El ministro de economía defiende "sus medidas" en mesa redonda: incertidumbres y contradicciones

Elías Amor Bravo, economista
Las nuevas medidas económicas ordenadas por el régimen castrista para controlar las divisas asociadas a la importación de productos sin carácter comercial por personas naturales han acaparado la atención de la población. No en vano, la economía es un asunto de la máxima importancia para todas las personas. Y como consecuencia de ello, dicen que se ha producido un debate intenso en redes sociales, solo en el medio oficial comunista, Cubadebate se recibieron 1.400 comentarios.
Este dato fue ofrecido en la nueva mesa redonda de Randy Alonso, dedicada a continuar con la explicación de las medidas económicas anunciadas el día anterior, con la participación de los mismos dirigentes comunistas, el vicepresidente, los ministros de economía y planificación, finanzas y precios, comercio interior y comercio exterior e inversión extranjera, la ministra-presidenta del Banco Central de Cuba y la vicepresidenta primera de la Corporación Cimex.
Por supuesto que todas las palabras han sido interesantes y merecen un análisis, pero en esta entrada del Blog vamos a dedicar un espacio a la intervención del ministro de economía, seguramente artífice de las medidas propuestas, porque no tiene desperdicio: incertidumbres y contradicciones.
El ministro de economía y planificación, sin duda en referencia a los comentarios de la población en Cubadebate, empezó su presentación señalando de forma expresa que no hay intención alguna de eliminar la moneda nacional, ni ganar espacio en venta en dólares. Llama la atención, sin duda, que una mesa redonda, organizada para hablar de unas medidas económicas para el control de divisas, en las que en ningún momento se abordó la unificación monetaria, obligue al ministro a comenzar defendiendo la moneda. Un asunto que estaba enterrado, del que se sabía poco, pero que aflora con especial intensidad y que obliga al ministro a decir que se está avanzando. Por algo será.
Hay que agradecer al ministro su claridad. Fue concreto al señalar que el objetivo de estas medidas es captar divisas y mantenerlas en el país. Esto ya lo sabíamos y así catalogamos las medidas en la entrada del blog de ayer. Pero conseguir que estos ingresos lleguen al territorio nacional por la vía del comercio electrónico es otra cosa bien distinta, y pienso, sinceramente, que en este caso, el ministro ha mostrado más un voluntarismo subjetivo que una posición objetiva basada en hechos reales. La economía, le recuerdo, se basa en esto último.Los encadenamientos en Cuba son débiles.
De hecho, yo pienso que estas medidas no sirven para proteger, ni fortalecer la industria, el comercio minorista, ni tampoco para echar a andar el motor de la demanda interna en el país. Estas variables económicas en Cuba fueron proscritas del escenario macroeconómico desde fechas tan lejanas como 1959, cuando empezó la transformación del modelo económico y se eliminaron del país los valores de motivación, productividad, competencia y libre elección, que son la base de la economía de mercado. Las medidas ni favorecen la industria, ni tampoco, como dice el ministro, dejan mejores condiciones para el futuro proceso de unificación monetaria. Una vez más este asunto, que obviamente preocupa a los cubanos, se traslada a un futuro incierto, y van más de 25 años.
Con respecto a los ganadores y perdedores con las nuevas medidas, el ministro quiso explicar que, en su opinión, las medidas no solo benefician a las personas que tienen acceso a moneda libremente convertible, para añadir que igualmente en su criterio, se ha producido en la población una comprensión del impacto positivo de las acciones. Lo dudo. Creo que este tipo de medidas desconciertan a los cubanos que venían utilizando los servicios de las mal llamadas “mulas” para comprar bienes de equipo inexistentes en el país. Por lo pronto, aquellos que habían programado esas compras, se han quedado a la espera de adaptar sus decisiones al nuevo modelo, y probablemente cejarán en su empeño.
En contra de lo que dice el ministro, las medidas no benefician a todo el pueblo. Los que antes carecían de capacidad de compra para adquirir estos equipos, porque sus salarios de 30 dólares mensuales lo impiden, seguirán igual. Además, los productos que se van a incluir no están subsidiados ni existen planes para hacerlo, de modo que no serán accesibles a todos los segmentos de la población, solo a los que reciban remesas del exterior. Lo que va a ocurrir es que aquellos ciudadanos que sí que podían comprar a las mulas los equipos, y hacer la transacción con pago en efectivo, probablemente ahora no lo harán por la desconfianza en el estado y los bancos castristas, las cuentas y las tarjetas magnéticas. Y harán bien en desconfiar. Los derechos económicos no están a salvo.
El cambio que supone pasar de la situación actual, en la que importan los productos personas naturales, mientras que no todas las personas pueden acceder a comprarlos, a otro escenario que se pretende por las autoridades, en que estos productos tampoco podrán ser comprados por todos, pero se beneficia la economía nacional, al evitar que el 100% de la divisa salga del país, es bastante improbable, y no parece que finalmente tenga lugar. Lo veremos.
No estoy de acuerdo con el ministro que las medidas sirvan para promover el impulso de la economía, y mucho menos para lograr mejores condiciones para la redistribución de la riqueza en el país, en función de las necesidades y prioridades de nuestra nación, buscando el máximo beneficio para todos. Como el sabe, la redistribución de la riqueza no se consigue interviniendo en el mercado, sino por la vía fiscal, y en este ámbito se ha hecho poco con estas medidas. De la misma forma que cualquier estimación de posible crecimiento del empleo o salarios en la industria, a partir de la adopción de este tipo de medidas, es más un deseo que otra cosa.
Al final de su intervención, el ministro agradeció las opiniones de la población en Cubadebate y se refirió nuevamente a la preocupación con la que comenzó la mesa redonda, al insistir que se mantienen las dos monedas nacionales, el CUP y el CUC, aclarando que no es intención del gobierno eliminar las dos monedas, sino incorporar la venta con otras monedas. Añadió que la población puede seguir adquiriendo en CUC y CUP los productos habituales de las cadenas de tiendas del país, porque en ello no va a haber cambios. Este es otro asunto controvertido.
Sin embargo, volvió a crear una incertidumbre innecesaria al expresar la necesidad de utilizar las divisas captadas a través de estas medidas, teniendo en cuenta la disponibilidad de la economía cubana y los beneficios graduales que pueden generar estas decisiones. En este punto, y ante algunas preguntas relativas a una posible dolarización de la economía cubana, señaló que el dólar no será la única moneda a utilizar, porque se aceptarán otras monedas, y que en todo caso, el dólar sería una referencia para establecer los precios. 
¿Qué quieren que les diga? En el régimen castrista utilizar el dólar en operaciones económicas auspiciadas por el estado, y establecer precios de los bienes en esta moneda, es un cambio de dimensiones espectaculares, por mucho que se quiera revestir de aspectos técnicos. Pasar de un sistema de distribución de moneda convertible por el estado a las empresas y entidades, a otro de asignación descentralizada y controlada por el estado, utilizando los mecanismos bancarios y financieros de la banca estatal de titularidad del estado, es un cambio que tendrá efectos sobre la economía. No tardaremos en observarlos.

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