La increíble reparación de elevadores en la economía castrista: otro ejemplo para el desastre

Elías Amor Bravo, economista
La verdad es que estos comunistas castristas todos los días nos dan a entender por qué la economía cubana es un auténtico desastre. Cómo si no, se puede interpretar el artículo publicado en Granma hoy, en el que se hace referencia a la sustitución de elevadores averiados en la capital.
Algo tan elemental y simple, que en cualquier país del mundo se arregla con una sencilla llamada del presidente de la asociación de residentes en el edificio al administrador para que este realice las gestiones oportunas, tras el acuerdo oportuno de los vecinos, en Cuba esta misma actividad corresponde a la Empresa de Ascensores Unisa, estatal, perteneciente al consejo de la administración provincial de La Habana, por medio de un convenio con una empresa de Rusia, llamada Sherbinka, que es la mayor fábrica de elevadores del país.
Y no contentos con armar de burocracia una decisión tan simple que en la economía de mercado apenas ocupa unos pocos días, que van y crean un llamado “programa de sustitución de elevadores en la capital”, que por lo visto lleva funcionando desde 2007, y que ha permitido hasta la fecha cambiar 370 equipos, de un total de 530, que representa el 70% de sustitución, o lo que es lo mismo, desde 2007 hay un 30% de los habitantes afectados por un elevador averiado han tenido que seguir subiendo escaleras, porque el problema en estos 12 años no se ha resuelto, por mucho programa y empresa rusa que haya por medio.
¿Qué quieren que les diga? A mí me sorprende esta majadería comunista tanto como a ustedes, y creo que hace bien Granma en descubrir al mundo entero lo que pasa en el día a día de los cubanos, y como todavía desde 2007, queden 160 elevadores (que posiblemente serán muchos más) esperando su sustitución, por cuanto ello supone para los vecinos que tengan que pasar el mal trago de las escaleras. Inconcebible en nuestro tiempo. Pero, no conformes con hacer el ridículo, los comunistas dicen que esta estrategia del llamado “programa de sustitución de elevadores” quiere ser un complemento de la política de la vivienda con el objetivo de elevar el bienestar de la población. Insisto, increíble. Más aún cuando se afirma que la operación de cambio no concluirá hasta 2021, sin tener en cuenta el daño que ello puede suponer a los sufridos vecinos que siguen esperando desde 2007 a que arreglen el elevador. Desesperante.
Reconocen en Granma, y cito textualmente que “durante mucho tiempo el sector de la vivienda se había quedado atrás en materia de elevadores, por lo que ahí se encontraban los más antiguos y deteriorados”. El sector de la vivienda se ha quedado completamente atrás en todo en Cuba, porque el régimen no permite una oferta privada competitiva que permita a los cubanos comprar viviendas y crear un mercado libre para las mismas. Con decisiones burocráticas e ideológicas, lo que han conseguido es esa imagen de deterioro del patrimonio inmobiliario que no se observa en ningún otro país del mundo.
Lo cierto es que en un país como Cuba en el que escasean los alimentos básicos en las bodegas, o se forman colas espeluznantes en los comercios surtidos, como días atrás en Cuatro Caminos, no es extraño que nadie preste la mínima atención al montaje, mantenimiento y reparación de ascensores. La suerte es que no se prodigan mucho los edificios altos en La Habana y mucho menos en el resto de Cuba; esta indolencia que caracteriza a la burocracia comunista que dirige la economía cubana es la peor de las herencias del futuro.
Así, poco a poco, durante 2019, de un plan de 41 elevadores para sustituir en la capital se han cambiado 34, y según dicen en Granma “en diciembre próximo deben arribar los equipos que darán respuesta a la planificación del año venidero, ascendente a 39”. También parece que se han dedicado a las mismas tareas en otras zonas del país. El caso es que si alguien no puede bajar las escaleras, o se enferma, o tiene que subir enseres pesados, o simplemente se cansa subiendo alturas, a los dueños de la empresa que repara ascensores, el estado, el consejo ese de La Habana, les importa un bledo. Ellos van a seguir igual, cobrando y obedeciendo órdenes. Así les va.
Vean si no por qué no puede funcionar este sistema. Resulta que las prioridades, es decir, cuando un vecino descubre que el ascensor ya no funciona y no da más de si, se tienen que enviar a esas “direcciones provinciales” donde los comunistas hacen valer sus criterios. Me imagino que ahí se decidirá en qué edificio se atiende la necesidad y sobre todo por qué. No conviene crear problemas con la jerarquía.
El asunto no se arregla con dinero, pagando el precio como en cualquier lugar del mundo; en Cuba esto no funciona. Las direcciones provinciales y municipales de la vivienda, en función de “la altura de las edificaciones, su situación técnica constructiva y el estado de los equipos” deciden priorizar las operaciones de sustitución de elevadores. La cuestión es ¿por qué se tiene que priorizar? Y más importante aún ¿por qué las direcciones provinciales son las que priorizan? En un sencillo ejemplo como este se puede observar, de forma descarnada, el daño social que ha creado el régimen comunista a la vida cotidiana en Cuba, que es lo mismo que a su economía.
Luego culpan al coste de los ascensores (al parecer pagan de media por equipo unos 50.000 dólares, me parece que compran mal, porque compran muy caro), también al maltrato por parte de los usuarios y la rotura de equipos, e incluso aluden a posibles obras complementarias necesarias para mejorar la infraestructura, también hacen referencia a la calidad de los equipos instalados, que al parecer no es del gusto de todos. El caso es no asumir donde radica realmente el problema de que desde 2007 miles de cubanos estén esperando en sus 160 edificios que se arreglen los ascensores. De seguro yo me habría desesperado. No estoy preparado para ese escenario.
El artículo acaba con la previsión de un posible proyecto de inversión de la rusa Sherbinka para el desarrollo de la actividad de ascensores, tras la recién concluida Feria Internacional de La Habana. Si finalmente se deciden a ensamblar y fabricar elevadores en Cuba, en particular las partes y piezas mecánicas, y con ello se abaratan los costes, tal vez el problema se podría resolver rápido y los pacientes ciudadanos que llevan desde 2007 esperando por los 160 equipos, verían atendidas sus necesidades. No lo tengo claro. Alguien que compra ascensores por 50.000 dólares debe estar interesado en continuar haciéndolo. Que lo revisen. Acabo de consultar una web española cualquiera, sobre precios de ascensores. La información del precio parte de los 15.000€. El precio medio para instalar un ascensor en una comunidad de vecinos oscila entre los 30.000€ y los 50.000€, si bien en los casos excepcionales de lujo, puede llegar a los 120.000€ en edificios comerciales y de lujo, pero no creo que este sea el caso en La Habana. Insisto, que alguien eche un vistazo a esa empresa dependiente de la dirección provincial y municipal de vivienda comunista, que compra los ascensores tan caros. A lo mejor se encuentran con una sorpresa.

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