Machado Ventura y Díaz-Canel: de partir para arriba a los problemas a ayudar para avanzar
Elías Amor Bravo, economista
Qué quieren que les diga. Con dos titulares de Granma basta. Los dos
relativos al estado y perspectivas de la economía. Uno, procedente
de unas declaraciones de Machado Ventura en un viaje de estos que se prodigan por el
campo cubano en tierras de Sancti Spíritus. El otro mensaje, de Díaz-Canel, durante otro
viaje por Artemisa.
Vayamos por partes. El primero vino a decir,
algo así como que “a los problemas hay que partirles para arriba”.
Nada que decir. Ustedes ya me entienden. El segundo, más comedido,
dijo que “el objetivo es ayudar para avanzar”. Ignoro si los
responsables del diario oficial comunista han recibido consignas para
situar tan diferentes declaraciones de los dos dirigentes
ocupando el mismo espacio. No lo sé. Pero de lo que no cabe duda es
que, salvando la intencionalidad, el objetivo ha quedado al
descubierto y estamos ante dos paradigmas diferentes.
Uno
apela a la más pura bravuconería, a partir para arriba, a atacar al imperio
diciendo que no van a conseguir que se aplaste o se entregue el país, ni tampoco
el campo. Machado hizo estas declaraciones durante una Asamblea
municipal de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP)
del municipio de Taguasco, que presidió, y en la que “llamó a los
guajiros del territorio a elevar las producciones con los recursos
que se dispongan e incrementar las siembras en los renglones que
abastecen al pueblo, sustituyen importaciones y se exportan”. A los
problemas, hay que partirles para arriba.
Y, además,
según el dirigente comunista, “enfrentarlos y ver todo lo que
podemos ahorrar, lo que podemos dejar de importar, lo que podemos
producir en medio de una situación difícil”, una situación que
en estos primeros días del año ninguna autoridad del régimen
esconde, como venían haciendo antes del verano del pasado año,
cuando se quedaron sin reservas de petróleo esperando ansiosamente
por el barco que venía de Venezuela.
Y surgen entonces las contradicciones,
porque nadie sabe muy bien cómo salir del atolladero, con tanto
“partir para arriba”. Por ejemplo, Machado pidió a los guajiros más producción
de maíz, pero para eso hay que sembrar más maíz, lo
que no es posible si no se recurre a la costosa importación del
grano, en buena medida destinado a la alimentación animal. Es decir,
ni lo uno ni lo otro. El asunto es por dónde empezar.
Yo
creo que los guajiros cubanos no están para estar "partiendo para
arriba a nada ni a nadie", sino que lo quieren es trabajar con libertad, eligiendo las
producciones que consideren más rentables y a quién desean vender
sus productos, sin acopios de por medio, ni intervención política o
sindical. Lo que quieren es libertad, y no violencia, ni andar
perdiendo el tiempo ante un enemigo al que los dirigentes anuncian
tantas veces que acaba todo como el cuento de Pedro y el lobo. Los
campesinos quieren liberalizar el funcionamiento de las cooperativas
para que puedan funcionar como empresas, con acceso a fuentes de
financiación, los equipamientos y tecnologías, poder recibir inversión extranjera, a la vez que se
favorece el relevo generacional. Lo demás, como “partir para
arriba a alguien o algo” les importa un bledo. Machado debería saberlo.
Y en la distancia, moviéndose en una posición no tan exaltada, Díaz-Canel por
Artemisa, insistió en que el “objetivo es ayudar para avanzar”.
Lo cierto es que la distancia entre los dos enunciados de los dirigentes comunistas es tan grande que no se puede entender, cuando la realidad es que siempre han tenido un mensaje único y homogéneo. Claro, es
que no es lo mismo andar por Sancti Spíritus con los guajiros de las
cooperativas que empiezan a estar hartos de la situación, que
visitar un policlínico reabierto,
el "Orlando Santana Valdés", de
gran demanda en la zona. Además, no es lo mismo ir a los sitios en la más absoluta soledad, como Machado Ventura, que acudir acompañado de la corte del régimen como hace Díaz-Canel, con Valdés Mesa, Marrero
y un sinfín de
viceprimeros,
ministros y varios viceministros y altos
cargos.
Después, la visita se dirigió a una fábrica de cemento,
la "René Arcay",
una planta que, al decir de sus trabajadores y directivos, “nació
para exportar”, cuando precisamente una
de las necesidades principales de la vivienda en Cuba se encuentra en
la escasez de cemento y otros materiales. Pensar en exportar antes de
atender las necesidades de la población, tiene poco recorrido. A nadie se le ocurre fomentar un sector de este modo.
Más tarde, Díaz-Canel visitó las inversiones en la central
termoeléctrica (CTE) "Máximo Gómez", del Mariel, que actualmente
tiene un potencial de generación de unos 600 MW y en el transcurso
del año subirá otros 100 MW, dotada de una unidad térmica de
fabricación eslovaca, cuya caldera está hecha para quemar crudo
cubano. Aquí parece que el bloqueo tampoco llegó con la presencia
checa y rusa.
En la jornada vespertina, Díaz-Canel visitó el centro de
producción local de materiales de la construcción (ladrillos,
producto estratégico para el dirigente comunista)
"El Jardín", un lugar donde se han ido consolidando las capacidades
para, cuando la disponibilidad de recursos lo permita, producir los
elementos necesarios para edificar una vivienda diaria. En
fin, 365 al año, cuando estamos hablando de millones para atender
las actuales necesidades.
Después
llegó la visita a la Universidad de
Artemisa para analizar la
investigación e innovación,
con el claustro y el estudiantado. Al
parecer, el centro tiene un estrecho
vínculo universidad-economía a partir de las necesidades locales.
Lástima que no proyecten esa relación
para las necesidades del conjunto de la economía cubana.
Y llegó el turno a la agricultura para Díaz-Canel, pero ninguno de
sus mensajes habló de “partir para arriba a nada o nadie”. Todo
lo contrario. Según él se tiene que lograr la soberanía
alimentaria en los diferentes territorios por medio de los programas
de auto abastecimiento municipal y de la agricultura urbana y
suburbana. Lástima, por esa vía nunca lograrán la escala técnica eficiente,
y siempre la oferta será escasa.
También enfatizó en la necesidad de que los cultivos se siembren
teniendo en cuenta las características de los diferentes suelos que
existen a lo largo del territorio occidental. Los guajiros cubanos
saben mejor que los dirigentes comunistas qué se debe sembrar en
casa sitio. La provincia de Artemisa, en la que el cierre de las tierras cañeras no
sirvió para mejorar la producción agropecuaria, según los
dirigentes, “tiene la responsabilidad de producir grandes volúmenes
de alimentos para el país, no solo para la capital cubana, y sin
abandonar ni por un momento todo lo que el territorio urge para el
autoabastecimiento local”. Machado Ventura a lo mejor tenía razón.
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