Falta gas licuado, pero no por culpa de Trump
Elías Amor Bravo, economista
Sin gas, ¿cómo vamos a cocinar? Habrá que volver a las hogueras.
El tema es que se acabó el gas licuado y el gobierno dice que toca
ahorrar. Un servicio básico para la población escasea, se agota y
no hay perspectivas que mejore en los próximos meses.
En Cuba, según ONEI, en el período 2012 a 2017 (últimos datos
publicados) la producción nacional de gas licuado de petróleo, 53,3
mil toneladas/año resultó insuficiente para el consumo interno,
estimado en promedio, en 129 mil toneladas/año, lo que obligó a
importar el resto, situándose las compras en el exterior de este
producto en una media de 87 mil toneladas/año, casi el doble de la
producción nacional. El consumo de gas licuado representa el 92% de
la oferta, y prácticamente el 100% corresponde a consumo de los
hogares, ya que no tiene aplicaciones a la industria o servicios.
Las estadísticas oficiales permiten observar, además, que de todos
los derivados del petróleo que se consumen en la economía cubana
(fuel oil, queroseno, gasolinas, diesel, etc) resulta que el gas
licuado, a pesar de que solo representa el 2,1% del total, sin
embargo, en el período 2012-2017 es el que experimenta un mayor
crecimiento en las cifras absolutas y relativas, un 43% de aumento,
frente a solo un 0,5%, práctica estabilidad, del consumo total de
derivados. Cabría señalar al respecto, que la creciente popularidad
del gas licuado en el consumo energético en Cuba debería haber
orientado las políticas del gobierno, en el sentido de propiciar
unos stocks de seguridad suficientes para afrontar situaciones como
la que acaba de producirse.
En el Gráfico, que incluye la producción nacional, las
importaciones y el consumo de gas licuado de petróleo, se puede
observar la evolución que experimentan las tres variables en el
período 2010 a 2017, utilizando los números índices (base 100:
2010).
En color amarillo, el consumo experimenta un crecimiento continuo
durante todos los años, que se acelera justamente a partir de 2015.
La producción nacional, en color azul, muestra oscilaciones muy
intensas, sin mostrar una tendencia capaz de dar respuesta a las
necesidades de la población. Finalmente, en color rojo, las
importaciones han sido el instrumento para compensar la débil y
errática producción interna. Se observa cómo, en los años en que
cae esta última, las importaciones aumentan, y viceversa. La
tendencia cambia en los últimos años, con aumentos de las dos para
atender el consumo en crecimiento.
En el Gráfico siguiente, y para mayor claridad, se ha agregado la
oferta de gas licuado (sumando la producción nacional y las
importaciones) para comparar su evolución con la demanda (el
consumo) utilizando igualmente números índices (2010:100).
El consumo, en color rojo, muestra una clara tendencia ascendente en
el período considerado. Las familias cubanas aumentaron el consumo
de gas licuado de petróleo de forma importante entre 2010 y 2017.
Sin embargo, la oferta no reaccionó de igual forma. El proveedor del servicio, el estado (en Cuba no existen empresas privadas para hacerlo) el único que posee los medios de
producción, es incapaz de atender las necesidades de la población,
y se rezaga, por los límites de la capacidad productiva interna y
las dificultades para la importación del gas. Esta es la historia,
bien conocida por todos los cubanos. Una sociedad que no solo no
puede elegir libremente lo que desea consumir, sino que vive
racionada porque quien se encarga de producir es ineficiente e
improductivo.
En todo caso, las autoridades dicen que este servicio esencial se ha agotado, y a la gente no
le queda otro remedio que conformarse, como si no pasara nada.
Situaciones como esta son frecuentes en la economía cubana a lo
largo de los últimos 61 años. Se empieza por un producto y se acaba
en cualquier cosa. Cabría pensar, sin embargo, que en cualquier país
del mundo, este tipo de eventos provoca un estallido social contra el
gobierno que no es previsor. En Cuba, ya se verá. En todo caso, mal
empieza 2020 para los cubanos. Si esto no se parece al temido
“período especial”, que venga alguien y lo diga.
Como ocurre
siempre en estos sucesos, la culpa de todos los males es del embargo de
EEUU. Desde el régimen se insiste que durante el año 2019, el
gobierno de dicho país impuso nuevas y sucesivas sanciones a
compañías, armadores, buques y empresas de seguros, con el objetivo
de impedir la llegada de combustibles a la Isla, procedentes de
Venezuela. Poca vista. Las políticas de compras y aprovisionamientos
se basan en una diversificación de proveedores, precisamente para
afrontar este tipo de situaciones. Cuba no está obligada a comprar
todos los combustibles a Venezuela. Hay otros países productores.
Mucha debilidad muestra Cuba y sus dirigentes al no actuar de manera
adecuada ante este tipo de sucesos. Lo que ocurre es que para agitar
la llama del enfrentamiento con EEUU cualquier cosa sirve. Incluso,
dejar a los cubanos sin gas licuado para cocinar o la ducha con agua
caliente.
Para
las autoridades, los problemas empezaron el
26 de noviembre de 2019, con ocasión de la publicación de una
sanción por parte de EE.UU a la Corporación Panamericana SA,
empresa creada por el régimen castrista para realizar las
actividades de transporte del gas y controlada por Cubametales, entidad sancionada en junio por operar con el sector petrolero venezolano. Han tenido tiempo para
adaptarse a la situación, que era previsible, e ir planificando
actuaciones compensatorias. Un país en que toda la economía se
encuentra bajo control absoluto del estado, y donde los agentes
individuales no pueden actuar al margen de los poderes públicos, que
ocurran estas situaciones de escasez no es otra cosa que el resultado
de una torpe gestión por parte de quien controla todo el poder: el
estado comunista. O tal vez peor, de la falta de recursos económicos
para hacer frente a la situación. Una muestra más de debilidad.
Al parecer, las autoridades apuntan a que la Corporación
Panamericana tenía el contrato del suministro de gas licuado del
petróleo (GLP) para el consumo de la población y de los sectores,
estatal y no estatal, pero los
proveedores se negaron a realizar las entregas planificadas a finales
de diciembre y comienzos de enero como consecuencia de las sanciones.
Desde el momento en que
la empresa recibió las notificaciones sancionadoras, el régimen ha
estado realizando gestiones para lograr el suministro de GLP desde
otros mercados, lo cual no se ha logrado concretar. Habría que preguntarse por qué. Rusia es uno de los grandes productores de gas del mundo, y que se sepa, sus relaciones con Cuba siguen siendo sólidas.
La nota informativa del régimen concluye diciendo que se continúan las
acciones para lograr la importación de GLP, sin indicar nada más.
Además, se confirma que los
inventarios que actualmente existen en el país no cubren el consumo, mostrando
una falta de previsión ya que cualquier país mantiene unos
stocks de seguridad para evitar situaciones como esta. De modo que la
falta de alternativas y de previsión, típicas del comportamiento
burocrático estatal, han provocado las consabidas afectaciones en la
venta normada y liberada de GLP.
El régimen
comunista pretende que solo se garantice el servicio para los centros que presten
servicios básicos a la población. La
nota indica que se informará a la población en cada punto de venta de
gas licuado las medidas de reducción del consumo que se aplicarán
hasta tanto exista un suministro estable de GLP al país. Más o
menos lo mismo que cuando los titulares
de depósitos
en moneda convertible acudan al banco a sacar sus fondos y no existan
las divisas. Tendrán que esperar. Una espera eterna, injustificada y
que provoca rechazo por la forma de someter a los cubanos a estas
prácticas abusivas. Presiento que en
las tiendas en divisas, las cocinas eléctricas se van a vender, y
mucho.
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