Díaz Canel y la economía: diagnóstico de una entrevista (1)
Elías Amor Bravo economista
Larga la entrevista de Díaz Canel en los medios estatales donde pudo exponer tranquilamente sus ideas, por absurdas que sean, sin que nadie se atreviera a rechistar. Larga y aburrida, en lo que algunos han querido ver un intento de asemejarse a Fidel Castro y sus peroratas que atrapaban a los cubanos ante los televisores. Pero no. Nada es igual, el tiempo no pasa en balde, y Díaz Canel ha pinchado en hueso, porque su mensaje, alejado de la realidad cubana, no va a servir para cambiar un estado de opinión que alarma al régimen. Si no fuera así, una entrevista como esta no tendría justificación. Es fácil seguir el discurso de Díaz Canel atendiendo a una serie de indicaciones.
Primera indicación. Al hablar de su agenda, Díaz Canel dijo que “los tiempos están complejos, hay muchas noticias en este mundo lleno de incertidumbre y nosotros no vivimos en una burbuja, o sea, uno está constantemente al tanto de lo que está pasando en el país y al tanto de lo que está pasando en el mundo, y de cómo influyen los problemas globales también en nuestras realidades”.
Tanto ejercicio de observación puede tener una consecuencia: quien mucho abarca poco aprieta, y al final no se hace lo que se tiene que hacer. Las cosas no se abordan de forma correcta y luego pasa lo peor. Ya no es posible perder el tiempo y en el régimen lo saben.
Segunda indicación, el sistema de trabajo de Díaz Canel no vale. Mucha planificación, mucha reunión, “reunionismo” un término que gana el idioma español. Mucho sentarse las personas que están involucradas con un tema para analizar el tema, para analizar la marcha, para proyectar, para hacer trabajo de mesa, porque si no todo es improvisado. Insisto. El método falla, porque no se puede llegar a todo, y se tiene la impresión de que no hay fijación de prioridades. Quien mucho abarca, poco aprieta. Y en eso estamos, dedicando “tiempo también para compartir con la esposa, con los hijos, con los nietos, con las abuelas de la casa, con la familia y con los amigos entrañables que forman parte de la familia, eso completa la vida de un revolucionario”.
Tercera indicación. Al dar cuenta del mundo en que estamos viviendo, Díaz Canel habla de una época convulsa, una época donde el mundo acaba de salir de una pandemia que provocó la pérdida de tantas vidas. Parece que solo Cuba hubiera experimentado las consecuencias del COVID-19. Pero no contento con ello, Díaz Canel se define como alguien que aspira a un mundo más solidario, más cooperativo, de más paz y a que se trabajara más en función de la gente, que observa con preocupación que “es un mundo que se ha envuelto en guerras, en conflictos, donde se acrecientan las medidas coercitivas unilaterales para presionar a los que piensan distinto, donde se siguen construyendo muros y no puentes” y un sinfín de majaderías que podrían tener solución, por ejemplo, si el aliado y financiero de Díaz Canel, Putin, no hubiera invadido a Ucrania con una guerra cruel. De eso, ni una palabra. Y miren que habló.
Cuarta indicación. Díaz Canel dijo que en Cuba tenemos desde nuestra historia una visión de enfrentamiento a los desafíos, y claro, como no hay argumentos que justifiquen nada, el ejemplo está en Fidel y Raúl que “asaltaron el Moncada, fueron presos, una prisión, como ellos llamaban, fecunda. En la prisión estudiaron, en la prisión se prepararon, en la prisión crecieron”. Cuidado. Habría que preguntar a Díaz Canel si los presos políticos cubanos actualmente, más de 1.000, tienen esos mismos derechos en las crueles cárceles de la Isla.
Y claro, como no hay dos sin tres, Díaz Canel pasa a recrearse con esa historia de desafíos, detrás de la que está siempre la amenaza de Estados Unidos, a los que atribuye desde la voladura de La Coubre, hasta la invasión a Playa Girón, las montañas del Escambray y otras montañas del país con bandas que asesinaban, que cometían fechorías; la crisis de octubre; un ciclón Flora en los primeros años de la revolución, cuando no teníamos los niveles de organización que tiene nuestro sistema de Defensa Civil y nuestro sistema de reducción de riesgos y desastres, que causó también pérdidas materiales y de muchas vidas humanas. Eso también debió ser culpa de Estados Unidos, vaya usted a saber.
Quinta indicación. Díaz Canel dijo que está convencido de que los reveses se pueden convertir en victorias, y eso está en la historia cubana, “que ha escrito un pueblo empeñado en hacer realidad sus sueños, que nunca ha renunciado a hacer realidad sus sueños”. Por desgracia, Díaz Canel y su régimen han logrado que muchos de esos sueños, se conviertan en pesadillas. No hay otra.
Sexta indicación. Sorprendentemente, Díaz Canel reconoce que los críticos tienen el derecho a criticarnos, y además afirma “que no hay obra perfecta y sería muy ideal también pensar que todo se ha hecho bien, que todo es perfecto y que tenemos la razón en todo”.
Y cuando parecía que la iluminación podía llegar a la mente del elegido, se da la vuelta y justifica que “estamos viviendo en una situación de máxima presión”, “de asfixia económica para provocar el colapso de la revolución, para fracturar la unidad entre dirección y pueblo, para negar la obra de la revolución”. Y lo concreta en acciones que tienen que ver con la responsabilidad personal como dirigente. Si hay “persecución financiera”, el culpable es quien no paga las deudas.
No es verdad que haya recrudecimiento del bloqueo, cuando Estados Unidos sigue siendo uno de los primeros proveedores de alimentos de la Isla. La campaña de subversión que existe solo está en la mente de Díaz Canel. Al dirigente comunista le preocupan, eso sí, los importes de la USAID y de la NED hacia otros países, y en particular hacia Cuba, porque suponen “una estrategia de comunicación denigrante, llena de odio para desacreditar a la revolución y desacreditar todo lo que hacemos”. Exactamente lo mismo que hace la revolución contra los cubanos que no quieren ser revolucionarios.
Este análisis de panfleto ayuda a Díaz Canel para explicar por qué la economía dejó su entorno relativamente favorable de 2019 para entrar en una crisis como la actual. En fin, afirmar que la economía tenía un funcionamiento muy distinto al que tenemos ahora, es mentir porque el modelo estructural no ha cambiado, tan solo los desequilibrios se han agrandado reduciendo los márgenes de actuación. Y ello, no es consecuencia del bloqueo que aumentó Trump cuando solo le quedaban unos días para salir de la Casa Blanca, ni se la inclusión de Cuba en la lista de países que apoyan el terrorismo, y el corte de las formas de financiación que, como se ha señalado, se debe al impago de las deudas internacionales. Ni una sola verdad. Ni una sola asunción de responsabilidades.
Díaz Canel califica de modélica la actuación despilfarradora del régimen contra la pandemia, origen de buena parte de los males. Sobre todo, la decisión de no conciliar los gastos una vez que la enfermedad se fue superando, como hicieron otros países. Díaz Canel acabó reconociendo el retraso de Cuba de recuperarse de la pandemia. ¿No habían descubierto la mejor vacuna del mundo?
Y claro, la pandemia afectó las principales fuentes de ingresos: las remesas, el turismo, las exportaciones. Pero no dice que eso ocurrió en todo el mundo, y que los países fueron adoptando políticas eficaces para superar la crisis. En Cuba, no. Se concentraron en los problemas, pero nunca en las soluciones. Empezó a faltar la comida, la energía, las materias primas y los insumos que necesitan un grupo de producciones para dar bienes y servicios a la población. El gobierno gastando más y más, y la deuda externa sin pagarse. Una huida adelante sin solución de volver a la estabilidad. Luego dijo que la guerra contra el COVID-19 se ganó pero debilitando de forma notable las bases de la economía deteriorando el sistema de salud, la cooperación de todo el mundo, la educación y los logros de la revolución. Las cosas empezaron a ir cada vez peor. Ni el recurso a la resistencia creativa sirvió de algo.
Séptima indicación. Y entonces, llegó la tarea ordenamiento, que Díaz Canel defendió por activa y pasiva, a pesar de que ha sido el factor que desencadenó el desastre, y dijo que fue “una medida que estaba previsto y había un grupo trabajando el ordenamiento hacía diez años”; para reconocer a continuación que el ordenamiento no se pudo desarrollar en las condiciones más propicias. Consecuencia, Díaz Canel calificó como tema para discutir que la inflación que tenemos hoy se debe al ordenamiento realmente, y se permitió afirmar que sin ordenamiento iba a haber inflación también. Un salto en el vacío que ni el trapecista más arriesgado.
Como por ejemplo, afirmar que en el mundo hay inflación y sin embargo, no han aplicado ordenamiento. Claro, en el mundo no hay tasas interanuales del 35-40% en el IPC oficial como en Cuba que llegan a un 55-65% para los alimentos. Díaz Canel no puede minusvalorar las consecuencias de la inflación en Cuba, pero lo hizo. Una inflación que se ha devorado el poder adquisitivo del salario con relación a los precios.
Después, justificó la bancarización, que calificó de necesaria, de proceso gradual, que entra en un momento “en que no tenemos efectivo –por otras razones–, pero si no aplicamos la bancarización el déficit de efectivo hubiera sido mayor”. La misma justificación que el ordenamiento, saltándose a la torera todos los principios fundamentales de la ciencia económica. Ni una palabra del hundimiento del peso cubano en el mercado informal, principal perjudicado de los experimentos comunistas.
Pero lo mejor de todo llegó cuando Díaz Canel dijo que “no somos unos cerrados ni somos unos dogmáticos, estamos haciendo un análisis exhaustivo de todos los antecedentes del ordenamiento, en qué nos pudimos equivocar, qué pudimos haber hecho mal y también qué factores influyeron y atentaban contra el ordenamiento” y otro tanto dijo de la bancarización. Aquí tiene este blog a su entera disposición por si necesita información
De hecho, afirmó que todos los días leen y estudian lo que dicen los economistas. Poco es el caso que hace. Y claro, lo confirmó al decir que “muchas de las cosas que se proponen, con las que estamos convencidos y están como parte de nuestro Programa de Estabilización Macroeconómica, necesitan divisas para hacerse, y eso es lo que hoy no tenemos”. Otro asunto de cierta oscuridad: el mercado cambiario y la situación de divisas.
Por ejemplo, cuando los economistas le dicen que se tiene que ampliar el mercado cambiario, dice que él está de acuerdo, pero entonces se pregunta ¿Qué voy a cambiar?, ¿tal vez todo? No, Díaz Canel afirma que para cambiar hay que tener divisas. Y en este punto reconoció lo evidente que “hoy la divisa prácticamente nos está dando para comprar un poco de combustible, que no alcanza, y fraccionadamente la canasta y otros insumos que son necesarios para mantener la vitalidad de lo fundamental de la población”. Los cubanos ya saben lo que está pasando.
La situación es tan grave que ya pasó el tiempo del análisis crítico, de una presunta rectificación de errores y de análisis de situaciones muy particulares. Hay que pasar realmente a la acción, y correr a más velocidad de lo que lo hace la economía para no quedar atrás. La receta se antoja un escenario de absoluta irresponsabilidad. Díaz Canel cree que de la actual situación se tiene que salir aumentando los salarios, la pensión mínima y el salario mínimo; pero, le frena que no haya más oferta, porque enseguida suben más los precios por la diferencia de oferta y demanda, con la consiguiente inflación y pérdida de poder adquisitivo. ¿No sería mejor pensar en alternativas para salir del agujero negro?
Dijo que siguen analizando los subsidios, si a personas o productos, de cómo atender a los vulnerables y cómo se cataloga a los vulnerables, y afirmó que están estudiando una metodología para que no se nos quede nadie desamparado. Increíble. 64 años después. Mostró su preferencia por subsidiar personas y no productos, pero eso es improbable mientras se mantenga la absurda canasta normada, y a ver quién le pone el cascabel al gato.
Díaz Canel reconoció que “eso lo tenemos que hacer bien, porque si no creamos más conflictos; y de todas formas, que no subsidiemos productos no significa que dejemos de importar los niveles de alimentos que estamos importando ahora” y entonces, a ver qué le da de comer a la gente. Un ejemplo del agujero negro del régimen comunista se puede observar en este debate de subsidios a productos o personas.
La entrevista aportó muchas más indicaciones.
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