales asisten a este tipo de situaciones, las observan y
analizan, y toman decisiones al respecto. Además, cuando comprueban
que la economía se encuentra atrapada en un crecimiento mediocre,
como consecuencia de la ineficacia de las políticas del gobierno, la
categoría de inestabilidad política va en aumento, y como
consecuencia, la confianza en los gestores cae.
De ese modo, Díaz-Canel se puede encontrar ante
una situación no deseable para él y el régimen que encabeza. Si
por un lado, puso en marcha la reforma constitucional para trasladar
al exterior algunos indicadores de apertura y flexibilidad de la
economía, por otro, la marcha de los acontecimientos internos puede
conducir a un resultado opuesto, y los mercados financieros
internacionales mostrar su desacuerdo con el proceso. En suma, la luz
definitiva sobre los resultados del referéndum no permite valorar los niveles de
estabilidad deseables para prestar dinero a una economía en un claro
escenario de incertidumbre. Además, el emisor cubano, obligado a
colocar los bonos en el Banco Central, ha apostado por una
monetización del déficit que no es la estrategia más adecuada para
corregir los desequilibrios internos. Las dificultades que tienen
muchas empresas extranjeras para repatriar sus beneficios a las casas
matrices, tienen mucho que ver con el racionamiento del crédito que
practica el Banco central de Cuba bajo la dirección del régimen
comunista. El problema internacional, a la vista de dicha política,
se agrava más aún, de modo que la pésima gestión de las finanzas
públicas acumula mayores desequilibrios, que acaban siendo muy
peligrosos, como consecuencia de la acumulación de unos volúmenes
de deuda desmesurados.
Dicho lo anterior, resulta difícil estimar la
magnitud real de la deuda externa cubana, si bien, algunas
estimaciones la sitúan cerca del valor del PIB, uno de los factores
que explica por qué resulta tan difícil obtener de forma continua
un trato favorable de los mercados de capitales a medio y largo
plazo. Con un doble agujero en las cuentas externas e internas, la
financiación de la economía cubana, sin el aporte del petróleo de
Venezuela, puede entrar en una grave crisis a corto plazo, con
consecuencias similares a las del período especial. Además, llega
en un momento complicado en el que sigue sin resolverse la doble
moneda en circulación, a pesar de los avisos oficiales desde hace
años. Unas cuentas públicas inadecuadas para afrontar un ejercicio
complicado y la necesidad de hacer frente al aparato de subsidios y
gastos para sostener un sistema que es ineficiente, impiden a los
comunistas cubanos de Díaz-Canel conseguir la confianza que
necesitan en los mercados internacionales. Fidel Castro era otra
cosa.
El crédito internacional al régimen de La Habana puede haber entrado en
crisis por la pérdida de confianza en los actuales dirigentes. Un
callejón sin salida en el que la economía se acerca a un nuevo
período especial de alto nivel de malestar social. Los 2,5 millones
de cubanos contrarios al régimen van a aumentar y rápido. Los
mercados financieros internacionales pueden empezar a sentir un
cierto hartazgo de financiar los despropósitos fiscales y las
ausencias de liquidez de quién no hace otra cosa que atacarlos a
nivel político e ideológico. La confianza internacional en la
economía cubana ha tocado fondo.
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