El embargo/bloqueo 2.0: a vueltas con lo mismo
Elías Amor Bravo, economista
El próximo 23 de junio
el régimen comunista cubano volverá a presentar ante la Asamblea General de
Naciones Unidas la misma resolución de todos los años en la que se pide el fin
del embargo de Estados Unidos, y que en el año 2020 tuvo que ser pospuesta como
consecuencia de la pandemia del coronavirus.
Nada nuevo cabe esperar
de esta iniciativa, que el régimen cubano ha sabido utilizar para unir en torno
a sus reclamaciones a todos los países representados en Naciones Unidas, salvo casos
muy concretos. Y no cabe esperar gran cosa porque al régimen no le interesa, si
se tienen en cuenta los réditos políticos cosechados a resultas de esta
iniciativa.
La imagen de David
contra Goliat gusta a todos, pero nadie suele escarbar en los motivos que
provocaron este contencioso entre los dos países y, sobre todo, lo que es más
importante, por qué continúa sin ser resuelto. La pandemia se encargó de posponer
la iniciativa del pasado año, pero ahora con nuevas fuerzas, La Habana vuelve a
la carga, si bien las condiciones han cambiado, y puede que le salga el tiro
por la culata. Hay poderosas razones para que sea así.
En primer lugar, porque
la pésima gestión de los indicadores económicos en la Isla ya no reside tanto una
responsabilidad en el frente exterior como en el interno. Todos los países del
mundo, amigos y otros no tanto, saben que desde el 1 de enero la Tarea
Ordenamiento ha puesto patas arriba la economía cubana, con una secuela de
efectos que han alterado el statu quo imperante, sin que las autoridades hayan
sido capaces de reconducir la situación y mantenerla bajo control.
El disparo de la inflación
al 500%, el déficit público por encima del 20% del PIB, el cambio del peso con
el dólar (a más del doble en los mercados informales que en las cadecas), la
crisis agropecuaria generalizada, del turismo, las exportaciones, las inversiones
extranjeras, no se deben a factores externos, sino a una implementación mal
diseñada y errónea en su aplicación, de medidas de política económica. Justificar
este fracaso en términos de embargo, no se lo creerá nadie.
En segundo lugar, Biden
no es Donald Trump. Ni tampoco es Obama, que acabó absteniéndose en la votación
anual, en un gesto que causó hilaridad a nivel mundial. Es cierto que en La
Habana están consternados por la prudencia mostrada por el nuevo presidente
que, en líneas generales, no ha modificado las políticas de Trump hacia Cuba,
pero con Biden lo peor es cometer errores de cara al futuro, lo que obligaría a
olvidarse del pasado y presente.
Sin embargo, no parece
que los dirigentes cubanos hayan ofrecido alguna vía de entendimiento. Díaz Canel
atacó con dureza a EEUU en su discurso del foro iberoamericano de Andorra, con
la sorpresa de los dirigentes políticos demócratas del continente. Todo lo
contrario, la prensa oficial castrista ha aumentado el tono de los ataques,
llevando las “caravanas” de protesta a un buen número de ciudades de EEUU. A
Biden, a su equipo, este tipo de extorsiones, no le gustan, y es probable que
actúen en consecuencia.
Pero si realmente hay
algo que debería preocupar en La Habana, por sus efectos a nivel mundial, no es
otro asunto que el relativo a los impagos de la deuda, que ya no afectan solo a
los ricos del Club de París o de Londres, sino a antiguos aliados y socios,
como Rusia o Angola, que hartos de esperar por el pago de la deuda, se han
presentado en La Habana para tratar de obtener algún pago. Estos
incumplimientos pueden acabar creando una coalición de afectados que, muy bien,
podrían decidir alterar el sentido de su voto; se trata, en suma, de las
presiones que los regímenes totalitarios acaban recibiendo del exterior y se
convierten en la rampa para las transformaciones estructurales.
La cuestión es que el
contencioso del régimen cubano con EEUU, que se ha venido escenificando durante
los últimos 29 años, es un asunto que actualmente apenas interesa a nivel mundial,
y se suele manifestar en grupos radicalizados que en distintos países organizan
asociaciones de amistad con Cuba, detrás que las operan las redes de espionaje
del régimen cubano, como mostró en un reportaje el periódico español ABC. La
gente quiere comerciar, realizar inversiones y plantearse negocios en Cuba con
absoluta libertad, y constatan que los problemas lejos de estar en EEUU se
encuentran en la compleja maraña de estructuras, normativas, disposiciones y
mecanismos de control del modelo social comunista, que hunde sus raíces en el
marxismo leninismo. Pese a todo, los dirigentes comunistas cubanos harán todo
lo posible por no perder el apoyo mayoritario en su condena a las sanciones
unilaterales de Washington y tratar de alcanzar resultados como los de años anteriores.
Para La Habana obtener
ese respaldo de la comunidad internacional para el cese del embargo o bloqueo
es un espaldarazo que, sin embargo, no reciben los disidentes y opositores que
ven en peligro sus vidas por intentar expresar sus opiniones en libertad y sin
las restricciones comunistas de turno. Los dirigentes cubanos califican el embargo
como una política cruel, que provoca sufrimiento, privaciones y carencias a las
familias cubanas, y se ha endurecido deliberadamente durante la pandemia de
covid-19, pero se niegan a reconocer que en Cuba los derechos humanos de
libertad de expresión, de participación y pluralidad, asociación, propiedad privada, etc. no están debidamente
protegidos, en tanto que las redes sociales se llenan de incidentes represivos todos los días.
La insistencia en situar
el embargo en el centro de las prioridades del gobierno ha llevado al régimen
comunista a identificar en un estudio el tamaño del coste de décadas de
embargo, situando una cantidad de 144.413 millones de dólares, que es 1.4 veces
el PIB de la economía cubana en un año. Los últimos datos relativos al período abril
de 2019 y marzo de 2020, sitúan los daños por el embargo en 5.570 millones de
dólares.
Cifras que no se
sostienen pero que reciben una atención mediática importante y se asumen como
ciertas, a pesar de que no se corresponden con la realidad de un análisis contrafactual
básico. En realidad, la pérdida de los apoyos de Venezuela desde 2016 ha tenido
unos efectos mucho más negativos sobre la economía cubana y más fáciles de
cuantificar, pero nadie le ha dedicado la menor atención.
Realmente espere ver un análisis más sustancioso e imparcial, la pregunta que se quedó sin respuesta es afecta o no al pueblo cubano? Con el mismo ánimo de señalar lo cambios necesarios en la economía del país no debería abogarse por una eliminación del bloqueo o es incómodo? Solo son grupos extremistas vinculados al espionaje cubano o del otro extremo hay alguien ? Para mí , la mayoría de los cubanos se enfrentan a las complejidades de vivir entre los hunos y los hotros de Unamuno ...
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