Economía cubana: lo peor no ha llegado aún, Raúl Castro dixit
Elías Amor Bravo, economista
El modelo económico no da para más. Las autoridades han
entrado en pánico. Es como si la explicación de Thomas Kuhn para
las revoluciones científicas, se aplicase de forma contundente a la
revolución castrista, que tiene poco de científica, pero mucho de
dogmática.
La
economía cubana está en bancarrota. Necesita importar bienes y
servicios del exterior que no puede pagar, porque su economía
controlada por el estado, es incapaz de satisfacer las necesidades de
la demanda interna, por ejemplo, la alimentación, pero también el
suministro de energía, los bienes intermedios o los bienes de
capital. Las autoridades se han dado cuenta que la sustitución de
importaciones es inviable a corto plazo, y además, anacrónica. La tasa de cobertura del
comercio de bienes (la relación en porcentaje entre las
exportaciones y las importaciones) se situó en 23 en 2017 y según
estimaciones por debajo del 20, en 2018, siendo de las más bajas del
mundo, y por debajo del 42 alcanzado en 2011. En el Cuadro 1 se
presentan los datos disponibles y se observa cómo la tasa de
cobertura va en caída libre.
Cuadro
1.- La tasa de cobertura del comercio de bienes y mercancías en Cuba
Fuente:
ONEI
Se insiste
que el problema no está en la importación de bienes y servicios.
Otros países para superar el atraso económico se vieron en la
necesidad de realizar compras en el exterior de equipamientos,
tecnologías y materias primas. Lo importante es contar con capacidad
para obtener recursos del exterior. Bien sea porque se cuenta con
sectores competitivos o fuentes de ingresos estables y crecientes.
Esto es lo que falla en la economía cubana, básicamente porque
desde 1959 vive en un sueño ideológico absurdo que desprecia estas
prioridades fundamentales para una economía.
Cuba no
puede cumplir con el pago de sus importaciones, porque su capacidad
de generación de ingresos en el exterior es limitada, y porque la
financiación que puede obtener del exterior (por ejemplo, la factura
petrolera de Venezuela viene bajando de forma continua desde 2016) es
igualmente escasa. Por ello, debe recurrir al endeudamiento, lo que
no siempre resulta fácil ya que el régimen castrista desprecia las
normas y procedimientos que aplican los organismos multilaterales
como el Fondo Monetario Internacional, o el Banco Mundial para la
seguridad de las transacciones y movimientos de capital.
Y si grave
es la situación para el cubano de a pie, por muy acostumbrado que
esté a pasar necesidades, los productores extranjeros que habían
comprometido sus ventas a la isla y que reciben el mensaje, a medio
año, que no se van a materializar las operaciones, todavía lo pasan
peor. Incluso los acreedores que temen por su deuda también se ven
penalizados. A nadie le gusta que le dejen con un pedido sin
realización. Como consecuencia de ello, al año siguiente no habrá
acuerdo comercial, y el régimen castrista culpará al embargo, pero
tendrá que aprovisionarse en otros mercados. Su credibilidad y
confianza irá descendiendo por culpa de los impagos y falta de
compromiso. Nadie querrá vender, y mucho menos prestar. Es lo que
tiene depender del exterior. Ya pueden echar la culpa a EEUU y al
embargo o lo que se les antoje.
Las
autoridades comunistas saben lo qué tienen que hacer, pero no son
capaces de resolver el problema por motivos ideológicos. Si la
economía necesita compras del exterior por 5.000 millones de dólares
o posiblemente más, la única forma de pagar es exportar más. Pero
las ventas al exterior no tienen el comportamiento esperado, porque
los motores dejaron de funcionar, o son insuficientes para obtener
ingresos. Con una tasa de cobertura en el comercio de bienes en 2018
por debajo de 20, la capacidad de financiación no se puede negociar.
Además, falla la previsión de inversión extranjera, el turismo se
estanca y las remesas pueden flexionar a la baja en cualquier
momento. Es decir, los motores de la economía se colapsan por la
falta de alternativa de un modelo económico que ha sido finalmente
derrotado.
La derrota
llega por el frente externo de la economía, justo en el momento
en que los créditos no se vuelvan a conceder a quién es insolvente
y no se comprometa a pagar. La deuda externa del régimen comunista
se benefició hace unos años de generosos acuerdos de condonación y
exención de intereses, así como una reordenación a plazos más
largos. Nada se ha sabido desde entonces. Solo que la posición
externa es cada vez más complicada, y que los créditos se han ido
acumulado volviendo a incrementar el monto de la deuda externa.
Según
las autoridades, la deuda impagada con proveedores a corto plazo a
renegociar ascendía a 1.500 millones de dólares al cierre de 2018.
Un importe que, de ser cierto, no debería estar planteando problemas
a la economía si la balanza corriente superase los 1.500 millones de
dólares. Lo más normal es que la deuda sea muy superior. Y asumir
esa deuda, tarde o temprano, va a exigir decisiones de respaldo
financiero con la venta de activos, actualmente en manos del estado,
que se tendrán que realizar para afrontar los pagos.
Alguien se
ha dormido en los laureles. Hacer depender la economía de la
“empresa estatal socialista”, considerada clave en el sistema
económico, no da resultado. Los avances en el trabajo por cuenta
propia tampoco, por insuficientes. Los números no salen. La empresa
estatal comunista no sirve para sacar al país del atolladero. Su
dueño es insolvente. Las autoridades han informado la intención de
revisar en profundidad las operaciones de importación autorizadas a
las empresas estatales para que las sustituyan por compras internas. Es una
situación de crisis que recuerda, y mucho, al “período especial”.Es un círculo vicioso del que resulta muy difícil salir.
Las
autoridades mienten cuando afirmar que la economía está más
diversificada que en los años 90 cuando se produjo el derrumbe del
muro de Berlín. Ni siquiera la amenaza de la aplicación del Título
III de la ley Helms-Burton está en el origen de los problemas
actuales de la economía. Desde hace más de un año, se podía
anticipar fácilmente el escenario actual que amenaza con llevarse
por delante el régimen comunista. No es extraño que Raúl Castro en
un discurso reciente en la Asamblea Nacional pidiera a los cubanos
prepararse para tiempos difíciles. Lo peor no ha llegado aún.
Cuba tendrá que actualizar su política económica como lo ha hecho china - por ejemplo- y adaptarla a sus características posibilidades y necesidades, sin renunciar a los principios básicos que ha mantenido a la revolución creo yo
ResponderEliminar