Díaz Canel ante la cumbre Iberoamericana: el fracaso de un discurso
Elías Amor Bravo, economista
Mal. Muy mal la primera intervención
internacional de Díaz Canel, desde el nuevo cargo de primer secretario comunista,
amén de presidente de Cuba, en el foro de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de
Estado y de Gobierno, el 21 de abril de 2021, celebrado en Andorra. Los analistas
dicen que solo fue correcto en los dos primeros minutos, cuando expresó su agradecimiento
a las autoridades anfitrionas por la organización del evento en las complicadas
condiciones del covid-19.
Después, todo se desbarató
en una sarta de despropósitos que dejan muy tocado el perfil de Díaz Canel como
dirigente político. Entre las dificultades acústicas y las majaderías que dijo,
Díaz Canel pasó como lo que es, o lo que pretende conseguir, un provocador de
bajo nivel que anda buscando el cuerpo a cuerpo, sin mostrar interés alguno en facilitar
las cosas para que Cuba vuelva al concierto de naciones.
Porque ¿a quién dirigió Díaz Canel su discurso en la cumbre? No resulta fácil.
Podría haber dedicado su
discurso a lo que viene haciendo cada vez que tiene participación en un foro
internacional, “vender servicios médicos y profesionales” enfundados en una falsa cooperación internacional, pero desde el primer
momento, debió entender que la ocasión no era la más propicia. Y que habiendo
hablado con brillantes discursos los presidentes de Chile o Colombia antes que él,
los planteamientos repetitivos de una “Cuba que tiene experiencias que mostrar
y concede especial relevancia a la innovación para el desarrollo sostenible-objetivo
2030”, se dieron la vuelta y, sin más, empezó a lanzar veneno.
Primer eje, la denuncia
de que apenas se ha avanzado en la Agenda 2030, pero ¿qué sabrá él de los
avances de este programa en los países más avanzados y de las inversiones que
se están movilizando al respecto? ¿qué sabrá él de la convocatoria del presidente
Biden a 42 países líderes del mundo para proponer avances inmediatos en esta
materia? Una vez más, como en tiempos de Fidel Castro, Díaz Canel volvió a
amenazar al mundo con el caos, el desastre total o la desaparición de la
humanidad si no se siguen sus posiciones.
Por mucho tiempo que haya
pasado, el discurso tremendista de Fidel Castro sigue anclado en los genes de
los sucesores del régimen. Una lástima. Con lo que Diaz Canel sabe de innovación
y desarrollo tecnológico (su tesis doctoral va de eso, precisamente, e incluso
se permitió recitar su intervención de 2014 en la cumbre sobre estos mismos
temas) no dio ni una sola explicación y/o referencia sobe este asunto, del que
pasó por encima como si nada. Con titulares, y poco más.
El segundo eje del discurso
fue otro clásico de Fidel Castro, la deuda y su peso insoportable. Mientras que
otros países solicitaron aplazamientos o fórmulas más flexibles y creativas
para pagar, Díaz Canel se orientó a eliminar los compromisos. A él poco le
importa qué puede haber detrás de la deuda externa, e incluso llegó a denunciar
“el impacto de medidas coercitivas unilaterales que violan el Derecho
Internacional y obstaculizan su legítimo derecho al desarrollo”. Pues bien, que
hable, que denuncie en los tribunales internacionales que alguien del Club de
París o de Londres hará bien en acordarse de él o de Cabrisas.
El tercer eje fue el “orden
económico internacional justo, democrático y equitativo” que los comunistas se
pasan la vida exigiendo al resto del mundo, pero que luego ellos en sus países rara
vez respetan, véase si no, la represión política en Cuba, que no cesa, incluso
con el covid-19 campando a sus anchas por el país. No deja de ser una majadería
de Díaz Canel decir que los “objetivos de Desarrollo Sostenible seguirán siendo
una quimera para la mayoría de los pueblos del mundo” y no detenerse ni un
instante a explicar la falta de alimentos que existe en Cuba, las colas, la desesperación
y el clima de incertidumbre y malestar social que se extiende por el país.
Asombrosamente, echando
mano de su "honestidad personal", denunció “los actuales paradigmas
de desarrollo, porque provocan pobreza y exclusión de las mayorías por sus
irracionales patrones de producción y consumo que, bajo los designios del
mercado, desdeñan lo más valioso: la vida y la dignidad humanas”. El mercado,
el orden neoliberal, los anatemas del castrismo siempre tienen salida en estos
discursos, pero rara vez se refieren a la situación interna de Cuba donde el
otro paradigma, el comunista marxista y leninista, sigue haciendo estragos
durante 62 años. Entiendo la sorpresa de los inversores extranjeros en Cuba,
escuchando con sorpresa, este tipo de cosas del presidente de Cuba. Alguno tendría
ocasión de hacer rápido su maleta y volver a casa.
Díaz Canel no perdió la
ocasión para hablar de una serie de vaguedades como una Iberoamérica inclusiva, insistir en
la transferencia financiera y de tecnología desde los países desarrollados a
los más pobres, de la situación de la pandemia y los sistemas de salud y
protección social, donde aprovechó para atacar unos “intereses mezquinos de
unos pocos”, al tiempo que reivindicó una vez más el papel del estado, ¿cómo
no?
Incluso tuvo la osadía
de anunciar los cinco candidatos vacunales que se dispone en Cuba, dos de
ellos, Soberana 02 y Abdala, en Fase 3 de ensayo clínico y anunció el objetivo
de inmunidad a toda la población cubana antes de que finalice el 2021 con
dichas vacunas para insistir en el protagonismo que da Cuba a la ciencia y
tecnología.
Se podía haber quedado
en este terreno hasta el final, pero de forma incomprensible, giró el discurso.
Y llegó el momento de arremeter, de mil formas, contra Estados Unidos al que
identificó como “enemigo de Cuba por el recrudecimiento del bloqueo y el apoyo
a actos de violencia y desacato a la ley para promover inestabilidad social y
política en nuestro país”. Incluso atribuyó a Estados Unidos campañas supuestas
de “desacreditación y boicot a la cooperación médica que Cuba”.
Pero no conforme con
esta intoxicación inoportuna, llegó la referencia a Venezuela. Sorprendió, pero
era de esperar. Día Canel defendió la legitimidad del gobierno de Maduro porque
“emana de la voluntad expresa y soberana de su pueblo”, lo que implica aceptar
el resultado de lo que llaman elecciones en este país. Y lo contrapuso a lo que
denominó “presiones de potencias extranjeras” en clara referencia a Estados
Unidos.
Esta parte del discurso
no debió gustar en la secretaría de Estado de EEUU y lo más probable es que
haya abierto un paréntesis difícil de cerrar en las posibles relaciones con
Cuba. El presidente Biden tiene información para saber qué hacer. No es lícito
tener relaciones normales con un país que aprovecha su presencia en cualquier
foro internacional para lanzar ataques injustificados contra su vecino del
norte.
Y esto fue lo ocurrido
en esta parte del discurso, en la que Díaz Canel no solo dijo que era injusto
culpar al gobierno venezolano de la situación económica y social que enfrenta el
país, para denunciar, nuevamente, “la aplicación de crueles medidas coercitivas
unilaterales, proyectadas y aplicadas por Estados Unidos acompañado por varios
de sus aliados, con el objetivo de provocar sufrimiento en la población”. Imagino
qué deberían pensar los organizadores del foro, y, sobre todo, los presidentes
de los países democráticos de una presencia tan molesta. Y no contento con lo
anterior acabó diciendo que, “sería útil y sincero reconocer que el diseño
estadounidense de intervención en Venezuela fracasó rotundamente y colocó a
otros países que lo apoyaron en una situación política y jurídica insostenible”.
No tenía que decir nada
más en el discurso. En ese punto, Díaz Canel se ponía del lado del poder
político que dirige Venezuela, y que comete los crímenes denunciados en foros democráticos
internacionales, como el parlamento europeo, y se autoexcluía del orden internacional.
En opinión de Díaz Canel, “se debería reconocer que la República Bolivariana de
Venezuela es un Estado soberano, que debe cesar la intromisión y actuar con
respeto a la Carta de Naciones Unidas y a la proclama de América Latina y el
Caribe como zona de paz”. Exactamente lo mismo que los gobiernos de Cuba y
Venezuela no practican con sus pueblos. Díaz Canel dixit.
Le recuerdo a Diaz Canel, que la Ciencia se basa en la libertad de contrastar, por uno mismo, los conocimiento recibidos por nuestros preceptores sin ser sancionado por ello. ¿Quién puede contrastar en le país que él preside cualquiera de las afirmaciones autocomplacientes que su autoridades hacen?
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