La ecuación de la economía cubana
Elías Amor Bravo economista
Si los dirigentes del régimen comunista cubano prestasen más atención a lo que dicen los profesionales de la Economía de la Isla, tal vez las cosas les irían mejor. Pero es difícil para quien gobierna desde una posición de poder absoluto acercarse a la realidad y tomar perspectiva. Dicen que si, que van a tomar buena nota, pero luego hacen lo que les da la gana y así no hay quien acierte.
Cubadebate, en un artículo titulado “La ecuación de la economía cubana”, recoge una sesión de trabajo de Díaz Canel con especialistas y estudiantes de las ciencias económicas con los que intercambió sobre el estado de cosas de la economía cubana actual. Que tengan cuidado mis colegas, igual sin comerla ni beberla los acaban culpando de todos los males de la economía cubana, que son muchos y complejos.
El encuentro se celebró en la sede de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) como parte de una serie de reuniones de Díaz Canel con diferentes sectores sociales. Según se informa, participaron representantes de centros de investigación de la economía de la capital, directivos de la ANEC, miembros de la Universidad de La Habana (profesores de las facultades de Economía y de Contabilidad y Finanzas, y estudiantes) y especialistas de estas ciencias de varios organismos. También participó en el evento Joel Queipo, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y jefe de su departamento Económico, y contó con la moderación del ministro de Economía Alejandro Gil.
Esa posición de superioridad moral que exhibe el que gobierna sin límites, sirvió a Díaz Canel para presentar los objetivos del intercambio, como si no fuera con él, y, así apuntó que los objetivos serían “intercambiar sobre la situación en el país, los problemas que tenemos, exponer por dónde están las acciones que el gobierno se ha propuesto y recoger propuestas, ideas, aportes, que nos puedan dar los diferentes sectores”. Todo muy general y adhocrático. Para salir del paso.
Quien esperase en este evento una crítica profesional y técnica a una gestión económica claramente incompetente, se habría llevado una decepción. Sin embargo, en el acto se dijeron cosas y lo que es más importante, se señalaron métodos para resolver esa ecuación que planteó Díaz Canel como algo sin solución.
Quizás por eso, se encargó de dejar claro que el debate debería servir “para consolidar lo que hemos venido haciendo, y proyectarnos en otras acciones”, ni una sola crítica, ni un argumento que se salga del guion de los congresos comunistas. No hay espacio para discrepar y punto. Todas las referencias a “debates, acuerdos o consensos” sonaron a coco vacío.
Lo cierto es que la participación de la ANEC “en las tareas que acomete el país, como lo han hecho durante todos estos años” no se encuentra bien definida, al menos en términos técnicos y de la profesión. Cierto es que se ha planteado la necesidad de mejorar la capacitación, pero eso es como reconocer que lo que se estudia en las facultades de economía es inútil y no sirve de nada.
Una lástima, porque si bien es cierto que el aprendizaje a lo largo de la vida es fundamental para el desempeño profesional, sobre todo en el ámbito de disciplinas sociales como la economía, el argumento a favor de la capacitación quizás no quedó suficientemente claro.
¿A quién hay que capacitar? ¿A los jóvenes que acaban los estudios y se lanzan al ámbito laboral? ¿No sería mejor capacitar primero a los profesores y formadores que quizás no se hayan despegado del paradigma dominante del modelo económico marxista y leninista?
En realidad si a ese cuerpo académico no se le actualizan sus conocimientos (lo cual exigirá desaprender para volver a aprender) lo más probable es que siga con la teoría del valor de Marx, los principios que sostienen la caída de la tasa de acumulación y la desaparición del capitalismo, sin percatarse que todo el modelo teórico y conceptual que está detrás de El Capital hace varias décadas que dejó de existir entre las piedras del muro de Berlín derribado por masas proletarias que querían prosperar y vivir mejor. Si no se reconoce esta cuestión, va a ser muy difícil para la academia “comprender las esencias de las medidas y de las políticas que se están adoptando, las particularidades que tienen estas medidas y saber aplicarlas por cada uno de los actores económicos”.
Los economistas cubanos defendieron en el evento "un mayor espacio para las empresas de servicios profesionales en el área económica", incorporando incluso a los estudiantes universitarios. Ahora tienen una oportunidad de oro para lograrlo si promueven la creación de Mipymes en este ámbito, en el que cabe esperar una cierta flexibilidad de las autoridades y que no hagan como con arquitectos o periodistas a los que se prohíbe el ejercicio por cuenta propia.
¡Qué gran cosa es que en los Lineamientos se establezca nada más y nada menos que el perfeccionamiento de la contabilidad de las entidades! Estamos salvados. Sinceramente, ser economista en Cuba entraña riesgos. Los profesionales declaran que para que las empresas avancen “necesitan una contabilidad que sea sustento de transparencia, de rigor profesional, de oportunidad” y que esté aprobada en los Lineamientos. Si no es así, mejor olvidarse.
Después de esta introducción llegaron algunas intervenciones que confirman lo expresado antes. Los comunistas cubanos deberían prestar más atención a la economía.
Carlos Manuel Pérez Cueva, economista, profesor de la Universidad de La Habana durante varios años es actualmente director general del Jardín Botánico Nacional, JBN. En su intervención mostró que con una buena gestión se pueden conseguir avances y resultados en una entidad estatal. Durante 50 años el JBN fue subsidiado por el estado, situación que ha empezado a revertirse desde 2019, caminando a la auto sostenibilidad. Ello por medio de un programa de gastos propios y cada vez mayores, a través de procesos inversores constantes ante cada una de las oportunidades que se presentan. Pérez Cueva defendió algo que parece razonable, “la necesidad de que el Plan de la Economía debe defender las inversiones estratégicas y liberarse de las que no sean fundamentales” a la vez que lanzó críticas a los numerosos controles que se aplican a los agentes estatales como él.
Alfredo García Jiménez, director del Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (INIE), adscripto al Ministerio de Economía y Planificación (MEP), reflexionó sobre el desarrollo del turismo mundial y nacional en las condiciones actuales. El mensaje fue menos optimista que el que se mantiene en este blog y vino a decir que los pronósticos de los organismos internacionales indican que la recuperación del sector no será posible hasta dentro de cuatro o cinco años y esta realidad, de la cual Cuba no está ajena, “debe imponer una revisión de las estrategias de inversión, de las capacidades disponibles y de la demanda”. ¿Oído en cocina Marrero y dirigentes empresariales verde oliva?
Carola Salas, directora del Centro de Investigación de la Economía Internacional de la UH, comentó por su parte la situación de la inversión extranjera en el país y la captación de flujos de financiamiento externo. Dijo que en el financiamiento externo se ha avanzado, pero sin la celeridad que el país requiere y lo mismo ocurre con la inversión extranjera. Aquí hubo la primera referencia al bloqueo de toda la sesión y la verdad es que fue poco afortunada desviando la atención del asunto principal.
Según la economista, este no es otro que “el lento proceso que se sigue en Cuba para insertar en nuestras normativas los requerimientos necesarios para incentivar a que el inversionista extranjero coloque su capital en un país muy riesgoso, como Cuba; y esto se puede hacer, pero exige asumir políticas más atractivas, con incentivos focalizados y diferenciados para cada inversor”.
Valiente la señora Salas que utilizó el argumento de los vínculos de la inversión extranjera con los proyectos de desarrollo local, para defender que “todas las personas cubanas que residen en el exterior puedan crear alianzas estratégicas con los de dentro de la isla”. Imagino a Díaz Canel escuchando este tipo de verdades, entre las que se citaron también los bonos y las remesas que en opinión de la economista no se han desarrollado apenas como instrumento de financiación.
¿Y qué dijo Díaz Canel después de este chorreo de una docena de intervenciones más o menos en la misma línea?
Nada. Partió de una “fría caracterización del momento en que estamos” porque realmente tiene muy poco que decir y se le acumulan los datos negativos. Por eso, habló de “atraso en la administración pública y en la gestión y administración empresarial en el país” sin reconocer el verdadero origen del atraso, que no es otro que el modelo social comunista que impuso en la constitución de 2019.
Díaz Canel ha perdido el oremus, y ante los economistas defendió la necesidad de “potenciar la gestión de gobierno” reconociendo que detrás de la misma están los fracasos de la Tarea Ordenamiento, a la vez que lanzó balones fuera al afirmar que hay que “informatizar la sociedad, desarrollar la comunicación social y que buscar las respuestas en la ciencia y la innovación es lo adecuado”. No es cierto. Lo que se tiene que hacer es abrir más espacios a la actividad económica privada e ir olvidándose de su sistema fallido.
Para Díaz Canel todo se reduce a un problema de comunicación porque “si no nos comunicamos bien estamos fracturando las esencias de lo que nos hemos propuesto”. Increíble pero cierto. Los problemas de la economía son de comunicación, que venga Keynes y lo confirme. De hecho, si hubieran comunicado la Tarea Ordenamiento, otro gallo cantaría. Dicen que hay que hacer justo lo que no hacen.
Díaz Canel defendió ante los economistas la participación, que es el otro problema de la economía y que pasa, según él, por varios momentos. Habría que ver cuándo y cómo esos momentos se respetan por el régimen cubano, porque mucho nos tememos que ni se crean espacios para que la gente hable, ni se establecen mecanismos libres para la participación, y cuando llega la transparencia todavía es peor porque las cosas se implantan y punto. No se sabe bien qué tipo de perfeccionamiento quiere realizar Díaz Canel si luego, su régimen no respeta estos principios.
Y, ¿Cómo no? El momento estelar del bloqueo llegó y de qué modo, en forma de ese mensaje desgarrador que tan beneficioso resulta para el régimen comunista cubano, recibiendo donaciones de numerosos países para evitar la hambruna de la población. En realidad, la pandemia, descontrolada, es una amenaza mucho más grave para la economía cubana que el bloqueo o embargo, por mucho que Díaz Canel lo quiera introducir en lo que llama “ecuación de la economía cubana” cuya complejidad es muy grande, y si no se corrige los meses venideros serán mucho peores.
Al respecto, defendió las medidas adoptadas por el gobierno recientemente, como las acciones adoptadas en la agricultura; la pronta apertura de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes); las inversiones en el sistema electroenergético nacional, incluido la flexibilización para la importación, sin aranceles, de equipos que aprovechan las fuentes renovables de energía; el desarrollo de vacunas contra la COVID-19 que beneficiarán en primer lugar a nuestro pueblo; y la esperada reanimación de la actividad económica tanto del sector estatal como no estatal. Todas estas medidas son para Díaz Canel un acierto y van dirigidas a mejorar la situación actual. Ningún economista habló para dar su criterio, ya no era el momento. Una lástima.
Si las reuniones generaran riquezas nosotros seriamos más ricos que Suiza
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