Destrabar o no destrabar, he aquí el dilema

Elías Amor Bravo, economista
Igual que Hamlet en su dilema de ser o no ser, Díaz-Canel ha dicho que “este es el año para destrabar todo lo que frena la economía cubana”, y el diario oficial comunista ha recogido sus palabras, como no podría ser de otro modo.
La pregunta es ¿está la situación de la economía cubana para este tipo de mensajes y conjeturas? ¿No es más que necesario pasar a la acción, pero de forma objetiva y concreta? El asunto es interesante porque el dirigente castrista tiene puesta su mira en ese "destrabar", en lo que llama “reservas internas” de la economía, en los "encadenamientos", en fin, cosas que califica Granma como “minas de oro que están a la vista y solo necesitan del empuje creador de cada uno de los cubanos, estén donde estén”.
Sin tener muy claro lo que quiere decir con estos términos que se acuñan en la jerga de la economía castrista y que difícilmente se encuentran en otros sistemas o modelos económicos, la propuesta de "destrabar" es interesante aunque pienso que habría que concretarla con un poco más de precisión. Un buen ejemplo de ello es la larga y agotadora jornada de Díaz-Canel que sirve a Granma como referencia para el asunto de "destrabar".
Desde luego, no se destraba nada yendo a visitar centrales azucareros para observar si el plan se cumple al 97%, al 99%, o a cualquier otro porcentaje, como ocurrió en la visita de Díaz-Canel al central Uruguay, uno de los dos más grandes de la Isla, ubicado en el municipio de Jatibonico.
Una forma de destrabar por ejemplo, sería eliminar el Grupo Azucarero Azcuba, creado por el régimen para controlar la industria azucarera. Qué sentido tiene este tipo de estructuras burocráticas intermedias cuando existe un ministerio que es el organismo de la economía estatal encargado de controlar sus propias empresas.
En vez de ello, Díaz-Canel otorgó el máximo poder político y administrativo a Azcuba al reunirse con sus directivos para conocer los “pormenores de la marcha de la zafra en esta central provincia”. Este tipo de organizaciones siempre hará una valoración positiva de los hechos y no entrará en profundidad en los mismos, como las roturas o las paradas, porque lo suyo es otra cosa. Habría que destrabarlos, sin duda, y todo funcionaría mucho mejor.
Otra forma de destrabar es agilizar las inversiones, por qué no privadas de capital extranjero, para que se pueda generar más energía eléctrica con bagazo después de la zafra. No hace falta bonificación alguna, lo que se necesita es otro modelo de relación público y privada, por la que no está dispuesto a apostar el régimen comunista. Que yo sepa, no hay ni una sola inversión extranjera en la llamada cartera de oportunidades que se interese por esto. Como tampoco las hay en la producción de derivados que según Granma “escudriña el jefe de estado”, como alcohol, el co2, la levadura, la miel proteica y la urea-bagacillo. Otro ámbito ideal para destrabar atrayendo al capital privado, ¿por qué no?
Y aquí viene lo mejor. Si se pretende destrabar algo, para qué pedir, una vez más, a los trabajadores que envíen sus consideraciones “sobre cosas que hay que cambiar en los procesos de la economía, en todos: los de planificación, los de aseguramiento, los de exportación, los de importación, los de producción, los de comercialización”. Mejor déjenlos trabajar, paguen mejores sueldos y no entorpezcan la actividad productiva, porque eso es trabar en vez de lo otro. Que gracia, Díaz-Canel propone hacer un “banco de trabas” con estas informaciones, “y a partir de ahí empezar a analizar qué decisiones tomar para ir destrabando las cosas, y terminar de poner la economía en otro momento de posibilidades”. Desde luego, ingenio no le falta al dirigente castrista.
Después continuó la visita en la Fábrica de Cemento Siguaney, del municipio de Taguasco, paralizada durante 18 meses y de nuevo en actividad. Aquí fueron los directivos los encargados de explicar el plan de producción de este año, que esperan sobrepasar. Cemento blanco un producto fundamental para que se puedan construir infraestructuras y viviendas. Ese es el encadenamiento que tiene que conseguir Díaz-Canel, que sin embargo, para asombro, preguntó por la exportación. Esta es otra idea absurda, solo se puede exportar cuando las necesidades de la nación están plenamente cubiertas. Y en Cuba hay que hacer, y mucho, en favor de la reconstrucción patrimonial del país.
Finalmente, la agenda de la mañana tuvo su última visita en la Empresa Pecuaria Managuaco, perteneciente al municipio de Sancti Spíritus, que según Granma, es un ejemplo de lo que “la ganadería en Cuba puede hacer cuando la ciencia, el trabajo y la iniciativa marchan a la par”. Aquí fue el director el encargado de explicar a Díaz-Canel “los pormenores de la atención a la raza del Siboney de Cuba; del plan de venta de leche al Estado, que ronda los 4 millones 243 litros; de la producción, también en sus tierras, de viandas, hortalizas, granos y frutas; del uso de la energía solar para «mover» el 70 % de sus turbinas; y de la exportación de carbón vegetal, cuya planificación está fijada en 240 toneladas”, entre otras. Mucho que destrabar aquí, sin duda.
De modo que, por la tarde, y en este recorrido incansable Díaz-Canel llegó a la Empresa Militar Industrial Coronel Francisco Aguiar Rodríguez, fundada, en abril de 1963, dedicada al estudio, la asimilación de experiencias y la innovación. Aquí, acompañado de Ramiro Valdés “constató los progresos de una industria que saca provecho de la integración y los encadenamientos productivos y que mantiene, e incluso incrementa, sus vínculos con la llamada economía civil”, sin explicar cuales ni por qué, salvo la referencia a la reparación de una máquina, algún ómnibus y estructura metálica, y poco más. Lo mejor para destrabar en este caso, apartar a los militares de la gestión empresarial. Los militares a los cuarteles, y san se acabó.
El recorrido destrabador de Díaz-Canel continuó con la unidad empresarial de base No. 3 La Estancia, dedicada a la producción de derivados del tomate, lácteos, jugos y néctares y la compota que se entrega a los niños de todo el país por medio de la canasta básica normada, la que suele fallar con cierta frecuencia. Aquí también hay mucho que destrabar, por ejemplo, devolviendo al sector privado la propiedad y gestión de la unidad empresarial de base, que es un concepto marxista trasnochado e ineficiente.
También se incluyó la visita al Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Sancti Spíritus, cuya creación fue, por supuesto, idea de Fidel Castro, y que es “una entidad respetada hoy en toda Cuba y con resultados tangibles en varios frentes de la medicina y la agricultura, e incluso con reconocimiento en otras latitudes”. Aquí para destrabar, lo que hay que hacer es poner el Centro al servicio del mercado y ver si tiene demanda o no. Ese será el mejor y único indicador de si lo que están haciendo es tan trascendental e importante. En caso contrario, lo mejor es cerrar.
Una jornada agotadora, con resultados controvertidos. La pregunta inmediata es ¿qué consiguió destrabar Díaz-Canel con este recorrido inusual?¿Mejoró en algo el funcionamiento de la economía cubana con estas visitas agotadoras a las empresas y centros de trabajo? ¿Es este paseo oficial lo que realmente necesita en este momento la economía cubana para salvar la grave situación en que se encuentra? Los cubanos deben saber que existe otra política económica, y no es esta.

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