¿Es posible la dolarización de la economía cubana?
Elías Amor Bravo, economista
Los cubanos han vuelto a sentir especial atracción por el dólar de EEUU, desde que el régimen autorizó el nuevo sistema de compras de electrodomésticos y piezas de autos con las cuentas en divisa y las tarjetas magnéticas. Informaciones procedentes de la Habana hablan de un aumento espectacular de la demanda en los primeros días.
Algunos datos.
Se podría afirmar que en términos cuantitativos, la operación no
parece complicada. El PIB actual de EEUU (que alcanza 19.390.000 millones
dólares) es 221 veces más grande que el de Cuba (87.732 millones
dólares), o lo que es lo mismo, el PIB de Cuba apenas supone el
0,45% del de EEUU. La absorción monetaria sería inmediata.
Si se tiene en cuenta el valor del PIB de los estados de EEUU, Cuba
ocuparía el puesto número 36º por detrás de Nebraska y, antes de
New México. En tal caso, representa una fracción tan pequeña de la
economía de los EEUU que parece inapreciable. Tan solo Florida, por
ejemplo, tiene un PIB por, importe de 754.000 millones de dólares,
ocho veces superior al de la isla de Cuba.
En términos absolutos, las necesidades de dólares para financiar la
circulación monetaria y las transacciones de la economía cubana
serían equivalentes a las de un estado como Nebraska que, sin
embargo, tiene un PIB percápita de 49.778 dólares siete veces
superior al de Cuba de solo 7.602 dólares.
Desde la perspectiva cuantitativa, no sería problemático sustituir
las monedas que circulan en la isla por el dólar, en una operación
de conversión masiva similar a la que se realizó en la Unión
Europea cuando se acordó establecer el euro como moneda común. Otra
cosa es lo que pudieran aceptar las autoridades comunistas,
seguramente contrarias a dicho proceso. La principal dificultad del
mismo reside en establecer un tipo de conversión que permita a la
economía cubana ser competitiva a nivel regional, y no creo que EEUU
tuviera inconveniente en ello.
Salvando los obstáculos políticos, que son los más importantes, la
dolarización, en tales condiciones, no sería un problema
cuantitativo, sino cualitativo, porque antes de establecer el dólar
como moneda en Cuba, y suprimir el resto de unidades, habrá que ajustar las
variables fundamentales de la economía, y ello exige determinar en
qué estado se encuentran actualmente, cuál ha sido su evolución
reciente y si es posible intuir cuál puede ser la dinámica en los
próximos años.
En ese sentido, los fundamentales de una economía incluyen la información
cualitativa y cuantitativa que resulta básica para determinar el bienestar económico y
financiero, y la consiguiente estimación del valor de la economía,
teniendo como referencia primordial su moneda. Y dado
que la información cualitativa supone la necesidad de acceder a elementos que no son
fáciles de medir, como la experiencia directiva o la cualificación
del capital humano, los economistas utilizan información
cuantitativa cuyo análisis estadístico o matemático resulta muy
útil para los objetivos de medición.
De nada sirve promover la dolarización de la economía cubana si no
se produce una necesaria convergencia de los fundamentales con el escenario macroeconómico
de EEUU, que por otra parte, no puede ser inmediata, y que exige unas
políticas económicas distintas a las actuales. Si esa convergencia
no se produjera, la economía cubana podría saltar en mil pedazos.
No sería una decisión correcta.
Lo cierto es que el contraste entre los principales fundamentales de
las dos economías obliga a reflexionar.
Básicamente porque la distancia es enorme.
En primer lugar, el crecimiento del PIB en EEUU se sitúa
actualmente en el entorno del 3%, mostrando una notable pujanza,
mientras que Cuba se acerca de forma inexorable a la recesión, tras
anunciar CEPAL una tasa de crecimiento del 0,5%, probablemente
inferior para este año. La diferencia en términos de crecimiento es
muy relevante, y sitúa a la economía cubana lejos de la
convergencia. O se crece más y de forma más estable, o mejor no
mover ficha.
En segundo lugar, la inflación, que en Cuba no se puede
estimar con datos comparativos, porque su índice de precios al
consumo actual no sigue las reglas de cálculo internacionales. En
tal caso, se debe aproximar por medio del índice de precios del
deflactor del PIB, un dato que ha experimentado un crecimiento medio
anual desde 2013 a 2018 del 3,5%, con notables tensiones
inflacionistas. En EEUU en el mismo período, la tasa de inflación
se ha situado en promedio en 1,7%, prácticamente la mitad, lo que
define a la economía cubana a notable distancia de cualquier proceso
de convergencia en términos de fundamentales.
En tercer lugar, los tipos de interés en Cuba no se
determinan por el mercado a partir de la oferta y demanda, sino que
son fijados por el gobierno para la financiación del déficit
público por medio de emisión de deuda. El último dato ha sido del
2,5%. En EEUU el FED, autónomo en sus decisiones de política
monetaria con relación al gobierno, ha situado los tipos en 1,75%
anual, lo que vuelve a desplazar a la economía cubana de cualquier
proceso de convergencia alejando sus condiciones monetarias de las
existentes en EEUU.
En cuarto lugar, con relación al déficit del estado, es
decir la diferencia entre ingresos y gastos públicos, Cuba ha
anunciado para 2019 un desequilibrio del 11%, superior al de
ejercicios precedentes, mientras que EEUU, si bien cuenta con un
elevado volumen de 960.000 millones de dólares de déficit, su
economía tiene unas dimensiones tan destacadas que el porcentaje del
déficit en el PIB se sitúa en el 4,95%, alejando una vez más a la
economía cubana de cualquier proceso de convergencia con la de EEUU
en los fundamentales.
Por último, el sector externo de la economía cubana es
fuertemente deficitario en comercio de bienes con una desfavorable
relación real de intercambio, que lastra la competitividad de la
economía. El déficit comercial de la economía cubana 2018 (último
dato de ONEI) se situó en un 10,45% del PIB, alcanzando el importe
de 9.112 millones de pesos, en tanto que en EEUU, aunque subió a la
cifra de 621.000 millones de dólares, una vez más su relación con
el PIB lo situó en el 3,2%, de modo que la necesaria convergencia de
la economía cubana con este indicador tampoco se observa.
La distancia que separa a la economía cubana de la de EEUU en los
fundamentales hace muy difícil que la moneda de este país pueda
servir como referente de integración. Se puede afirmar que sería un
grave peligro avanzar hacia la dolarización de la economía cubana,
por cuanto podría suponer graves problemas para los distintos
sectores y actividades productivas de la economía de Cuba si antes
no se hacen los deberes y se corrigen las notables distancias que
existen en los fundamentales.
Basta con pensar en la conversión actual que se establece entre el
dólar y el peso cubano, por medio del CUC, para comprender la
dificultad que entraña el proceso. De igual modo, la tensión
alcista del dólar que se viene anunciando en los últimos días en
Cuba vuelve a recordar los tiempos del “período especial” cuando
se autorizó la libre circulación de la moneda de EEUU en la isla.
El peso cubano prácticamente está muerto. La apuesta por el dólar
de los cubanos muestra la notable distancia que existe entre las dos
economías. Las puertas a la dolarización de la economía cubana se
han abierto por los enemigos del imperio colonial. Jugar con fuego en
las operaciones monetarias supone quemarse. Vamos a ver en qué queda
todo esto.
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