Excusas de mal pagador contra la injusta arquitectura financiera internacional

Elías Amor Bravo, economista

Hace falta tener una cara muy dura, o encontrarse muy alejado de la realidad, para que el primer ministro de Cuba, Marrero, califique la arquitectura financiera internacional de “injusta”. Si. La misma arquitectura que concedió a la Isla privilegios de los acreedores internacionales desde 2015, con las generosas condonaciones y cancelaciones de la deuda externa con numerosos países, el Club de País o el Club de Londres.

Y sigue. Porque desde el año pasado, Cuba se encuentra en default técnico, en el pago de su deuda externa, manteniendo el tipo ficticio de cambio 1x24 de la Tarea Ordenamiento, y sin reservas externas, ya que no entran divisas al país. Y se queja el primer ministro de la arquitectura financiera internacional, cuando debería estar agradecido. Por mucho menos que lo que debe Cuba al mundo, los banqueros ya habrían exigido lo que les corresponde, y en este momento, los comunistas estarían pagando con patrimonio estatal o vaya usted a saber. Con Cuba hay tantas consideraciones, que no existe justificación de ningún tipo para decir determinado tipo de cosas.

Pero las dice Marrero, que se ha codeado, y seguro se sigue codeando, con los empresarios e inversores internacionales a los que ataca de mil formas. Mucho tendrá que pedir disculpas cuando toque de nuevo reunirse para hablar del sexo de los ángeles, porque de la deuda externa, ya se verá que sigue sin pagar. 

Entonces, Marrero pensará que el foro en que se dedicó a prodigar ataques a la arquitectura financiera internacional, “el Segmento de Jefes de Estado y/o Gobierno del Foro del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas sobre Financiación para el Desarrollo” tampoco ocupa muchos titulares en la prensa económica internacional, y como sucede con este tipo de eventos, suele pasar desapercibido, salvo para Granma, que como periódico oficial comunista y con vistas al congreso que ya está aquí, tiene que sacar este tipo de informaciones que solo tienen consumo interno y poco más.

Y es así como hay que interpretar esta “salida de tono” de Marrero, atacando a aquellos que sostienen con su dinero, por cierto, prestado en unas condiciones que muchos quisiéramos, a la desorganizada economía cubana, por calificarla de algún modo, todo ello, sin asumir ni una pequeña parte de responsabilidad en la contracción de la economía, el aumento del déficit público, la inseguridad alimentaria, la pobreza, en suma, el cuadro de indicadores de la economía en este momento.

La suerte de Marrero es que no lo toman en cuenta. Es decir, no le hacen caso. Esta costumbre de los financieros internacionales a no prestar atención a las bravuconadas que lanzan los comunistas cubanos viene de los tiempos de Fidel Castro, cuando organizaba posados con muchos de los que prestaban el dinero sin expectativa alguna de recuperarlo. El problema es que Fidel Castro ya no está, y que su hermano se marcha de forma definitiva, y Marrero o Díaz Canel no aportan valor añadido a nadie. 

Y esto lleva a la segunda derivada de este discurso de Marrero lleno de auténticos despropósitos contra los financieros internacionales y la deuda externa. Y es la pregunta de ¿por qué Díaz Canel no fue el autor de este discurso ante Naciones Unidas? Podría haber sido una plataforma magnífica para llegar al congreso de los comunistas dentro de unos días. 

Pero el órgano de gobierno decidió que fuera Marrero, y este tipo de decisiones de la cúpula que dirige el país no son arbitrarias ni se adoptan sin ton ni son. Había que asegurar a Marrero el discurso incendiario contra el bloqueo y, el embargo para que no le cierren las puertas del congreso y, con ello, ocupar una silla desde la que poder enterarse de qué se cuece en la organización comunista. Quedarse fuera habría sido muy complicado, en momentos como éste, y, ya se sabe qué intereses representa Marrero y por qué.

Marrero leyó un discurso elaborado por el ala dura comunista y reaccionaria. Un discurso que, casi seguro, no tiene ni una sola referencia de lo que él piensa realmente. El que le puso en el discurso la referencia a los compromisos de la Agenda de Acción de Addis Abbeba aprobada en 2015, es un redactor majadero que le gastó una bien mala a su primer ministro, porque en los tiempos de la globalización todo lo que se acordó en aquella ciudad africana es papel mojado. Reivindicarlo es inoportuno y huele a rancio. A quedarse atrás en el tren de la historia.

En cuanto al asunto de la deuda externa, Marrero no estuvo afortunado. Su demanda de solución inmediata a la deuda, por “su desmesurado monto, que lastra los esfuerzos de los países del sur (entre ellos, Cuba) para enfocarse en su desarrollo” solo se planteó en términos de los acreedores, pero no dijo ni una sola palabra de lo que pueden hacer los deudores que, en un enfoque global de comercio e inversiones, es mucho, siempre que actúen mejorando su confianza y credibilidad. Justo lo que no han hecho en Cuba.

Es más fácil, demagógico y populista, y desde luego, nada responsable, exigir que los “países desarrollados salden su deuda histórica con la humanidad por el colonialismo, las injustas guerras y la depredación de los recursos naturales y del medioambiente”. Excusas de mal pagador. Ni Fidel Castro lo habría expresado mejor, pero ese discurso en 2021 solo sirve para que Granma lo de a conocer un día o dos, preparando la caldera para el congreso comunista, que se hará dueño de toda la información del país.   


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