La lenta agonía y la muerte de la moneda de Fidel Castro

Elías Amor Bravo, economista
El CUC fue la moneda ficticia creada por Fidel Castro durante el período especial para evitar la dolarización de la economía cubana. Una decisión controvertida que ha creado no pocos problemas al funcionamiento de la demanda y oferta. Tres años después de su muerte, las autoridades parecen haber perdido la confianza en esa moneda y anticipan una larga y lenta agonía. Una magnífica crónica de los periodistas cubanos Luz Escobar y Mario J. Pentón para 14 y Medio, sobre la depreciación del CUC, alienta los temores sobre la forma con que las autoridades van a abordar la eliminación de esta moneda. 
Provocando su pérdida de valor, hasta morir de inanición. En vez de anunciar un final para la moneda ficticia, en fecha y condiciones transparentes y claras para que los agentes económicos que tengan en su poder CUC sepan a qué atenerse, los dirigentes comunistas se han cansado de la hipoteca del CUC y a tenor de las informaciones que vienen de la isla, puede tener sus días contados. Pero lo mejor de todo es que la presión del dólar, continúa, e incluso aumenta de fuerza. Ya lo decía Arango y Parreño.
De momento, la depreciación del CUC se nota, sobre todo, en las transacciones que se realizan en la potente y diversificada economía informal que existe en Cuba, cuyo desarrollo y arraigo social se debe a las prohibiciones, trabas e interferencias comunistas en el comportamiento normal de los agentes económicos en la isla. Pues bien, el CUC se ha depreciado en estos mercados informales de cambios, y los ciudadanos se sorprenden cuando al cambiar los dólares que reciben de sus familias por CUC obtienen una cantidad mayor de numerario. De hecho, mucha gente está pidiendo a sus familiares en el exterior que, en vez de enviar remesas por banco, se transporte el dinero en el bolsillo. No tardaremos mucho en ver a los aduaneros cubanos registrando a los que entren al país.
Buena parte de la convulsión sufrida por la cotización del CUC se debe a la competencia del dólar, que los dirigentes del régimen han incorporado a las tiendas en un intento de competir con las importaciones privadas de electrodomésticos y piezas de autos por las mulas. Este hecho, ha supuesto que el valor del CUC se reduzca un 30% en el mercado negro mientras en las CADECA oficiales se sigue aplicando el cambio oficial. Conclusión, quienes reciben remesas desde Estados Unidos obtienen ahora más CUC por la misma cantidad de dólares si los cambian en los mercados informales. Las mulas que transporten dinero en efectivo verán crecer su negocio.
Pero el derrumbe del CUC tiene consecuencias muy negativas sobre la demanda y oferta, porque su pérdida de valor y progresivo arrinconamiento en el sistema económico influirá en el comportamiento de los precios de los bienes que se compren con esta moneda, que son prácticamente todos, los que tienen más variedad y se accede a ellos en tiendas más y mejor surtidas. De momento, en las tiendas del aeropuerto de Rancho Boyeros se ha anunciado que no se acepta el pago en CUC, de modo que los turistas que acudían con remanentes en esta moneda para realizar las últimas compras deben ser conscientes que esta práctica será imposible.
A corto plazo, la depreciación del CUC hará que se incremente el precio de los bienes que se compran con esta moneda, o dicho de otro modo, para comprar un producto determinado serán necesarios más CUC que antes. Esto puede tener un impacto inflacionista. Ahora bien, si los precios no pueden aumentar, porque se encuentran topados o porque no se produce una reacción del mercado, entonces, las mercancías escasearán. Podría incluso llegar a no aceptarse el CUC como medio de pago en algunos establecimientos. Esta sería la muerte definitiva de la moneda de Fidel Castro.
En cuanto a la oferta, no quiero pensar en los problemas que la contabilidad de las empresas estatales, en doble moneda puede tener cuando una de ellas pierda continuamente valor y la otra no. Revisar las cuentas, volver a analizar los planes de inversión y calcular los ratios de balance y cuenta de resultados, se antoja una tarea muy complicada con la nueva situación.
Otro gran perdedor con la depreciación del CUC es el régimen, el aparato del estado, básicamente porque no estará recaudando los dólares que antes entraban en la red de CADECA (la casa de cambio oficial) ya que mucha gente prefiere cambiarlos en el mercado informal donde obtiene mayor cantidad y además evita el gravamen del 10% sobre el dólar en efectivo. Los cubanos van a retener dólares para todo tipo de operaciones, desde salir del país, hasta comprar mercancías o servicios en el interior, un amplio número de actividades. Los pasos hacia la dolarización se están dando. Por mucho que el gobierno obligue a la gente a abrir cuentas en dólares para poder comprar electrodomésticos en una serie de tiendas estatales elegidas por medio de tarjeta electrónica, las resistencias a este procedimiento van a suponer, igualmente, pérdidas para el régimen, que se unirán a las de las CADECA.
La apreciación del dólar y la simultánea depreciación del CUC en el mercado informal no están afectando, al parecer, al peso cubano CUP, que queda al margen de estas tendencias, al menos de momento. Pero no tardará en verse afectado, a pesar de su papel marginal en la economía. La depreciación del CUC puede suponer que su cambio con el CUP, actualmente 1:24, también acabe beneficiando a la moneda histórica. Imaginemos la paridad en el cambio y las consecuencias que ello podría tener sobre la economía. No veo cómo esto puede ser posible si se tiene en cuenta, como ya se expuso en otra entrada de este blog, que los fundamentales de la economía no dan para grandes alardes con el CUP. En todo caso, este es el escenario más complejo por delante.
Mientras tanto, habrá que ver que ocurre con las operaciones económicas más importantes en la isla, como la compra venta de viviendas, el alquiler de vehículos o el aprovisionamiento de insumos por parte de los emprendedores privados. Un apartamento, con el precio en CUC, puede experimentar un aumento de precio, si continua la depreciación de la moneda. Conclusión, la gente acabará realizando las operaciones en dólares o en caso extremo, en CUP.
Por ello, cabe suponer que la demanda de dólares por parte de la población aumente. Una demanda que igualmente tienen las autoridades del régimen para hacer frente a las responsabilidades con los acreedores internacionales. El conflicto está servido. Dejar morir al CUC es una posibilidad; sin embargo, hay una parte débil: los tenedores de depósitos en esta moneda tienen que recibir algún tipo de compensación si se producen las temidas pérdidas. Y dada la magnitud de la circulación monetaria que existe en Cuba, donde el efectivo en manos del público, alcanza el 25% del PIB, no será fácil drenar esa liquidez. La unificación monetaria en Cuba está muy lejos de conseguirse. El CUC seguirá languideciendo hasta que muera finalmente.

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