Malmierca y el cuento de Pedro y el lobo

Elías Amor Bravo, economista
En el cuento de Pedro y el lobo, que conocen muy bien los pequeños, al final nadie cree a Pedro cuando realmente ataca el lobo, y eso ocurre por mentir. Esa es la gran moraleja de la historia. Una enseñanza que debería aprender el ministro de comercio exterior e inversión extranjera comunista de Cuba, el señor Malmierca, que de tanto meter miedo a todo el mundo con la Ley LIBERTAD, luego se va a encontrar que nadie le hará caso cuando las cosas se pongan feas. Mucho más feas que ahora.
Me explico. La Ley Helms-Burton o Ley LIBERTAD no tiene como objetivo ni pretender la asfixia económica, ni tampoco atemorizar y desestimular a los inversores extranjeros en Cuba. Tan solo pretende garantizar la justicia de aquellos ciudadanos que fueron confiscados por el régimen castrista sin el pago de sus derechos de propiedad, para que ese tipo de prácticas no se vuelvan a producir nunca más. La Ley LIBERTAD no tiene nada que ver con aquellos empresarios internacionales que han apostado por inversiones en Cuba en activos que no tenían propietarios privados antes de 1959.
Si estos empresarios tienen éxito en Cuba, sus negocios son sólidos, ganan dinero (a pesar de los obstáculos del régimen comunista) nadie tendrá el menor inconveniente, y al contrario, será motivo de celebración. El señor Malmierca no debe olvidar que la Ley LIBERTAD ha sido aprobada en un país en el que la empresa privada, el mercado y los derechos de propiedad son respetados y determinan el eje principal de la actividad económica.
Cosa que no ocurre en Cuba, donde la libre empresa y la capacidad de enriquecimiento están proscritas por el régimen comunista. Insisto, Malmierca debe tener claro que nadie está en contra de que los inversores extranjeros que hagan bien las cosas en Cuba puedan seguir avanzando en sus proyectos actuales y sobre todo en los futuros que tengan interés. Siempre que respeten la seguridad jurídica y los legítimos derechos de propiedad a sus titulares reales.
Malmierca debería ser muy cauteloso cuando asume determinados compromisos ante los representantes de empresas y embajadas extranjeras en Cuba. Compromisos que pueden quedar en papel mojado a partir de ahora, cuando el título III de la Ley LIBERTAD permita que los legítimos propietarios puedan ejercer demandas en los tribunales de justicia de los EEUU para que sus derechos sean protegidos y no se utilicen en transacciones ilegales por un gobierno que se dedica al tráfico de propiedades confiscadas. Mal asunto. Malmierca debería reflexionar porque en algún momento aquellos que se puedan ver perjudicados por determinadas acciones legales podrán, en su justa razón, exigirle compensaciones. 
No en vano, Malmierca ha sido el responsable directo de que los inversores extranjeros coloquen su dinero en esos activos que son susceptibles de demanda en los tribunales de EEUU. Antes de operar o realizar cualquier inversión, lo normal sería haber asegurado los derechos. El gobierno comunista de Cuba no está en el momento actual en condiciones de aplicar garantías de ningún tipo para proteger las inversiones extranjeras en Cuba, porque la Ley 118, a pesar de que es el único instrumento disponible, es papel mojado fuera de la isla. Y la ley a la que tanto aluden, la Ley 80 de 1996 de "reafirmación de la dignidad y soberanía cubanas", otro tanto. De tanto mirarse el ombligo al final no se lo van a encontrar.
Por lo pronto, yo les pediría que antes de calificar con descalificativos comunistas a la Ley LIBERTAD, de hecho Malmierca la calificó como “engendro legislativo”, que se asesore bien por los gabinetes jurídicos españoles que están acreditados en La Habana. No le van a dar buenas noticias. El compliance está para algo, y seguro que Malmierca no tiene ni idea de lo que significa. Mejor para él, así puede seguir con el cuento de Pedro y el lobo.

Por suerte, los inversores extranjeros en Cuba ya saben de qué va todo esto. No les pilla de nuevas. Muchos de ellos ya saben lo que tienen que hacer. En el mundo libre se respiran aires distintos a los enrarecidos de Cuba. Esa obsesión de Malmierca, Rivas, etc etc, de que Cuba es el centro del mundo, tiene poco que ver con la realidad. Alguien debería avisarles que por mucho que se esfuercen, las inversiones extranjeras pararán en Cuba hasta que no despejen el horizonte y se den cuenta que los sectores y actividades en que los extranjeros quieren colocar su dinero debe estar limpio de cualquier demanda en los tribunales de EEUU. Es un nuevo comienzo. Yo les recomiendo que vuelvan a elaborar ese bodrio llamado “cartera de oportunidades”. Les iría mucho mejor.   

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