Presupuestos, precios y control económico, el agujero negro de la economía castrista

Elías Amor Bravo economista

La prensa estatal comunista cubana, con su habitual escasa transparencia, abordó la cuestión de los presupuestos del estado de 2023 que fueron aprobados ante el máximo órgano de gobierno tras el informe de control al proceso de ejecución del Presupuesto del Estado en 2023, y la rendición de cuenta del Ministro de Finanzas y Precios. A ver quién se atreve a llevar la contraria.

Por eso, si alguien espera alguna indicación, que siga esperando. Lo único que se ha conocido al respecto que es que el ministro de finanzas y precios Vladimir Regueiro reconoció “que este es un ejercicio que da cumplimiento a lo establecido por la Constitución de la República y otras leyes” en referencia a las funciones del máximo órgano de Gobierno cubano.

Una frase que esconde una idea aterradora. Es que tal vez lleva a pensar que han existido otras ocasiones en que dicho cumplimiento no se ha materializado, o lo que es lo mismo, los dirigentes del área presupuestaria han asumido el cumplimiento de aspectos no establecidos por la constitución. 

Ante la falta de evidencias, porque nadie va a denunciar nada que salga del guion político, la rendición de cuenta del ministro de finanzas y precios se centró básicamente en aspectos relativos al sistema de gestión de gobierno basado en ciencia e innovación que tanto agradan a Díaz Canel por tratarse de su tesis doctoral. Igualmente, a la atención a planteamientos de la población que, así en genérico, es prácticamente no decir nada. También se abordó el sistema de precios en sustitución de la amenaza de la inflación que es el problema más acuciante. 

La rendición de cuenta también atendió la gestión de los ingresos presupuestarios, en absoluta caída por el estancamiento económico; por supuesto, el sistema presupuestario cuyas bases son desconocidas; la contabilidad gubernamental, otro gran misterio; el fortalecimiento de la contabilidad, cobros y pagos; el control y cobro de multas; el desempeño de la Organización de Dirección Empresarial Caudal, adscrita al organismo; así como el capital humano y la política de cuadros. En fin, un batiburrillo de asuntos para cubrir un expediente sin ir directamente a los números que es lo realmente importante en estos casos.

Según el ministro Ale, “las proyecciones de trabajo del organismo dan cauce a la implementación de varios lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, así como a otras actividades estrechamente vinculadas al desarrollo del país”, pero no dijo ni cuáles ni cómo. O dicho de otro modo, el régimen sigue empeñado en el cumplimiento de unos lineamientos cuyo resultado más destacado, la tarea ordenamiento, ha sido uno de los principales fracasos de la economía en los últimos años. La obsesión con los “lineamientos” sigue confirmando que los comunistas cubanos se orientan más en sus decisiones económicas por la ideología que por las cuestiones técnicas. Así les va.

Entre los proyectos de las prioridades de trabajo de su departamento, el ministro de finanzas y precios destacó los relacionados con el “perfeccionamiento de la planificación, la ejecución presupuestaria, la articulación del Presupuesto del Estado con el Plan de la Economía, la eficiencia y la eficacia del gasto público, el sistema arancelario, la modernización del sistema tributario, las políticas de precio, los mecanismos de regulación, y otros temas vinculados a las funciones propias del organismo”. 

Surge inmediatamente una pregunta, ¿es consciente el ministro de la escasa relación de estas prioridades a las que se supone va a dedicar su tiempo, con los problemas urgentes e inmediatos de la economía cubana? ¿Qué tiene que ver el perfeccionamiento de la planificación con los apagones? ¿Qué puede hacer la articulación del presupuesto y el plan para resolver el problema de la inflación desbocada?

Se tiene la impresión que este ministro, enunciando sus prioridades, está completamente alejado del día a día de los cubanos, en que comer se ha convertido en una obsesión para muchos, porque no está garantizado, ¿Qué tiene que ver la modernización del sistema tributario con la comida diaria? Ya está bien de boberías porque el tiempo se acaba.

De los precios, no de la inflación, el ministro Regueiro habló y dijo lo único que podía decir, reconociendo su fracaso, “los resultados en ese sentido son insuficientes y demandan de una transformación que permita constatar la efectividad de los precios que se acuerdan y que la población perciba la eficacia de las medidas”. ¿Efectividad de los precios que se acuerdan? ¿Qué demonios es esto? Y aun peor, que la población perciba la eficacia de las medidas. Ministro, esta percepción solo se logrará si los precios se estabilizan, y cuando el IPC en tasa interanual crece a un 40% de media, la estabilidad está muy pero que muy lejos. ¿A qué juega ministro?

Con relación a la gestión de los ingresos presupuestarios, en caída libre por la situación de estancamiento económico, tan solo pudo reconocer que “las medidas que se ejecutan aún no tienen el efecto deseado, pues no se captan todas las reservas de ingresos, ni se gestionan al máximo las deudas tributarias”. ¿No será que la economía se encuentra en fase terminal y que las bases imponibles están completamente muertas y no permiten obtener ingresos? Por qué no se reconoce la verdad?

No, porque siempre los castristas culpan a otros de sus fracasos, y el ministro de finanzas y precios dice que se recauda poco porque “no se ha conseguido revertir la marcada tendencia a la subdeclaración y evasión de ingresos, que constituyen una de las principales indisciplinas que afecta a los presupuestos municipales”. Ahora que han decidido prohibir la salida del país a los que mantienen deudas con el fisco han dado la vuelta de tuerca definitiva para asfixiar a los pocos supervivientes.

No es extraño que en el dictamen presentado por el gobierno sobre el ejercicio se señale que el tema “asociado a los precios, debe ser abordado con mayor profundidad, pues la población no aprecia en ese sentido el papel regulador del Estado”, y para mayor rizo, “se hace necesario «definir indicadores concretos, que permitan medir lo que se ha logrado en materia de reducción de precios”.

Y claro, el susodicho documento, en vez de reconocer los daños que está haciendo el régimen a la iniciativa privada y en qué medida sus posibilidades de desarrollo se encuentran frenadas por las políticas públicas, se refiere a la necesidad de “elevar la exigencia y el control sobre la Ley del Presupuesto del Estado y trabajar para la disminución gradual del déficit, garantizar métodos más efectivos de regulación y control de precios, perfeccionar la gestión de cobros de los tributos e incrementar el enfrentamiento a los incumplimientos y conductas evasoras, así como fortalecer el papel del consejo técnico asesor”.

Díaz Canel dijo al final de la sesión que debe continuar el combate ante las dificultades que existen en el orden económico y social, con la certeza de que se pueden vencer los obstáculos y acabó reconociendo que “nos faltan muchas cosas, no podemos estar satisfechos con lo que hemos hecho, pero en todo el país se está echando la pelea, se está trabajando, se están buscando iniciativas”. 

¿Hasta cuándo y cómo? Eso no lo sabe ni Díaz Canel, pero de una pelea perdida se puede pasar a otra sin solución de continuidad, y esto es lo que puede estar ocurriendo en este momento en Cuba. Mientras que Díaz Canel, cada vez más alejado de la realidad, piensa en explotar “todas las potencialidades territoriales, revisar métodos y estilos de trabajo y, de conjunto con los trabajadores, los productores y el pueblo, encontrar las soluciones a todas estas dificultades que enfrentamos” la gente desesperada en la cola de la canasta normada hace tiempo que perdió cualquier ilusión. La esperanza es lo que mueve cualquier revolución. Deberían saber.

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