En torno a las rebajas de precios del Mincin

Elías Amor Bravo, economista
 
Los cubanos afrontan un nuevo día con otra de esas decisiones de política económica que de vez en cuando adopta el régimen, y que lejos de conseguir los resultados buscados, terminan siendo un fracaso. Me refiero a las medidas de precios adoptadas por el Ministerio del ramo, que entran en vigor este mismo viernes 22 de abril en respuesta a uno de los problemas planteados en el Informe central al 7º Congreso del Partido, en el que se dijo: “los salarios y pensiones siguen siendo insuficientes para satisfacer las necesidades básicas de la familia cubana”.

Sorprende esta rápida reacción de las autoridades. La tensión se palpa. Los cubanos se quejan continuamente de sus bajos salarios, del escaso poder adquisitivo de los mismos y de los elevados precios que deben pagar para llenar la cesta de consumo. Y las autoridades, decididos a resolver el problema, aunque se reconoce, y en esto no les falta razón, que “la solución definitiva a esta compleja realidad se alcanzará con el incremento de la productividad y la eficiencia de la economía nacional”,“han propiciado adoptar un conjunto de medidas encaminadas a incrementar gradualmente la capacidad de compra del peso cubano en el corto plazo, las cuales se aplicarán a partir de este viernes 22 de abril”.

Este tipo de medidas adoptadas por el partido que dirige la economía nacional y el gobierno que interviene plenamente en la misma porque controla todos los activos y derechos de propiedad, recuerdan los tiempos vetustos de ministros del dictador español Francisco Franco, como Girón de Velasco, conocido como “el león de Fuengirola”, o el más dulce José Solís, al que llamaban “la sonrisa del régimen”, que imbuidos del poder totalitario franquista, de un día para otro anunciaban aumentos de salarios de un 40%, e incluso más, sin preocuparse por los márgenes empresariales o la viabilidad de los negocios. Aquellos tiempos, afortunadamente, han quedado tan atrás en el tiempo que nadie los recuerda.

Pero en Cuba, el partido comunista, que se parece cada vez más a aquel régimen franquista perdido en la memoria, continúa practicando el mismo tipo de medidas y con una pretendida “voluntad política de la dirección” (que es lo mismo que el gobierno) y se lanza a rebajas de precios (que en términos reales es equivalente a aumentar salarios nominales, pero si cabe más dañino para la economía nacional) con el ánimo, dice la nota de Granma, “de mejorar la situación de la población en medio de las limitaciones existentes, así como la disminución de los precios de los alimentos en el mercado mundial”.

Las decisiones adoptadas son especialmente controvertidas porque van a generar importantes distorsiones en los precios relativos al practicar rebajas en determinados productos y no en todos. Básicamente se trata de alimentos, pero también se rebajan los precios de las bombillas eléctricas, golosinas, caramelos y refrescos instantáneos, entre otros. En particular, la nota ministerial señala que “los precios descenderán un 20% en las cadenas de tiendas recaudadoras de divisas y el mercado paralelo del MINCIN para los productos seleccionados, sobre todo alimentos, con atención al arroz, pollo y los chícharos”. Además, “se propone generalizar la venta de pollo en formato grande (cajas), aplicando un único método de formación de precios en las mismas entidades comerciales, lo que supone una disminución de un 6% sobre los precios minoristas”. Finalmente, se anuncian otras medidas, “cuya adopción se irá informando a nuestro pueblo oportunamente”.

Esta rebaja en los precios supondrá para la oferta interna una menor rentabilidad, alterándose los márgenes esperados por los productores. Ello quiere decir que muchos de estos productos, salvo que se adopten medidas concretas, no se producirán en las cantidades esperadas y ello supondrá que no llegarán a los mercados, notándose su escasez. Sin embargo, si el gobierno está dispuesto a compensar a los productores internos, el resultado será un aumento de las subvenciones estatales a los productores, con la secuela de más gasto corriente del gobierno y mayor déficit estatal. Si fuera necesaria la importación, peor aún, porque una parte del crecimiento de la demanda interna se estaría trasladando al exterior; posiblemente de ahí pueda venir el interés de ciertos productores de cereales y carne de Estados Unidos por el mercado cubano y la cuestión del embargo que exige el pago al contado de las importaciones cubanas. Los productores de EEUU también reciben subvenciones de su gobierno, así que todos contentos.

¿Es ésta la forma de gestionar una economía de la manera más eficiente? Por supuesto que no. La propia nota oficial lo reconoce. La experiencia del régimen castrista de precios topados y rebajados administrativamente es bien conocida: racionamiento, escasez y precios altos. Esa secuencia pesimista merodea nuevamente por el país. No me extrañan las colas de consumidores que ya se están produciendo. Ese es el comportamiento racional ante los controles de precios.



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