Topar precios al transporte privado: un nuevo desastre a la vista
Elías Amor Bravo, economista
Topar precios es una política
errónea. Provoca consecuencias nefastas para los consumidores.
Desabastecimiento, mala calidad, malestar social. Para los
productores puede ser incluso peor, la desaparición de sus pequeños
negocios, cuando observan que el precio fijado no consigue cubrir los
costes de producción. Estas políticas se pueden adoptar en países
como Cuba, donde las autoridades tienen todo el poder y control de la
economía, y los agentes privados, y públicos, están sometidos a su
imperio coercitivo.
Pero en
una economía de mercado, topar precios es una decisión absurda, que
dificulta el mecanismo de asignación de recursos del mercado y
genera notables deficiencias. En la economía de mercado libre, topar
precios es insensato. Sin embargo, los comunistas que dirigen la
economía cubana no tienen el menor reparo en poner en práctica este
tipo de medidas, y lo mismo lo hacen con los productos agropecuarios
que con el transporte privado.
Ahora
le toca el turno de padecer a los transportistas de La Habana que,
según una nota en Cubadebate, han participado en un “experimento
con porteadores privados que
ha llevado al
Ministerio del Transporte a
anunciar
una serie de modificaciones a los principios que sustentaban dicha
prueba”
Vayamos por partes porque el experimento no tiene desperdicio.
Primero,
han decidido
unificar en una sola licencia, denominada regular, las actuales
modalidades de libre y ruta. Al
mismo tiempo, sin saber por qué ni cómo, las autoridades comunistas
deciden
mantener
la modalidad de alto confort o clásico, vinculado a la empresa
TaxisCuba. Hay
que preguntarse qué sentido tiene esta diferenciación del servicio
por parte de las autoridades que
no suponga el mantenimiento de privilegios para el sector estatal
frente a la libre iniciativa privada.
¿Tal
vez se
pretende conseguir que
los cubanos no puedan tener acceso a servicios de
transporte de
calidad y
eficientes?
¿Qué sentido tiene unificar las modalidades de libre y ruta en una
sola licencia? ¿No supone esa unificación un intento oculto de
recaudar más por parte de las autoridades a
la vez que se frena el crecimiento de las pequeñas empresas
privadas?
En todo caso, esta
primera medida tiene poco que ver, yo diría nada, con las
preferencias y necesidades de una población hastiada de sufrir día
tras día las penurias y deficiencias del transporte en Cuba. Es burocracia intervencionista y poco más.
Pero
la segunda
es, sin duda, la más
inquietante. Al parecer, se
estableció que los
precios de los servicios de transporte
se podrán
fijar por
los propios transportistas,
siempre que se tengan
en cuenta los importes máximos aprobados por los Consejos de la
Administración. De nada
sirve esta decisión, que podría tener visos de adecuación a la
prestación competitiva de los servicios, si existen precios máximos
regulados. En vez de precios, lo que se debe aprobar es una tarifa al servicio público, y
ajustar el coste del desplazamiento a la misma.
Vamos a poner un sencillo ejemplo de las consecuencias nefastas de la
política anunciada por las autoridades comunistas. Al establecer
precios máximos a cobrar por los transportistas privados se frena la capacidad de desarrollo del servicio, esencial para la
población, y por mucho que se definan nuevas condiciones, normas y
regulaciones como las que acaban de entrar en vigor a partir del 5 de
enero, la situación va a empeorar, seguro. Por ejemplo, ¿por qué un
precio máximo de 10.00 pesos (CUP) por pasajero para los vehículos
de hasta 14 pasajeros de capacidad, y otro de 5.00 pesos (CUP) para
los vehículos con capacidad mayor a 14 pasajeros (camiones y
camionetas), durante las 24 horas del día y en cualquier recorrido
dentro de la ciudad? ¿A quién se le ha ocurrido esta absurda idea?
Si esta política de precios se aplicase linealmente, un transporte de
14 pasajeros, viajando al completo, recauda digamos 140 CUP en un determinado trayecto, mientras
que si hay capacidad para 15 pasajeros, e igualmente va lleno, al aplicar un
precio de 5 CUP obtiene por ello, 75 CUP, la mitad, y eso que se trata de un transporte mayor que podría atender a más demanda. Para que se igualen los ingresos, el
transporte debe llevar más de 28 personas. ¿Es esta discriminación
de precios, sensata? ¿Está resolviendo realmente las necesidades de
transporte.
En igualdad de condiciones, la gente preferirá viajar allí donde el
precio sea inferior, es decir con 5 CUP en los recorridos que se
apliquen, pero cualquier transportista tendrá mayores incentivos
para dar servicio con transportes que no excedan de 14 pasajeros,
porque puede cobrar más. La oferta se tenderá a concentrar en
vehículos de pequeño tamaño en vez de otros más grandes, con una
economía de escala ampliable. Y por no extender más este post,
algunos proveedores del servicio tenderán a concentrarse en los
trayectos para los que se pueden aplicar precios mayores, dada la
zonificación que han elaborado las autoridades. Por desgracia, los
comunistas llevan 60 años sin entender cómo funcionan la oferta y
la demanda. No les interesa. Lo desprecian, y por eso, en unos pocos
meses, si se aplican estas medidas, en La Habana no habrá transporte
privado, o se prestará un servicio muy deficiente y escaso.
Y
lo que es peor aún. No contentos con la intervención y control de
precios, las autoridades
comunistas vuelven a las andadadas, y anuncian “acciones para el
control del cumplimiento por parte de las autoridades competentes, la
población tendrá el derecho de exigir el cumplimiento de los mismos
y en caso de violaciones, denunciarlas por las vías habilitadas
(sitio web, teléfonos, redes, etc.) La violación de los precios por
parte de los transportistas será causa de cancelación de su
Licencia”. En suma, delaciones,
represión y persecución de
aquellos profesionales
que solo quieren ofrecer un servicio de transporte a la población
necesitada del mismo. Lo que tal
vez habría que hacer es
cerrar ese infausto consejo de administración provincial. Los
cubanos deben saber que otro modelo de política económica existe.
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