La economía de la que no van a hablar los comunistas cubanos: Derechos de propiedad (I)

Elías Amor Bravo, economista

En una entrada anterior del Blog se analizaron los distintos “documentos” que van a centrar los debates del próximo congreso comunista que tendrá lugar del 16 al 19 de abril. A partir de esta entrada de hoy, vamos a incorporar aquellos asuntos que no han sido tenidos en cuenta en la agenda comunista y que, sin embargo, resultan esenciales para alcanzar mayores niveles de prosperidad en la nación.

Derechos de propiedad. Es cierto que la constitución comunista de 2019 lo dice con rotunda claridad en los Fundamentos económicos del Título II, artículo 18, “en la República de Cuba rige un sistema de economía socialista basado en la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción como la forma de propiedad principal”. Propiedad socialista, le denominan al concepto. Está claro que el legislador quiere que la principal forma de propiedad, la que se refiere a los medios de producción, sea la colectiva en la que nadie es dueño de nada y por tanto no se pueden imputar a nadie los beneficios y costes derivados de la propiedad, con lo que ello supone de erosión de los derechos con el paso del tiempo.

El legislador admite otras formas de propiedad distintas a la “socialista” de todo el pueblo, a las que se otorga un carácter marginal, y así el artículo 22 reconoce como “formas de propiedad las siguientes: a) socialista de todo el pueblo, b) cooperativa, c) de las organizaciones políticas, de masas y sociales, d) privada, e) mixta, f) de instituciones y formas asociativas, g) personal”.

Y añade al respecto que “todas las formas de propiedad sobre los medios de producción interactúan en similares condiciones; el Estado regula y controla el modo en que contribuyen al desarrollo económico y social. La ley regula lo relativo al ejercicio y alcance de las formas de propiedad”.

Si los comunistas cubanos quieren trabajar de verdad en su congreso, y hacer algo productivo y beneficioso para la economía nacional, aquí tienen materia suficiente para ello.

Podrían empezar simplificando, de modo que fuera más fácil entenderse y avanzar. Propongo que debatan la posibilidad de establecer en la economía cubana dos tipos de propiedad, como en el resto de los países del mundo, la privada y la pública

La primera tendría como referencia al individuo a su familia y circunstancias personales, lo que los economistas denominan el capital no humano, que tiene su origen en el ahorro y las decisiones de inversión acertadas. También se entendería propiedad privada la perteneciente a las empresas y entidades no públicas, y ello debería servir para orientar un futuro debate sobre la creación de empresas privadas en la economía cubana. 

El resto, por diferencia, de la propiedad sería la pública, de titularidad estatal o de los distintos niveles de la administración pública, incluyendo los distintos conceptos y activos.

Con esta distinción tan elemental y sencilla, habría que empezar a discutir sobre qué se entiende por propiedad de todo el pueblo, la que se utiliza como referencia para los medios de producción fundamentales. El punto de partida debería ser entender qué significado tiene pueblo. Porque este tipo de conceptos pueden llevar a errores que hacen muy difícil la toma de decisiones. 

 Vayamos al diccionario de la Real Academia de la Lengua que dice textualmente, del latín populus, con las siguientes acepciones: 1. Ciudad o villa, 2. Población de menor categoría, 3. Conjunto de personas de un lugar, región o país, 4. Gente común y humilde de una población, 5. País con gobierno independiente. En realidad, todas casan mal con el concepto económico de propiedad de los medios de producción. E incluso, el legislador constitucional contribuye a la confusión cuando en el artículo 22 define la propiedad socialista como aquella “en la que el Estado actúa en representación y beneficio de aquel como propietario”.

Este lío, propio de los países de economía comunista que no socialista, se tiene que resolver de algún modo, como hicieron chinos, vietnamitas o europeos del este. Y convendría que los comunistas le dediquen alguna atención en su próximo congreso, porque es uno de los obstáculos más firmes al desarrollo y la prosperidad de la economía cubana. Deshacer el entuerto es cada vez más difícil, pero tiene solución, y conviene saber por dónde se debe pensar qué hacer.

Para ello, hay que empezar por acordar cuáles deben ser las funciones del estado. Una definición técnica, que no política, sería aquellas que se pueden realizar con un determinado nivel de PIB, En el caso de la economía cubana no crece como debiera, por ese elevado peso del estado en la economía. Las funciones están sobredimensionadas para el tamaño del PIB. Por tanto, hay que partir del reconocimiento que el estado debe tener propiedad pública para el ejercicio de sus funciones, que deben estar limitadas a la distribución de la renta, el crecimiento económico estable y sostenible y la asignación de bienes no suministrados por el mercado.

A continuación, definidos los medios de producción esenciales para esas funciones que son prestadas por el estado, y en torno a las que debe existir el máximo nivel de consenso, el resto de la propiedad debe ser privada y de titularidad de las personas y las empresas. Hagan números y verán que sale lo mismo que en otros países del mundo. La transformación del marco jurídico de derechos de propiedad debe producir un resultado óptimo para promover el crecimiento económico sostenible, sin merma de nivel y calidad en la prestación de servicios. Esto significa que el estado podría quedarse con el 30% de los medios de producción de carácter público (de sobra para cumplir sus fines y funciones, y no el 70% que tiene ahora) y el sector privado alcazar la titularidad del 70% (ahora no alcanza ni ese 30%).

Este sería el punto de partida de la hoja de ruta que los comunistas cubanos deben estudiar en su próximo congreso. Nada de asumir como cierto e irrefutable que el Estado se atribuya por su cuenta y riesgo, una presunta actuación en representación y beneficio del pueblo, propietario de los medios de producción, realmente. Para actuar de ese modo, debería existir un reconocimiento por parte del pueblo, y esa asignación no existe constancia de que exista. 

Además, esa atribución al Estado de gestión de la propiedad pública, no ha funcionado y el "pueblo" tiene derecho como cualquier otro titular de una propiedad, aunque sea colectiva, a exigir su retorno. Realmente, el pueblo no existe como titular de derechos de propiedad, eso es una falsedad constitucional comunista que cae por su propio peso. El pueblo no es titular de derechos porque participa de los costes pero no de los beneficios de los medios de producción que se supone son de su titularidad. Toda esta confusión tiene que ser eliminada, antes que ocurran cosas peores.

En la economía, para que las cosas salgan como tienen que ser, el titular del medio de producción debe tener la posibilidad de apropiarse, en beneficio propio, de los frutos del trabajo y la producción realizada de bienes o servicios. Esa asignación de la productividad al titular es la garantía de que las cosas se seguirán haciendo igual, de que en caso de poder, se ampliará la escala de producción y con ello, el tamaño de la economía. No puede haber desarrollo y prosperidad sin propiedad, pública y privada, pero bien atribuida por medio de un marco jurídico estable y de respeto para todos los agentes económicos, incluido el Estado.

Mucho me temo que los comunistas cubanos no prestarán atención a estas cuestiones de la propiedad a pesar de su importancia. Cuando Díaz Canel habla de las trabas del modelo, esta es la primera y más importante. Aprovechar el congreso para desmontar el sistema y avanzar como hicieron chinos, vietnamitas y europeos del este, es una responsabilidad histórica que no admite más retrasos, dudas y oposición por parte de los más reaccionarios al cambio. 

Si la economía cubana no se desprende de ese colectivismo igualitarista que justifica el predominio del Estado sobre el sector privado, no podrá crecer y evolucionar. Los comunistas cubanos deberían reflexionar sobre ello porque continuar con el mismo modelo económico social, cuyos resultados son bien conocidos, es un grave error en 2021.

Lo importante es que los dirigentes del partido único se den cuenta que hay que acometer cambios estructurales de profundidad que alejen a Cuba de la postración en que se encuentra. En ese camino, encontrarán mucho más apoyo que oposición, y desde luego, asumirán un papel histórico. La propiedad, privada y pública, bien dimensionadas y establecidas, sería un buen comienzo, dando cabida a las múltiples sensibilidades y perspectivas nuevas que existen en la sociedad cubana hacia la forma de entender la economía.

Los comunistas insisten en sus documentos en la "voluntad transformadora", si bien no se sabe de qué ni de quién, porque prácticamente todas las piezas del armazón envejecido de la economía cubana se apuntalan con una "actualización" de conceptos y lineamientos, que parece más un ejercicio de magia que otra cosa. Con ello, como ya he señalado en otra ocasión, no solo están dando la espalda a la perspectiva de una nueva realidad, sino que tampoco abordan el uso realista de los conceptos y términos, en un rechazo deliberado a implementar los cambios estructurales y jurídicos que se necesitan para que la economía funcione. Los derechos de propiedad son fundamentales y un buen punto de partida.

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