La difícil tarea de ser emprendedor en Cuba
Elías Amor Bravo, economista
No dan descanso a los emprendedores. El régimen no quiere que la
actividad económica independiente florezca en Cuba, ni siquiera en
momentos especialmente críticos como el actual, en el que la
productividad del sector privado es claramente superior a la del
sector presupuestado bajo control comunista. La Gaceta Oficial ha publicado una serie de nuevas medidas para continuar limitando,
controlando y reprimiendo la actividad empresarial en Cuba.
Granma
dice al respecto que la concreción de estas normas se negoció finales de 2018
con trabajadores por cuenta propia. También se recibieron las
opiniones y sugerencias de la población y aluden también a cartas
recibidas en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Precaución. Ya sabemos
como funcionan estas cosas en Cuba, se piensa que una "asamblea de
varios vecinos de una determinada cuadra" puede servir para conformar
un órgano de representación democrática. El ámbito de la opinión
pública en Cuba queda muy lejos de lo que conocemos en el resto del
mundo.
Y Granma señala que estas medidas tienen como objetivo “incorporar
nuevas actividades, compactar y perfeccionar el alcance de algunas y
simplificar trámites”. Justo en un momento especialmente difícil,
en el que la economía se precipita hacia una profunda recesión, como
consecuencia de la reducción de suministros de petróleo a bajo
precio procedentes de Venezuela y el impacto de un menor crecimiento
mundial sobre la actividad interna. Un momento de especial dificultad
que no se presta para este tipo de políticas.
En
concreto, se aprueban seis nuevas actividades para el ejercicio del trabajo por cuenta propia, a saber, operador y/o arrendador de equipamiento para la producción
artística, agente de selección de elenco (casting), y auxiliar de
producción artística. Nadie sabe qué sentido tiene ir aprobando a
cuenta gotas ocupaciones que, en general, ya se vienen realizando en
el ámbito de la economía informal o de forma independiente, y por
qué, de una vez por todas, no se liberaliza este procedimiento
anacrónico e intervencionista, que determina quién y en qué se
puede dedicar alguien en Cuba a la actividad privada. En concreto,
estas ocupaciones pertenecientes al ámbito cultural representan una
pequeña fracción de todo el empleo asociado a este sector, que
tiene en Cuba unas potencialidades importantes.
De
igual modo, se aprueba la actividad de traductor e intérprete certificado. Interesante. Una actividad que se encuentra cuestionada
en numerosos países por las modernas tecnologías de la información (dispositivos
electrónicos integrados en el oído externo) que pueden generar la destrucción de empleo en este sector, que se tiene que ir adaptando
más a la mediación cultural que a labores administrativas. Una vez
más, y como viene ocurriendo en los últimos 60 años, el régimen comunista de Cuba cada vez que mueve ficha se sitúa
en la retaguardia de la actividad económica mundial.
Finalmente,
se aprueba la actividad de pescador comercial y la de productor-vendedor de productos alimenticios, que incluye la
elaboración y venta de embutidos, ahumados, conservas y similares.
Al parecer, se les había olvidado en alguna aprobación anterior. Les
encanta tener la sartén por el mango.
Al
tiempo que se aprueban estas actividades, el Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social anunció una“nueva regulación orientada a
unificar actividades y modificar el alcance de las que son afines”
lo que permite, según dicen, aumentar “la gama de servicios, que
pueden brindarse con la misma autorización”.
Varios ejemplos; a partir de ahora, “se integran las actividades de
artesano, talabartero, productor, vendedor de calzado, además se
incorpora el vendedor de flores artificiales, práctica actualmente
integrada a la de florista. De igual modo, en la actividad de
cerrajero se puede ejercer la cerrajería electrónica y en el caso
del aguador se permite la venta de hielo”.
Una
vez más, hay que insistir en lo mismo, ¿por qué no se deja a los
trabajadores por cuenta propia libertad para establecer las
asociaciones y colaboraciones que les resulten más interesantes y
rentables para sus negocios? ¿Qué hace el estado comunista interviniendo y
autorizando procesos como los descritos y otros tantos que se
incluyen en la norma publicada en la Gaceta oficial? Lo que no
entienden los dirigentes cubanos es que tan pronto como estas
“autorizaciones” se aprueban, ya están apareciendo demandas para
otras. La razón es muy sencilla: el mercado, la libre empresa
independiente va mucho más rápido que el estado paquidermo
burocrático creado en Cuba por Fidel Castro y ahora
gestionado por sus herederos.
La
libertad económica no requiere que el estado diga si los chapisteros
pueden ser independientes o no de los transportistas, o si los
reparadores de equipos mecánicos tienen que ser o no electricistas al mismo tiempo, y los
decoradores organizar fiestas de cumpleaños. Llegar a estos niveles en el
control de la actividad económica no es otra cosa que mostrar la
desconfianza que tiene el régimen comunista en la libre empresa y el
trabajo independiente de los cubanos. En definitiva, el miedo a que
la economía adquiera unas dimensiones suficientes para plantar cara
al poder político comunista y exigir concesiones, como ocurre en los países democráticos y libres.
Manteniendo
el trabajo por cuenta propia bajo control, el último dato oficial se
sitúa en 617.974 personas, poco más del 12% de la población
ocupada del país, el régimen se asegura un papel dominante en la
economía y la sociedad, que es la nota dominante del castrismo.
Las
normas publicadas igualmente incorporan referencias a las vacaciones que el
cuentapropista puede designar al trabajador contratado y se fijan
plazos para salidas al exterior (cuando no se aplican las
“regulaciones”, y se prohíbe el ejercicio de dicho derecho
recogido en la constitución castrista), limitando la contratación
del cónyuge, ni los familiares de primer y segundo grado de
consanguinidad (hijos, padres, hermanos, nietos y abuelos), ni los
parientes de primer grado de afinidad (yerno, nuera, suegros). Y lo
más sorprendente, una autorización a la comercialización por los
trabajadores independientes del resultado de su trabajo. Increíble.
Se
han establecido regulaciones para las relaciones contractuales entre
los trabajadores por cuenta propia y las cooperativas no
agropecuarias con las personas jurídicas, que se podrán financiar
en las dos monedas en circulación. Medidas que quieren fomentar el
encadenamiento productivo de los diferentes actores económicos. Si
ello es así, no sería necesario regular nada, y una liberalización
en profundidad de estos acuerdos permitiría a los agentes privados
desarrollar las fórmulas más adecuadas a sus intereses y
necesidades.
Finalmente,
se aprobaron determinados aspectos tributarios y fiscales que tratan,
lógicamente, de obtener más ingresos por el ejercicio de la
actividad privada independiente, lo que limita su crecimiento y
consolidación.
Nada nuevo bajo el sol. Desde el despegue inicial en
2007 del trabajo por cuenta propia, su dinámica posterior ha sido
renqueante y dubitativa por parte del gobierno. Estas medidas lo
vienen a confirmar. En vez de liberalizar el sector, respetando los derechos humanos económicos de los cubanos, y dar una
organización moderna y eficiente al trabajo independiente y a los emprendedores, similar a la de otros países del
mundo, el régimen se empeña en mantener el control con el "palo y la
zanahoria". Luego dicen que el problema es el bloqueo o el embargo,
pero ni ellos se lo creen.
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