La "resurrección" del Mercado de Cuatro Caminos y el libre comercio en Cuba

Elías Amor Bravo, economista
Las bellas imágenes publicadas de la rehabilitación del Mercado de Cuatro Caminos y su puesta en funcionamiento al servicio de los cubanos es de las pocas buenas noticias que llegan de ese atribulado país. Después de casi medio siglo de parálisis, tras las confiscaciones y expropiaciones a sus legítimos propietarios por parte de los comunistas, el estado dueño de esta instalación, ha dado un empuje al edificio para su rehabilitación, y lo mejor de todo es que ahora se pueden vender productos diversos, lo que nos lleva a preguntarnos, ¿hasta cuándo?
El Mercado de Cuatro caminos ya me era conocido cuando siendo un niño de corta edad, pero grandes entendederas, acompañaba a mi abuelo a sus gestiones por La Habana. Recuerdo, entonces, que todavía se encontraban algunos productos en sus distintas paradas, cuyos antiguos propietarios ahora se habían convertido en esclavos que trabajaban a sueldo del estado, y como consecuencia de ello, se había perdido la alegría, el griterío, el calor y el sonido que, según decía mi abuelo, habían caracterizado al mercado y sus gentes en las décadas anteriores.
Allí, se reunían a diario personas no solo para comprar sino para disfrutar de la charla y las relaciones en los bares y cafeterías de los alrededores, muchos de ellos también cerrados por sus antiguos propietarios que no podían hacer otra cosa que huir del país para evitar represión o cárcel. En aquellos años y bajo la atenta mirada de los comunistas, siempre vestidos del agotador verde olivo, y que patrullaban las calles con sus armas apuntando a los civiles, todavía se podía obtener información de los acontecimientos que la prensa oficial castrista escondía a los cubanos. El mercado era un espacio para la vida. Y por eso, lo extinguieron y murió.
La resurrección que ahora se pretende ya veremos a dónde llega. Las fotografías de Granma muestran espacios llenos de mercancías, pero eso los cubanos lo saben bien, puede ser ilusión de un día y lamento de meses. El caso es que cien años después de su fundación y cincuenta de su condena por el régimen comunista, el Mercado de Cuatro Caminos vuelve a la vida, y esta es una gran noticia. Ojalá que recupere su valor comercial, su alegría, su capacidad para reunir y convocar a los ciudadanos a esa actividad tan pacífica y necesaria como es elegir los bienes y productos que forman la cesta de la compra. Una actividad proscrita durante décadas por el comunismo, que se encargó de cambiarla por una dramática libreta de racionamiento.
De modo que cuando este sábado 16 el mercado reabra sus puertas a los habaneros, ya se verá su capacidad de convocatoria y si realmente lo que dicen las autoridades comunistas se cumple. No siempre los sueños se hacen realidad, a veces se convierten en tristes pesadillas.
¿Por qué digo esto? Porque el comercio como actividad humana requiere la existencia de producción, oferta, géneros que se puedan vender a los compradores. Además, el género debe estar continuamente llegando a los puestos. Y su calidad debe ser reciente, para que los compradores no abandonen o cambien sus preferencias. Y de verdad ¿alguien cree que el sistema económico existente en Cuba puede sostener este modelo de funcionamiento tan simple? Sinceramente, tengo mis dudas, viendo la experiencia de las últimas décadas. Si la opción es vender en divisas, entonces podría tener algún futuro Cuatro Caminos, sobre todo para los que reciben remesas, pero si la venta se hace en pesos cubanos, no tardaremos mucho en ver los estantes vacíos.
El Grupo CIMEX encargado de la recuperación del edificio, que al parecer será gestionado por alguna empresa extranjera, han tirado la casa por la ventana, pero deben saber que nada que no se produzca puede salir al mercado. Por mucho dinero que se haya invertido en la rehabilitación, de acuerdo con su diseño anterior, lo importante es lo que exista dentro de las instalaciones y las relaciones económicas y comerciales que se estructuren. Relaciones en las que el estado debe estar al margen, y corresponda su ejecución a los agentes privados. Así de sencillo.
De nada sirve contar con una plataforma inteligente para el control de la electricidad, el clima con paneles fotovoltaicos, si en cualquier momento un apagón sobrevenido deteriora el género guardado en frío industrial. De nada sirve el más amplio de los horarios, o 51 terminales de venta o varias plantas para servicios, si los estantes de las mercancías se encuentran vacíos. ¿Quién puede tener interés en mantener algo en funcionamiento si nunca será suyo?
De verdad, esta historia que se publica en Granma parece más el “cuento de la lechera” que un acontecimiento para celebrar, como dije al principio, aunque es buena noticia que se recupere el patrimonio histórico. A lo mejor podría tener otra dedicación, pero esto da para otro trabajo. Ya hablé hace tiempo del Convent Garden de La Habana. Mantengo esa opción, ahora que veo cómo ha quedado el edificio.
Las autoridades comunistas desean conseguir muchas cosas que no tienen sentido ni razón, y mucho menos justificación, y lo peor es que el estado sigue metiendo sus narices en la actividad económica comercial libre, a través de CIMEX. Los derechos de propiedad y la libertad de empresa son los vectores que mueven mercados como el de Cuatro Caminos en todos los países del mundo. Ya lo hicieron antes de 1959. Si no quieren que vuelva el caos, la destrucción y el abandono, no existe otra vía que la privatización y la gestión orientada por el beneficio. Lo otro, es un cuento.

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