Murillo y por qué la economía no funciona
Elías Amor Bravo, economista
Cuando el ministro de
economía de un país reconoce públicamente que “las tasas de
crecimiento no tienen un reflejo significativo en su economía
doméstica”, no sólo está asume su incapacidad para
gestionar la economía, sino que además comete una grave infracción,
que puede poner en grave peligro la credibilidad internacional de la
economía.
Vayamos por partes.
Ya se sabía que este
VII congreso de los comunistas de Cuba iba a dar mucho juego en el
tema económico. El sábado, en la inauguración, Raúl Castro dijo
que "la actualización del modelo económico-social constituye
un proceso complejo que implica transformaciones en la forma de
pensar y actuar de las personas". Aplazó su concreción a un
nuevo quinquenio. Además, los comunistas cubanos llegaban tan solo
con la adopción de un asombroso 21% de los 313 lineamientos aprobados durante el
anterior Congreso, de los que un 77% en proceso y solo un 2 %
comenzado.
El menú ciertamente,
importante. Por un lado, la discusión de la conceptualización del
modelo económico y social socialista, después el plan de desarrollo
de cara al 2030, la visión de la nación, sus ejes y sectores
estratégicos, la implementación de los Lineamientos aprobados en el
VI Congreso y su actualización para el próximo quinquenio. Lo que
nunca pudimos imaginar es que el ministro Murillo fuera a decir cosas así.
Murillo, ha reconocido
que la economía cubana creció a un ritmo del 2,8% anual en los
últimos cinco años, cifra que calificó de “insuficiente” para
aumentar el desarrollo del país, que tampoco ha producido grandes
cambios en la estructura del producto interior bruto. En eso coincidimos. Sin embargo,
las importaciones, que registran un aumento medio del 4,7 %, claramente superior al de la
economía, han vuelto a señalar la “dependencia externa de una
economía” cuyos dirigentes afirman, en continuas ocasiones, que
está bloqueada.
Murillo se queda así
defendiendo su gestión con un incremento del 2,8% del PIB, que no
responde a la dinámica de desarrollo que necesita el país, porque buena parte de ese crecimiento se traslada al exterior en forma de importaciones (otra vez nos preguntamos ¿dónde está el bloqueo?) y aquí
viene lo importante, reconociendo que las tasas de crecimiento "no
tienen un reflejo significativo en la economía doméstica".
Una valoración de
graves consecuencias en términos de credibilidad de la economía,
que de buen seguro estarán tomando en consideración los
responsables de la política de inversión extranjera de
multinacionales eventualmente interesadas en la economía de la isla.
Que un ministro de economía cuestione el impacto y sentido de las
tasas de crecimiento de la economía que dirige, no es un buen
presagio.
Entonces, habría que
preguntar a Murillo ¿qué está pasando con el crecimiento
económico? ¿Es capaz el ministro del ramo de ofrecer una
explicación razonable? En todo caso, con la agricultura estancada en
su participación en el PIB, las únicas actividades que han
mejorado, de forma limitada, su ejecución en los últimos cinco
años, ha sido el comercio, restaurantes y hoteles, de un 23,4% al
26,2% en 2015. Pero tampoco es para tanto, si se tiene en cuenta que
en otros países estas actividades pueden llegar a superar el 40% del PIB. En concreto,
¿dónde quedan los objetivos de sustitución de importaciones por
cuanto la economía cubana traslada su crecimiento al exterior,
y ello, como dice el ministro, “en medio de graves dificultades
financieras”?.
¿Es ésta una política
sostenible? ¿Puede aguantar el déficit externo por más tiempo? ¿Y
el interno, del que nadie habla y sin embargo es mucho más grave?
Realmente, si se sacase provecho de la condonación de deudas del
Club de París y de distintos países, tal vez cabría alguna
esperanza. Pero la realidad es que, con el actual modelo
institucional, de economía de planificación central y socialista, no debemos esperar gran cosa. Por ejemplo, la relación entre
ocupados en el sector estatal, 3.460.000, y no estatal alrededor de
1.400.000 se ha mantenido relativamente estable, sin que las
transformaciones estructurales que se pretenden impulsar hayan
servido para propiciar los cambios que necesita la economía. Otro
fracaso que impide mejorar la eficiencia de la economía y generar
más recursos.
Tampoco hay motivo para
satisfacción con las nóminas salariales. A pesar de las
modificaciones en los sistemas de pago en la esfera empresarial
aprobadas en el congreso anterior, la remuneración promedio en la
nación se ha estabilizado en los 640 pesos, unos 26 dólares. De las
más bajas del mundo.
Las transformaciones
estructurales de los comunistas desde 2006 han llevado a la economía
a una absoluta dependencia del exterior, en contra de los enunciados
ideológicos. Si a ello se añade que el entorno internacional,
fundamentalmente el comportamiento de los precios de los principales capítulos de exportación e importación y las tensiones de los tipos de
cambio, no está produciendo efectos positivos, sino negativos, la
conclusión que cabe obtener es que lo logrado en materia de gestión económica
se puede calificar de bastante mediocre y el responsable de la
gestión debería vislumbrar otros horizontes. Los congresistas pueden estar convencidos que emitir un voto desfavorable a una gestión como esa, sería lo más adecuado.
Lejos de culpar al
carácter errático de las reformas adoptadas y la incapacidad para
impulsar los cambios jurídicos e institucionales que necesita Cuba
para su homologación internacional, se justifica lo poco que se ha
avanzado por culpa de "la crisis internacional y el
acrecentamiento" del embargo impuesto por Estados Unidos, "en
particular la persecución de las operaciones financieras realizadas
por el país". Más de lo mismo.
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