Revisando previsiones de 2018: la unificación monetaria
Elías Amor Bravo, economista
Los seguidores de este Blog saben muy bien que el 9 de marzo de 2018, hace justo dos años, un día como hoy, escribí un post titulado “¿Por qué no habrá unificación monetaria en cuba?”. Al margen que ha sido una de las entradas que más lectores ha tenido (más de 3.000 personas se han interesado por el contenido) es cierto que el pronóstico global que se formuló en el mismo no se ha cumplido.
Llevamos dos meses de Tarea Ordenamiento, con la circulación del peso cubano como moneda de curso legal, y el CUC en proceso de demolición, de modo que cabe esperar que cumplido el plazo establecido de seis meses desde enero, solo quede una moneda en Cuba, lográndose la ansiada unificación monetaria. Han pasado dos años, pero nunca es tarde si la dicha es buena.
En aquel post se abordó la perspectiva de la unificación a más corto plazo, y mediante un sencillo cálculo de costes y beneficios, se concluyó que la existencia de dos monedas en Cuba representaba mucho más que un problema contable o de medición de la economía, porque si hubiera sido solo eso, la decisión de revertir el sistema al que existía anteriormente, sería fácil y probablemente ya se habría adoptado.
Como aspectos positivos, por medio de la unificación de las monedas, desde luego, se lograría credibilidad para la economía, una reducción de los costes de gestión para las empresas y, en general, la vida de los cubanos se vería facilitada por la eliminación de los cambios obligatorios.
Sin embargo, en el lado negativo. las cosas no parecía que estuvieran yendo bien en aquel momento, y tampoco en estos dos primeros meses, lo cual está motivado por el mantenimiento inalterado de las bases del sistema económico y del marco jurídico de los derechos de propiedad, un condicionante del éxito de la puesta en marcha de la unificación monetaria, como de hecho ha ocurrido finalmente.
Y si en 2018 la economía cubana se encontraba constreñida por una asfixiante falta de liquidez, derivada de la paralización de los envíos de petróleo venezolano y que las fuentes de ingresos del turismo, las remesas o las inversiones extranjeras, dejaban mucho que desear, la situación ahora en 2021 no es muy distinta agravada por la pandemia. El riesgo y la complejidad elegidos para acometer las medidas de unificación son elevados, y pueden acabar creando problemas adicionales.
Y por ello, el blog ponía especial énfasis en las necesarias transformaciones del escenario económico para tener éxito en el proceso. La ampliación de los trabajadores por cuenta propia, cooperativas y “nuevas formas de organización” eran medidas positivas que venían a mostrar que la economía cubana precisaba mucho más que simples ajustes superficiales para ser competitiva, productiva y permitir que los cubanos vivan mejor, con más prosperidad y bienestar. Sin embargo, subsisten dudas de que ahora eso pueda servir de algo. La incertidumbre sobre el futuro, y la falta de expectativas, es cada día mayor, y por ello, los cubanos han dejado de confiar en su gobierno.
En contra de la unificación monetaria, entonces, en 2018, y ahora, actuaba de forma negativa, la inexistencia del mercado, sometido a un papel marginal por el estado, pese a que las reglas del juego han variado. Casualmente, se necesitan mercados eficientes en la economía para que los precios reflejen de forma adecuada las decisiones de producción y consumo, evitando las continuas y perniciosas injerencias del aparato estatal en la economía. En aquel momento, se advertía que el peor enemigo de la unificación monetaria serían los precios topados y los subsidios a empresas para abaratar el coste de producción de determinados bienes y servicios, precisamente los ejes que han creado más problemas al gobierno en la gestión de la Tarea Ordenamiento en estos dos meses.
Y si en 2018 constataba que nadie tenía la mínima confianza en que la economía cubana pudiera despegar y alcanzar ritmos de crecimiento sostenibles, ahora en 2021 las previsiones son incluso más negativas. La economía se encuentra inmersa en un escenario de tensiones y errores en la implementación de las políticas económicas que impiden lograr un mayor crecimiento. Y aunque la circulación de dos monedas y las transacciones han ido pasando a mejor vida, el impacto sobre la inflación y la reducción de poder adquisitivo están creando situaciones de malestar social que se desconoce en qué pueden acabar.
Las autoridades del régimen no han sabido ligar el objetivo de unificación monetaria con cuestiones relevantes, como los mecanismos de formación de precios, los niveles salariales de la población, el poder de compra de los salarios, la capacidad de ahorro, etc. Cuestiones para las que la economía cubana, basada en un modelo autárquico de intervención estatal y sin derechos de propiedad en el que no existe el mercado como institución para la asignación de recursos, no tiene respuestas.
Y al final han acabado ocurriendo algunas de las previsiones formuladas en aquel trabajo. Una de ellas, por ejemplo, ha sido el daño relativo mayor que las medidas causan al trabajo por cuenta propia y los emprendedores privados que a las empresas estatales, confirmando una visión interesada, ideológica y que se inspira en la doctrina oficial comunista, ante el próximo congreso en el que se van a dar cuentas.
En aquel momento, se exponía que a las empresas estatales les perjudicaba tener una contabilidad con dos monedas y realizar transacciones en las dos igualmente, pero aceptar un condicionamiento de la dimensión de los beneficios obtenidos o la estimación de los negocios o inversiones, parecía complicado. El disparo de la inflación que se ha producido tiene mucho que ver con ello.
También se abordó la cuestión de las “migraciones de empleo” de unos sectores a otros en función de los salarios, pero la realidad es que la pirámide de la Tarea Ordenamiento tampoco ha conseguido este efecto, y el aumento de la población activa en los dos últimos meses tiene más que ver con el empobrecimiento de las familias que con una búsqueda real y efectiva de mejores empleos. En algún momento, alguien tendrá que entender en la oficialidad comunista de Cuba que ganar dinero es legítimo, que la acumulación de riqueza basada en el esfuerzo, el talento y el trabajo es legítima, y que además, al funcionar correctamente estos procesos, la economía de un país crece, que es justo lo que no hace la cubana.
Los procesos de migración de trabajo y talento en la economía cubana serían positivos si permitieran a las personas acceder a puestos de proyección profesional y mejor retribución, para desarrollar sus potencialidades en ocupaciones que les permitan crecer en todos los aspectos. No hay nada malo en ello, y lo que el régimen debería hacer es liberalizar plenamente todas las ocupaciones para el ejercicio de la actividad por cuenta propia.
En aquel momento, se responsabilizaba a Raúl Castro de la parálisis económica del país. Ahora es Díaz Canel, pero se tiene la convicción de que las tensiones en la economía, la mayor complejidad de las relaciones intersectoriales y el estrangulamiento financiero que agrava notablemente los desequilibrios internos y externos de la economía están al margen de la actuación de los dirigentes políticos. Además, la nómina de tensiones y problemas ha ido en aumento en estos dos años.
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