Al amigo peluquero del Vedado de La Habana
Elías Amor Bravo, economista
Al pobre peluquero que denuncian en Granma hoy por fijar el precio de sus servicios en $ 50.00 se le va a caer el pelo. Lo siento de veras. Lo acusan "de impunidad, de abuso al bolsillo", y no sé cuantas majaderías comunistas más. El sector más reaccionario del régimen castrista, que además coincide con los que menos sabe de cómo funciona una economía, ha puesto el grito en el cielo porque este profesional de la peluquería ha decidido que, en su pequeño negocio arrendado al estado, de los pocos autorizados por el régimen para el ejercicio privado, una barbería de Calzada, entre Paseo y 2, en el Vedado capitalino, el pelado pase a costar de los $ 25.00 a los $ 50.00 a partir de mañana 1 de agosto.
Al parecer en redes sociales han denunciado a este profesional al ministerio de finanzas y precios. Se ve que ahora los chivatos comunistas se valen del móvil para continuar con las delaciones que antes se realizaban por los oscuros comités de defensa de la revolución. En cualquier caso, detrás de este akelarre comunista que se ha formado en Granma cabe extraer algunas conclusiones:
1.- En un negocio privado, el empresario o el trabajador por cuenta propia, debe ser libre para establecer el precio de sus servicios. Si es muy bajo, tendrá gran demanda, si es muy alto, se pasará el día viendo pasar las horas. O tal vez no. Un precio alto va asociado a la percepción de un servicio o producto de calidad, y siempre hay gente dispuesta a ello, aunque sea más caro. Por la misma regla de tres, lo barato a veces se percibe como de mala calidad, y entonces, nadie compra nada. Así es el mercado, y aunque les resulte difícil entenderlo a los comunistas cubanos, poco a poco se irán acostumbrando porque han abierto la caja de pandora, y ya no la pueden cerrar. Quiten las manos de la economía y todo irá mucho mejor.
2.- Aunque las autoridades digan que el precio del pelado no se ha visto afectado, como servicio por “los aumentos de impuestos, ni el costo de los insumos, o la electricidad o el agua”, de lo que no cabe duda es que el precio de un producto o servicio depende de muchas más cosas, difíciles de resumir en este trabajo. Por lo pronto, de las expectativas, es decir, de la posibilidad de que los otros precios y costes aumenten. Ya se les avisó cuando aumentaron los salarios en el sector presupuestado y las pensiones. Esta decisión, así tomada sin orden ni concierto, traslada tensiones de precios en alza, que acaban materializándose. Los economistas que trabajan las expectativas saben que no hay nada más cabal que cuando la realidad se acaba cumpliendo de acuerdo con lo previsto. La espiral de precios en la economía cubana está en camino, y va a ser muy difícil que le pongan coto.
3.- No es con "llamamientos desde las más altas instancias del país", como se puede lograr que los precios no suban. Si las autoridades encargadas de velar por el cumplimiento de la orden de estabilidad de precios quieren conseguir su objetivo, tienen que hacer cosas muy distintas. Tanto, que posiblemente no tengan ni capacidad ni competencia para hacerlo. Porque flexibilizar la oferta y aumentar la producción nacional de bienes y servicios no está en la mano de un grupo de burócratas planificadores de la economía, sino de la acción decidida de todos los agentes económicos, cuyo proceso de acción reacción tiene poco que ver con las cábalas comunistas del ministerio de Gil o Meisi. Háganselo mirar.
4.- Las tres nuevas Resoluciones emitidas por el Ministerio de finanzas y precios publicadas el lunes, y analizadas ayer en este blog, pueden acabar siendo papel mojado en cuanto se desaten las tendencias que cualquier economista medianamente experimentado sabe que se van a producir. Y nada de ello pinta de forma favorable, porque subir salarios y pensiones, y topar precios en momentos de crisis es la peor decisión económica tomada en el régimen castrista en décadas. Las consecuencias ya se verán.
5.- Por mucho que la norma establezca que los actores de la economía no puedan incrementar los actuales precios y tarifas de sus productos y servicios, con destino a las entidades estatales y a la población, y les acusen en Granma de impunidad, como a nuestro amigo el peluquero del Vedado, una economía no se dirige de este modo, y tan pronto como los agentes económicos perciban esta situación se trasladarán a realizar sus transacciones a la economía sumergida, mientras que las patéticas bodegas del estado castrista se quedarán otra vez vacías, sin explicación, ni responsables.
6.- Al pueblo no se le pueden confiar determinadas cosas, como velar por unos supuestos derechos que se deben proteger. El derecho que quiere el pueblo es elegir libremente lo que desea consumir en cantidades y en abundancia a precios competitivos, en todo tipo de establecimientos, estatalesy privados. Ese es el derecho del pueblo que conculca de forma sistemática durante 60 años el régimen comunista. Lo que viene es malo. Aténganse al aviso.
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