Análisis económico del discurso de Raúl Castro en la Asamblea

Elías Amor Bravo, economista
 
Finalmente, Raúl Castro en su discurso en la Asamblea Nacional, con motivo de la proclamación de la constitución comunista ha reconocido, lo que en este Blog se viene diciendo desde hace un año más o menos. La economía cubana no da para más. Los motores que la venían sosteniendo se han apagado, y una cierta sensación de sálvese quién pueda, comienza a extenderse en amplios sectores de la sociedad. Las protestas sociales cada vez son mayores y más extendidas, y esto no ha hecho más que empezar.

Castro, vestido de traje azul y corbata roja (se olvidó todo el mundo de la guayabera) ha dicho, según cita Granma, “que enfrentamos dificultades adicionales y que la situación pudiera agravarse en los próximos meses. No se trata de regresar a la fase aguda del período especial de la década de los años 90 del siglo pasado; hoy es otro el panorama en cuanto a la diversificación de la economía, pero tenemos que prepararnos siempre para la peor variante”.

Claro que no se puede regresar al “período especial”, porque ya no estamos en 1994. El reloj del tiempo solo va en una dirección. Eso lo debería saber alguien que tiene tantos años y que ha visto ya tantas cosas en su vida. Pero si algo tiene que tener claro es que las dificultades que afronta la economía cubana no son adicionales, son las mismas de siempre, las que todos los cubanos conocen y han experimentado durante 60 años, y además tienen mucho que ver con las raíces torcidas de la naturaleza del modelo económico impuesto por la fuerza a los cubanos. La realidad es que, aun cuando el panorama es distinto, la situación puede ir a mucho peor, porque no se adoptan las medidas necesarias para salir del círculo vicioso de la economía. Eso es lo más grave.

Ya no se puede esconder o disfrazar el desastre de la gestión de la economía. Se reconoce públicamente, y además, se pide, y vuelvo a citar, “es necesario que estemos alertas y conscientes de que enfrentamos dificultades adicionales y que la situación pudiera agravarse en los próximos meses”. Un mensaje que parece ir más dirigido a los inversores extranjeros locales que al pueblo cubano, que ya conoce de esta situación, porque la ha vivido en muchas otras ocasiones.

Según el dirigente comunista, la receta que quieren poner en marcha es la misma de siempre “es preciso redoblar los esfuerzos por incrementar las producciones nacionales, en particular la de alimentos, revisar todos los gastos para suprimir los no imprescindibles, elevar la eficiencia en el uso de los portadores energéticos, especialmente los combustibles, lo que incluye acabar con el robo existente y asumir el ahorro como una firme línea de conducta de los dirigentes desde la nación hasta la base y los compatriotas en general”. Todo muy básico y muy genérico, sin ir al origen del problema y a las soluciones que son necesarias y urgentes.

Que diga cómo se pueden “redoblar esfuerzos” en una economía en que los agentes económicos carecen de motivaciones para hacer las cosas mejor. El trabajador por cuenta propia o el botero al que suben los impuestos o las penalizaciones, ¿qué esfuerzos va a redoblar?. Que diga públicamente que gastos del presupuesto va a suprimir, tal vez las inversiones en infraestructuras, que son las más bajas de América Latina, o los gastos en educación y sanidad. Porque los gastos del presupuesto militar, los de defensa, policía y seguridad no se reducen, sino que aumentan. Y que diga cómo se puede elevar “la eficiencia de los portadores energéticos” cuando la economía es intensiva en el consumo de derivados del petróleo, que pronto tendrá que comprar a precios internacionales y no subvencionados de Venezuela. Que diga, en definitiva, cómo pueden los cubanos ahorrar en un país con los salarios y pensiones más bajos del mundo, y en el que el poder adquisitivo de la población apenas da para medio pollo por persona al mes.

Lo peor de todo es que no se ha escuchado en el discurso de Raúl Castro ningún reconocimiento de los graves errores cometidos por la llamada “revolución” en la dirección económica del país. Al contrario, en un determinado párrafo de la intervención reivindica y hace suyos, como fuentes de derecho, las atrocidades cometidas por el comunismo contra la sociedad y la economía cubana. Y cito otra vez, textualmente, sus palabras“la revolución fue fuente de derecho, fue ella quien les dio la tierra a los campesinos, la que garantizó el acceso gratuito y universal a la educación, la que puso la salud pública al servicio de los ciudadanos, la que garantizó la igualdad de los cubanos, la que nacionalizó con el respaldo popular las grandes propiedades en manos de compañías extranjeras que explotaban a nuestros compatriotas".

¿Fuente de qué? La revolución trastocó y llevó a la indigencia a centenares de miles de personas que perdieron sus activos, sus planes de ahorro, sus depósitos, sus tierras, sus empresas y negocios, después de una larga vida de trabajo y esfuerzo. Unas decisiones que trasvasaron todo el capital productivo de la nación al estado totalitario comunista, que a partir de ese momento, por medio de la planificación central y la ausencia de mercado en la asignación de recursos, hizo y deshizo a su antojo. Esa es la “fuente de derecho” de la miseria comunista de la economía cubana que ahora quieren sancionar con una constitución que bloquea cualquier cambio hacia la racionalidad y la modernización de la economía. Una miseria económica de la que nunca se podrá recuperar, que no se puede atribuir a bloqueo ni embargo alguno, como reivindica Castro en uno de los apartados más lamentables de su discurso.

Y dicho y hecho, se despidió diciendo “eso es todo por ahora”. ¿Pero es que hay más?

Comentarios

  1. Hay que agradecer que el autor haya dedicado su tiempo a analizar el discurso de Raúl Castro; es el último analista del castrismo. Ya nadie analiza los discursos porque es absurdo analizar algo que no tiene sentido. La “economía” castrista no existe o se puede explicar como se explicaría la economía del buhonero o la quincalla, quizás el bodeguero, pero no es más compleja que eso. Por otro lado, no hay nada que analizar porque es imposible razonar con la propaganda porque no es razonable; lo que se puede hacer es explicar la mentira, los falsos razonamientos, la información que no se incluye como en parte hace muy bien el autor (que se exaspera al final por lo "irracional" de las acciones de Castro).

    Sin embargo, ya que está interesado en seguir demostrando lo sabido, que la economía no funciona, o que los Castro no reconocen sus errores, algo que ningún autócrata ha reconocido nunca, el autor podría explicar qué tipo de economía política (además de la socialista) reproduce el patrón de conducta castrista. Si nos hiciera ese importantísimo servicio, podríamos ver que la conducta de los Castro es perfectamente razonable.

    Por ejemplo, si el autor aceptara que Castro sostiene una economía de guerra (Azor) o de embargo (Sanguinetty), explicaría por qué no puede ser productiva, por qué el bienestar de la población no se tiene en cuenta en absoluto, y por qué en vez de ir hacia una crisis de periodo especial lo que se regresa es a la “normalidad” de la economía de guerra; es decir, el "bienestar" es un accidente (“coyuntura”) y se regresa a la normalidad. El especialista podría explicar similitudes y diferencias entre la economía castrista y la de países africanos en los que un grupo armado se apropia de los recursos naturales y los servicios básicos del país, y mantienen a la población bajo control total.

    Debemos agradecer al último analista de Castro que haya recogido esas dos citas finales del discurso, o dictamen, leído por Castro. La primera es sobre la revolución como fuente de derecho. El autor debió mencionar que la fuerza como fuente de derecho es todo lo contrario a la civilización; eso es lo que en Occidente llaman barbarie. La violencia se justifica solo cuando es la razón última para alcanzar la convivencia ciudadana, algo que no sucedió con los golpes de Estado en 1952 ni en 1959. El autor debió desmentir la propaganda que afirma que la violencia le dio la tierra al campesino, o educación y salud gratis, o que la nacionalización de empresas benefició a los ciudadanos. Así es como se “razona” con la propaganda.

    La segunda cita memorable es “eso es todo por ahora”, que es la forma en que se despacha a un subalterno, a un criado, y muestra a un repugnantemente candoroso, honesto o senil, Castro.

    El análisis económico de la Guerra Fría, dirigido magistralmente por Mesa-Lago, debe renovarse y sería bueno comenzar con la economía política del castrismo, demostrar con cifras cómo se pasa del Primer Mundo al Tercero, a niveles pre o postcoloniales similares a los africanos. Este es un campo de la economía inexplorado.

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