Los efectos del coronavirus en la economía cubana: un primer apunte
Elías Amor
Bravo, economista
Hay que apartar
la idea que el efecto más importante del coronavirus en Cuba tendrá lugar en el
sector turístico o en las actividades productivas en la construcción, industria
o la agricultura.
Hasta en esto,
la isla es distinta del resto del mundo donde las actividades económicas ya han
experimentado el shock de oferta provocado por la parálisis de la epidemia.
En
Cuba, la incidencia del corona virus va a suponer, por un lado, efectos sobre el déficit y
el nivel de endeudamiento de la economía, y por otro, no
menos importante, sobre la solvencia y capacidad del estado comunista para
hacer frente a situaciones de crisis complejas y globales, para las que no
parece preparado.
El efecto sobre
el nivel de endeudamiento de la economía se producirá como consecuencia de los
mayores gastos, e inesperados, en sanidad que se tendrán que realizar para
atender a una población enferma en número creciente. No conviene olvidar que la
salud, totalmente financiada por los cubanos con cargo a los ingresos que
detrae el estado de sus sueldos y salarios y beneficios empresariales,
representa el 11% de los gastos del presupuesto del estado, y su incremento
previsible puede llevar a un aumento del déficit planificado para este
ejercicio, superando los dos dígitos en porcentaje sobre PIB.
La brecha de
ingresos y gastos se verá igualmente afectada, si bien en menor medida, por los
costes que tendrá el corona virus en el sector educativo, que se
financia con cargo al presupuesto y representa el 8% del mismo, sobre todo cuando se cierran las aulas y se suspenden las actividades. No conviene olvidar que
Salud y educación, los logros de la revolución, suponen prácticamente la quinta
parte del presupuesto del estado y son actividades de gran peso en el conjunto
de la economía, si se miden por su contribución al PIB. El aumento inesperado de los gastos en estas
partidas supondrá problemas fundamentales para mantener los débiles equilibrios
internos y externos de la economía.
El déficit
descontrolado (porque los ingresos no podrán crecer más) y en aumento exigirá
una mayor disponibilidad para financiar la deuda acumulada, porque los bonos
soberanos del Banco central llegan solo para atender necesidades internas. Pero
como el estado cubano no ha pagado los intereses a los acreedores en los plazos
estipulados, su posibilidad de acceso a los mercados para obtener más
financiación se verá comprometida, justo en un momento en que otros países
tendrán que actuar del mismo modo frente a los mercados de capitales. La
tensión asociada a una deuda impagable volverá a arrojar serias dudas sobre la
posición externa de la economía y una eventual suspensión general de pagos.
El otro efecto
del corona virus es más cualitativo y pondrá a prueba al estado comunista. Este ha
desplegado sus medios para hacer frente a huracanes o ciclones de efectos
devastadores, que llegan todos los años y sacuden con sus efectos negativos, la
economía y la sociedad. Hay experiencia en ello y por eso, reconocer el éxito
en minimizar pérdidas humanas y daños, procede. Sin embargo, el corona virus
trae consigo un escenario nuevo y global para el que el estado comunista parece
menos preparado. La llegada de los primeros enfermos a la isla procedentes del
exterior, en concreto de Italia, por muy rápida que haya sido la reacción
de las autoridades, deja entrever protocolos que posiblemente no están a la
altura de las circunstancias. Las recomendaciones del gobierno a la población
para fabricar las mascarillas ha sido otro ejemplo.
Muchos cubanos
están acostumbrados en 61 años, a otorgar al estado comunista todas las decisiones
relativas a sus vidas. La decisión sobre lo que van a comer, donde van a vivir,
qué van a estudiar, en qué van a trabajar, la protección ante situaciones de
calamidad. Por ello, será muy interesante observar cómo actúa ese estado y su
régimen político frente al corona virus, porque si su capacidad de coordinación
y gestión no está a la altura de las circunstancias, muchos ciudadanos perderán
la poca confianza que aún les queda en la nueva generación de dirigentes que
pretenden mantener intacto el sistema. Este sí que puede ser un efecto de
consecuencias muy importantes para el futuro de Cuba: la pérdida eventual de
confianza en el estado y su régimen.
Por último, se
tiende a otorgar al turismo una relevancia en la economía cubana que no tiene. Según
datos oficiales, la participación de la actividad de hostelería y restauración
en el PIB se sitúa apenas en un 6,8%. Del conjunto de ingresos por el comercio
exterior de servicios, las actividades relacionadas con el turismo solo suponen
un 12% del total, cantidad insignificante si se compara con los ingresos
obtenidos por la venta de médicos, que alcanza un 57% del total.
Cierto es que el
corona virus hará descender las llegadas de turistas a Cuba, por mucho que el
régimen se empeñe en lograr lo contrario, y esto podrá reducir los ingresos del
turismo, pero este efecto será igualmente sentido por otros países que han
avanzado mucho más en el desarrollo de su sector turístico que Cuba, como
República Dominicana. Los efectos sobre el turismo se disiparán en cuanto
mejore la situación. O tal vez no. Todo depende del uso que haga el régimen
durante este período de crisis de las estadísticas del sector. Conviene ser
prudente y no cometer errores.
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