¿Por qué escasean los medicamentos en las farmacias cubanas?
Elías Amor Bravo, economista
La problemática
de las medicinas en Cuba es, como en otros muchos ámbitos de la vida
económica, estructural. Los cubanos tienen acceso a una sanidad
universal gratuita (lo mismo que en otros países del mundo) pagada
generosamente con el trabajo y el esfuerzo colectivo, pero cuando se
trata de medicamentos, los problemas aumentan.
Diversos informes
recientes procedentes de la isla señalan que los cubanos están
especialmente preocupados por la carencia y ausencia de medicamentos
en las farmacias. Los médicos se quejan de las dificultades para
atender a los pacientes de enfermedades crónicas con tratamientos
periódicos que igualmente faltan de las farmacias.
Esta falta de
medicamentos en Cuba no es un problema de fácil solución. Tampoco
es de ahora mismo. Y exige conocer con detalle de qué modo organiza
el régimen castrista la producción de medicinas en Cuba. La mayor
parte de las dificultades observadas tienen su origen en dicha
organización.
La producción de
medicamentos en Cuba está asignada, en régimen de monopolio, al
gigante farmacéutico, BioCubaFarma, el Grupo Empresarial de las
Industrias Biotecnológica y Farmacéutica, creado en el 2012, y de titularidad, dirección y control por
el estado comunista.
Este grupo
empresarial es un ejemplo más de la absurda concentración de poder
económico que existe en la economía cubana. Para su creación, se
procedió a integrar dos entidades que venían funcionando de forma
relativamente independiente, como Quimefa y el Polo Científico del
oeste de la capital, entidades que, pese a dedicarse a lo mismo,
tenían un marco normativo diferente, así como distinto conocimiento
empresarial y desarrollo científico-técnico.
De igual modo,
para lograr la cohesión del Grupo, las autoridades impusieron una mayor
disciplina económica, financiera y contable a partir del
establecimiento de procedimientos, políticas y normas para la
gestión de los procesos de la nueva organización. Nada que objetar
a estas actuaciones. Esto es lo que toda empresa bien gestionada debe
realizar si quiere sobrevivir. Tan solo la propiedad estatal
continuaba siendo una rémora y la necesaria atención a los
consumidores de medicamentos, nunca ha sido una prioridad del grupo.
Sin embargo, pese a ese
“potencial”, continuamente se informa desde la isla sobre la
falta de medicamentos en las farmacias, que en ocasiones oscilan
entre 45 y 150 referencias, de un total de 761 en lo que el régimen
califica como “cuadro básico” del país. La situación se ha
visto agravada recientemente porque los medicamentos que faltan en las farmacias son
identificados por
el Ministerio de Salud Pública como productos de "primera
prioridad", relacionados con tratamientos contra la gota, las
afecciones cardiovasculares, la epilepsia y el mal de Parkinson.
Además, la
escasez de medicinas va por zonas, y al parecer en el Oriente de
Cuba, la escasez en las farmacias es mucho mayor que en las
provincias limítrofes. La gente, que no puede comprar libremente las
medicinas, se percata de esas diferencias y con ello, aumenta su
indignación y malestar.
¿Qué aducen los
responsables de BioCubaFarma para justificar esta situación? Desde
luego, siempre se cita el “bloqueo”, aunque en este caso tenga poca
credibilidad el argumento. También mencionan “problemas de
abastecimiento de fármacos a la población provocados por
ineficiencias internas, inestabilidad en el funcionamiento de varias
líneas productivas debido a la falta de piezas de repuesto, y no
contar con las materias primas requeridas para la producción, debido
a dificultades financieras”, y por supuesto, se cita “la
grave crisis de liquidez que tiene el gobierno cubano, e incluso la
corrupción de empleados de farmacias y almacenes que
alimentan el mercado negro en medio de la actual crisis” lo que ha llevado a exigir la impresión
de recetas médicas para mayor información y control del paciente
y del medicamento para frenar la
venta ilícita.
Y como no podía
ser de otro modo, frente a estos problemas “la máxima dirección
del país tomó las acciones correspondientes para minimizar las
afectaciones, además de darle un seguimiento permanente al tema, con
la participación del Ministerio de Economía y Planificación, el
Ministerio de Salud Pública y otras entidades involucradas”. Es
decir, en Cuba cuando las empresas se enfrentan a problemas
empresariales y de gestión, la “máxima dirección del país”
entra para resolver los problemas.
Algo inaudito,
porque las empresas están para resolver con autonomía y competencia
sus problemas, y cuando estos son muy graves, entonces puede ayudar
el estado, pero con un papel subsidiario, como corresponde a los
modelos de economía mixta, dominantes en todo el mundo. En todo
caso, "a la máxima dirección del país" no parece inquietarle que los cubanos no encuentren en las
farmacias los productos que necesitan para cuidar de su salud. Las
prioridades van por otro sitio
Lo que es cierto
es que raro es el país del mundo en que los gobiernos confían a un
monopolio la producción, comercialización y venta de medicamentos.
Es antieconómico y fuente de problemas. Sobre todo, cuando el
monopolio actúa como correa de trasmisión del gobierno. También en
esto se equivocó Fidel Castro, si realmente fue el artífice de este
sector de la ciencia cubana, como dicen en un reportaje sobre esta materia en Granma.
Todo un
despilfarro de recursos estatales para que el monopolio, a duras
penas, asegure las materias primas que necesita, gestione la recepción de
piezas de repuesto y que las plantas funcionen de manera estable. Y
ello, reconociendo que las tensiones en algunos productos harán que
en cualquier momento vuelvan a presentarse dificultades para
encontrarlos en las farmacias. En Cuba, es una lástima que problemas
típicos de gestión empresarial, fáciles de resolver, acaben convirtiéndose en problemas
de estado que detraen recursos de otras actividades. Y así les va.
Obligar a
BioCubaFarma a entregar al sistema nacional de salud el 62% del
cuadro básico de medicamentos es tan irresponsable como mantener a
este grupo en régimen de monopolio estatal. Toda la organización es
un absurdo, una fuente de problemas, incertidumbres y debilidades
estructurales. Por mucho que se pretenda reducir las importaciones.
Y, si bien puede ser cierto que se ha alcanzado la cifra de 2.400
patentes en la industria biotecnológica y farmacéutica en Cuba y en
el mundo, no es menos cierto que las exportaciones son escasas, y en
ningún caso se han convertido en un referente de la balanza
comercial. Con datos de 2013, últimos disponibles para este renglón
porque no se dispone de datos de años posteriores, las exportaciones
de medicamentos apenas alcanzaron el 12,5% del total del comercio
externo de mercancías y ello a pesar que los productos de
BioCubaFarma llegan a 40 países, ¿dónde está el embargo?
Como ocurre con
todo proyecto faraónico, el grupo presume de haber realizado
inversiones entre 2013 y 2017 un 56% por encima de la cifra destinada
al sector durante el quinquenio anterior. Como no podría ser de otro
modo, el Grupo mantiene una de las inversiones más destacadas en la
Zona Especial de Desarrollo Mariel, con la construcción del complejo
biotecnológico, “concebido para una amplia línea de productos ya
obtenidos y validados, y otros que se encuentran en su fase final de
desarrollo”. La pregunta es ¿es esto realmente lo que necesita
BioCubaFarma para garantizar a todos los cubanos los medicamentos que
precisan?
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