El "negocio" del viaje de DC a Estados Unidos

Elías Amor Bravo, economista
 
Los dos hitos del viaje de Díaz Canel a Estados Unidos para asistir a la cumbre de Naciones Unidas en la que dijo que en Cuba nada iba a cambiar, han tenido poco que ver con esa obsesión ideológica del heredero del régimen de los Castro por presentarse como sucesor sin más. 

Por el contrario, la reunión con un equipo de directivos de las principales empresas tecnológicas estadounidenses y la firma de un acuerdo entre el Centro de Inmunología Molecular (CIM) de Cuba y la corporación de EEUU Rosswell Park para la creación de una empresa biotecnológica llamada Innovative Immunotherapy Alliance que investigará y desarrollará nuevos medicamentos y terapias contra el cáncer, son acontecimientos que merecen ser analizados con detalle.

Dos noticias de importancia, que se han dejado para hacerlas coincidir con el viaje a la ONU. Como si en el régimen hubieran descontado que de los discursos se saca bien poco, y que las urgencias financieras de la isla requieren mucho más que palabras. Si. Mucho más que las huecas y poco creíbles palabras de Díaz Canel ante el auditorio internacional, reivindicando las imágenes en blanco y negro de Fidel, el Che o a Raúl Roa entre otros.

De un lado, la reunión con altos ejecutivos de Google, VaynerMedia, Connectify, Mapbox, McKinsey & Company, Virgin Group, AirBnB, Revolution, Twitter, Microsoft, Bloomberg y Cresta, parece querer trasmitir la idea que Cuba quiere reducir la brecha tecnológica que le separa de la mayoría de países, y dar el salto hacia la cuarta revolución industrial. Buena noticia. Nada tenemos en contra de una decisión estratégica que, sin embargo, no debe olvidar que todavía, para la mayoría de los cubanos, es difícil encontrar los alimentos que desean consumir en los mercados y el poder adquisitivo de los salarios se encuentra en los niveles más bajos del mundo.

La apuesta castrista por el desarrollo de las nuevas tecnologías, a la que han hecho referencia no pocos medios, va asociada a un lento e inexorable proceso de conexión a la red e informatización de la sociedad cubana que se está produciendo por el deseo de los cubanos de salir de esa cápsula del tiempo en la que el régimen les ha obligado a vivir desde los inicios de la revolución.

No hace muchos días, la Oficina Nacional de Estadística e Información de Cuba publicaba un Informe sobre el estado de las tecnologías de la información y comunicación en la isla, con indicadores ciertamente destacados. Entre 2012 y 2017 el número de ordenadores se ha multiplicado por 1,5; los usuarios de internet por 2,5; y los dominios registrados bajo “CU” lo han hecho por tres. Los datos están a disposición de quien los quiera consultar en la publicación1. Lo importante es que la avidez de los cubanos por conectarse con el resto del mundo, la posición de monopolio de ETECSA y su socio extranjero, unido al valor monetario de las remesas enviadas por las familias, que se destina en buena medida a equipos y conexiones, han propiciado un crecimiento del sector de las telecomunicaciones prácticamente del doble de lo registrado por la economía en su conjunto. Un sector en el que la actividad privada tiene una importancia destacada.

Por otra parte, no es cierto que la informatización sea una prioridad del gobierno, ni tampoco que esté condicionada por el embargo o bloqueo de EEUU, como dijo Díaz Canel a los directivos de las multinacionales. Falso. Al contrario, si el dirigente castrista quiere decir la verdad tendría que reconocer que buena parte de la infraestructura de la sociedad de la información en Cuba tiene su origen en el dinero que las familias, la mayoría residentes en EEUU, envían a los suyos a Cuba. Es la sociedad cubana la que está liderando el proceso y luchando por abrir espacios de conexión, que en poco tiempo llegarán a la red de internet móvil a través de 3G, lo que muestra que todavía existe un atraso evidente en el desarrollo de las infraestructuras, pero que la apuesta está hecha.

El desarrollo de las nuevas tecnologías en Cuba es un ejemplo de cómo una economía postrada, ineficiente e improductiva puede crecer y avanzar, cuando se despejan los obstáculos creados por el gobierno y se abren espacios para la actividad privada. Yo espero que siga creciendo y que lo haga bien, para que Cuba rompa la desconexión que la ha maniatado durante casi 60 años. Muchos cubanos aún recordamos cómo en los años 60, en Correos de Cuba abrían y mutilaban las cartas enviadas desde EEUU a las familias que todavía no habían podido escapar del régimen. Por aquellas cartas, cuando se lograba traspasar los controles de los revolucionarios empeñados en romper todo contacto con el exterior, llegaba a Cuba información, lo más preciado cuando la manipulación y la propaganda se habían adueñado del país. Ahora internet es imparable. Ha llovido mucho desde entonces, pero nunca debemos olvidar.

Detrás de este desarrollo en las comunicaciones no me cabe la menor duda que priman los intereses de las empresas internacionales establecidas en la isla, que descubrieron con sorpresa, que en Cuba las comunicaciones con las casas matrices se tienen que hacer todavía por teléfono o por fax, como a finales del siglo pasado. En todo caso, si los cubanos pueden mejorar su relación con el resto del mundo y las familias, bienvenido sea.

La otra noticia supone que, a partir de ya mismo, el tema del embargo o bloqueo, tendrá que apostar por un nuevo argumentario, ya que el negocio en el Mariel entre la empresa de EEUU y la cubana para desarrollar medicamentos, productos de alto valor añadido en empresas que pagan sueldos millonarios a sus trabajadores, rompe con la línea mantenida por el régimen desde hace casi 60 años e incluso, con las advertencias del presidente Trump en el sentido de dar marcha atrás a los pasos dados por Obama para abrir espacios con la isla.

La institución estadounidense llevaba años manteniendo relaciones de cooperación con científicos cubanos, prácticamente desde 2011, con el objetivo de vender en el mercado de EE.UU. la vacuna terapéutica CIMAVax-EGF creada en Cuba. Un medicamento que pasará a ser un producto de referencia para la nueva empresa mixta cubana-estadounidense, por cuanto las pruebas que se han venido realizando confirman los efectos positivos a la hora de prolongar la vida de los pacientes de carcinoma pulmonar no microcítico, un tipo de cáncer de pulmón.

Además, los medios han destacado que esta primera compañía biotecnológica de EE.UU. y Cuba va a desarrollar tres tratamientos adicionales de inmunoterapia, todos ellos iniciados en Cuba, para tipos diferentes de tumores, lo que implica que la colaboración se extenderá en el tiempo y se mantendrá con el ánimo de lograr resultados conjuntos.

Que EEUU y Cuba colaboren en el sector de los medicamentos, uno de los más importantes y estratégicos a nivel mundial, en el que se pagan buenos sueldos (ya veremos en Cuba) no nos debe hacer olvidar las dificultades que muchos cubanos tienen para encontrar las prescripciones que les ordenan los médicos en las farmacias de la isla, donde las quejas sobre el aprovisionamiento de productos, la calidad de los mismos o las deficiencias de los servicios, se han trasladado incluso a la prensa oficial del régimen. Fabricar en Cuba medicamentos para exportar a EEUU debería fijar antes la prioridad de atención a los cubanos. No se si lo habrán pensado.

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