Sobre los vínculos financieros entre Cuba y EEUU
Elías Amor Bravo,
economista
Bruno Rodríguez
declaró hace unos días que “Cuba y EEUU todavía no tienen
vínculos financieros”. Por supuesto. La realidad es que Cuba no
tiene vínculos financieros con ningún país del mundo. Hay dos
razones para ello. Primero, que en Cuba no existe un sector
financiero propiamente dicho. Ni siquiera existen estadísticas
oficiales del crédito o la banca, en la ONEI de Cuba. Segundo, que
este sector es de los más intervenidos y controlados de la economía
castrista. Vayamos por partes.
Si existe una actividad
económica que se ha visto beneficiada por el proceso de
globalización y la revolución de las nuevas tecnologías a nivel
mundial, no es otra que el sistema financiero. Los flujos de capital
se han movido a gran velocidad gracias a una mayor integración
tecnológica y las normas que facilitan su libre movimiento a nivel
internacional, de modo que los capitales han buscado los mercados con
mayores retribuciones a la vez que han huido de aquellos con menos
rentabilidad.
Para dar respuesta a
estos procesos crecientes de movimiento de capital a nivel mundial,
algunos países se han asociado, como los de la Unión Europea,
apostando por una moneda única acompañada de cesión de soberanía
en política monetaria y financiera. Las innovaciones impulsadas por
las entidades crediticias para ofrecer servicios a sus clientes han
sido realmente muy importantes, mostrándose este sector como uno de
los que realizan una mayor inversión en I+D.
Cuba, su régimen
castrista, ha permanecido ajeno a esta realidad económica
internacional. Dotada de modernos bancos autóctonos e
internacionales en la década de los años 50 del siglo pasado, y
preparado su sistema financiero para dar un salto cuantitativo y
cualitativo a nivel internacional, las confiscaciones del régimen
dieron al traste con una actividad en la que Cuba siempre tuvo
profesionales de primera línea y gran nivel de cualificación.
Se puede afirmar que no
es por culpa de un bloqueo exterior inexistente, sino por la
naturaleza de su modelo estalinista, lo que impide el impulso de la
actividad financiera, no solo interna, sino internacional. Falso es
que Cuba no haya tenido acceso a la banca y al crédito
internacional, pese a no respetar las normas ni aceptar las
regulaciones de organismos como el FMI, del que formó parte en su
constitución. Para ello, están los datos del Club de París y las
condonaciones de deuda recientes por parte de acreedores diversos.
Tan solo Estados Unidos, que fue víctima de una intensa campaña de
expropiaciones y confiscaciones sin compensación en los primeros
años de la llamada revolución, ha establecido la obligatoriedad de
pago en efectivo por las transacciones realizadas, lo que no
plantearía problemas para la economía castrista si su posición
internacional fuera solvente, pero ahí es donde reside la naturaleza
principal del problema. La insolvencia de Cuba, con un saldo negativo
en sus cuentas externas.
La razón por la que
Cuba y EEUU todavía no tienen vínculos financieros “normales”,
como dice el canciller castrista, es porque en Cuba no existe un sistema financiero y crediticio
homologable al de otros países del mundo. Cualquier indicador
cuantitativo o cualitativo confirma el abandono, atraso e
ineficiencia de la banca estatal en Cuba. Por citar algún ejemplo,
más del 80% de los trabajadores del estado siguen sin cobrar sus
sueldos por transferencia bancaria. En La Habana, con 2 millones de
habitantes, tan solo existen unos 300 cajeros automáticos. La
concesión de préstamos es una actividad marginal. En estas
condiciones, sin ahorro interno como consecuencia de las bajas rentas
salariales y el desbordado déficit corriente del estado, no existen
las condiciones para el desarrollo de la actividad financiera en la
economía. Algunos países que han apostado por la inversión en la
economía castrista han requerido la apertura de sucursales de bancos
nacionales en la isla, para poder realizar sus operaciones básicas.
Sin embargo, el
canciller Rodríguez ha dicho que no hay transacciones financieras
normales actualmente, porque Cuba sigue sin poder utilizar el dólar
en sus operaciones internacionales, ya que la prohibición de EEUU se
mantiene. Según el ministro castrista, mientras que esa situación
se mantenga, las empresas extranjeras que busquen entablar negocios
con Cuba no podrán hacerlo, por cuanto los bancos cubanos no podrán
abrir cuentas en el país norteamericano. Es simpático el ministro.
Cuba comercia abiertamente con países como España, Italia, Francia
o Canadá, y realmente, no existen bancos cubanos operando en estos
países. Nunca lo han hecho. Son las empresas de estos países las
que se ven obligadas a arrastrar entidades financieras nacionales
para que les ayuden a operar en la Isla. Entonces, ¿de qué bancos
cubanos habla el ministro en EEUU?
Sin duda, Rodríguez
está pensando en las remesas, cuyo monto se aproxima a los 2.000
millones de dólares. El responsable de exteriores castrista quiere
abrir bancos cubanos (de titularidad estatal) en Estados Unidos para
que el envío de dinero de las familias a la isla sea más fácil y
directo. Sin intermediarios. Una simple transacción. Incluso un
cargo en cuenta puede servir para que esos bancos se hagan con un
volumen financiero realmente importante para el sector externo
cubano. Es evidente que el ministro quiere un regalo del imperio, por
mucho que haya calificado de “extraordinariamente oportuna” la
“reflexión” del ex presidente cubano Fidel Castro, publicada en
los medios oficiales de la isla el pasado lunes en la que lanzaba
duras criticas a Obama, señalando que los cubanos no necesitan
regalos del “imperio”. Regalos financieros es otra cosa.
La banca es una
actividad seria. Cualquiera que conozca sus reglas de funcionamiento
básico sabe que es un sector fundamental para el desarrollo de una
economía. Su papel es poner en relación los que tienen ahorros con
aquellos que precisan créditos para crecer. Por esa gestión, la
banca debe lucrarse, siendo éste el origen de su negocio. Los bancos
estatales cubanos ni disponen de suficiente ahorro, ni son capaces de
atender una demanda de crédito, salvo para la construcción por
esfuerzo propio de alguna vivienda o la compra de alguna olla
arrocera, y poco más. Con un nivel de atraso de estas
características, el sistema financiero cubano está actualmente a
años luz del que existe en otros países, incluso de nivel de
desarrollo inferior.
Según Rodríguez “la
nación caribeña está dispuesta a dialogar y cooperar con Estados
Unidos, aunque sin renunciar “ni un milímetro a los principios de
la Revolución, ni a su independencia”, pero mucho me temo que en
materia de sistema financiero no le va a quedar más remedio que
olvidarse de este tipo de declaraciones numantinas. Si no lo hace, seguirá sin
los recursos que necesita la isla para afrontar sus responsabilidades
internacionales. Y entonces ya no será un problema del bloqueo o
del embargo.
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