Ni es ahorro ni es eficiencia: es el caos total
Elías Amor Bravo, economista
Un país que no publica sus indicadores de coyuntura económica de
forma continua en el tiempo debe basarse en las informaciones
oficiales que divulgan, cuando les viene en gana, las autoridades.
Esto es lo que viene ocurriendo en Cuba en los últimos años y
Díaz-Canel ayer, mediante videoconferencia, habló con los
presidentes de los consejos de la administración provincial, para
casi seguramente suministrar algunos datos de la economía cubana.
Del resto, se ha hecho eco Cubadebate en un artículo titulado "Mantener el ahorro como premisa de trabajo".
El
primer mensaje es el mismo de Raúl Castro nada más accedió al poder
después de sustituir a su hermano, allá por 2006. La eterna
necesidad de “conservar las medidas de ahorro tomadas a raíz de la
contingencia energética del mes de septiembre”. La pregunta es la
misma, ¿qué van a ahorrar si lo que tienen es tan escaso que no hay
márgenes para nada? Pero Díaz-Canel insiste, “no hace daño
mantener las medidas de ahorro, pues más que limitar dan
posibilidades; no hace ningún daño luchar por la eficiencia; no
hace ningún daño luchar por el ahorro; no hace ningún daño
desplazar la demanda en el horario pico”. No hace ningún daño
hasta que el proceso de entropía acaba por autodevorar la economía
cubana. Y en eso están.
Al
parecer, Díaz-Canel como buen comunista, no es capaz de distinguir
el ahorro de la eficiencia. Tal vez convendría recordar la
diferencia que cualquier alumno de primer curso de economía conoce.
La eficiencia es un concepto técnico productivo que tiene que ver
con la función de producción, donde se combinan los factores, como
capital, trabajo, tierra, talento empresarial, tecnología, etc. Y
por ello se puede ser eficiente produciendo más y empleando los
mismos recursos, o mantener la producción utilizando menos cantidad.
En todo caso, la eficiencia depende, y mucho, de la tecnología
empleada. Cuando cambia la tecnología, si se acierta en el diseño,
se puede ser más eficiente, productivo y competitivo.
El
ahorro es otra cosa. Está en el ámbito financiero y tiene poco que
ver con las condiciones técnicas y productivas de la economía. Se
ahorra cuando de la renta obtenida se detrae una parte no consumida.
Algunos economistas lo contemplan como un sacrificio del presente a
cambio de mejores oportunidades en el futuro. En todo caso, es la
parte de la renta que las personas reservan y guardan para el futuro.
Claro
que se puede hablar del “ahorro de energía” y de cosas así,
pero el concepto es distinto. Y no conviene confundir. Por ejemplo,
Díaz-Canel confunde cuando dice que del ahorro, “no
hace daño tampoco tomar medidas adicionales en la transportación de
pasajeros y de cargas, que nos permitan usar los medios de manera más
eficiente”. No.
Insisto. Eso no es eficiencia. Como tampoco lo es,
que “sigamos exigiendo que todos los carros estatales tienen que
parar, cuestión que se ha relajado y uno ya lo ve en los estados de
opinión”. Por eso no funciona la economía castrista. La confusión
es absoluta y peligrosa.
E
insiste en sus alegatos cuando dice que “no hace daño usar la
tracción animal; no hace daño hacer un adecuado uso del
combustible; no hace daño el trabajo a distancia, cuando de verdad
se organiza bien e implica menor gasto”. No hace daño, pero no es
eficiente. Porque estanca la economía, limita sus potencialidades de
crecimiento y provoca escasez de oferta, el origen del racionamiento.
Ir de pobre, sin serlo. Acostumbrarse a pasar necesidades porque los
dirigentes de la economía, el estado, no saben qué hacer. Ese es el
drama histórico de los cubanos.
Y
volviendo al análisis de la información, al parecer, el
ministro de economía
reconoció en esa reunión
que “la economía
aún no está en capacidad de trabajar con los mismos niveles de
meses anteriores”
insistiendo en el ahorro
de combustible como
una urgencia para el país.
Otro
que confunde ahorro con eficiencia. Como se puede ser eficiente en el
consumo de combustible si los “almendrones” que circulan por La
Habana siguen con aquellos motores de los años 40 y 50 que
realizaban un alto consumo de gasolina. Y qué decir del transporte
en autobuses o las mercancías en camiones. La tecnología empleada
en el transporte es ineficiente y por eso, es imposible ahorrar. La
única forma de ahorrar es parar el vehículo y no dar servicio,
suspender actividades, estancar la economía o peor, llevarla a la
recesión. Aunque el ministro dijo que “el escenario es mejor que
en septiembre y están creadas las condiciones para recuperar los
niveles de actividad en nuestra economía”, no deben estar muy
claras las cosas cuando se adopta este perfil poco optimista.
La
cuestión en los próximos meses será como afrontar el
desabastecimiento de combustible que tiene su origen en la
imposibilidad para Cuba de aprovisionarse de petróleo en los
mercados mundiales y a los precios vigentes. Sin el crudo barato de
Venezuela, que está tocando a su fin, y sin financiación
internacional, la alternativa de ahorrar combustible es paralizar la
actividad económica, apagones, falta de transporte, fábricas e
instalaciones sin funcionar, gente enviada a casa. Este escenario
puede ocurrir en cualquier momento si no llega el petróleo de forma
continua.
Igualmente,
les preocupa la campaña turística, atenazada por la falta de
combustible, de la que dio cuenta el ministro de turismo sin
reconocer las cifras del año que van claramente a la baja, y
centrando su exposición en que los viajeros en el inicio de
la temporada alta crecen en un 5%,
desde Canadá
crecen un 8%.
El
ministro de agricultura ofreció información sobre las campañas de
siembra y de cosecha de cultivos y el presidente de AZCUBA acerca del
comienzo de la zafra azucarera, con tan solo 44 centrales en producción (Cuba
llegó a tener más de 300 antes de que Fidel Castro ordenase el
cierre a comienzos de siglo).
La
inefable Susely Morfa presentó las actividades para celebrar el fin
de año y el 61 aniversario de la Revolución cubana. Qué lástima.
No hay mucho que celebrar realmente. Preocupados por el resultado del
500 aniversario de La Habana, los comunistas andan defendiendo el
“buen gusto” de estas actividades.
También
se abordó el eterno problema de como incrementar
la producción de alimentos en el país, en
concreto la
industria láctea y en
el arroz donde como casi siempre se habló más del pasado que del
futuro. Se habló de los
efectos del cambio climático en
la agricultura, con la
siembra de cultivos más resistentes a la sequía como yuca, plátano
burro, quimbombó, calabaza y algunas hortalizas que requieren de
poca humedad. De todo esto daremos cuenta en próximas entradas del blog.
Por
supuesto, la
construcción de viviendas también
formó parte de los temas a tratar. Como siempre, todo son
dificultades y
atrasos para el cumplimiento
del plan, ya sea
de entrega de cemento, como
en los trámites burocráticos de terminación
e inicio y desarrollo de inmuebles. El
único dato, es que al
finalizar el mes de octubre, 16.105
viviendas
se han
construido en el Plan
Estatal, una
cifra que está muy lejos de la lograda en años anteriores.
Y sanseacabó. Nos quedamos sin datos de coyuntura y con la eterna
sensación de que en Cuba siempre lo peor está por venir.
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