Marrero, Fidel Castro y Nazareno: a vueltas con la moringa
Elías Amor Bravo economista
Más de cien referencias a “Fidel” inundan la prensa oficial comunista en un día como hoy. En este blog ni se recuerda ni se hará testimonio alguno de la obra del dictador comunista cubano, pero en la abundante maraña de informaciones hemos encontrado una que merece ser atendida.
La historia se publicó en Cubadebate, y estoy seguro que en breves días habrá desaparecido, porque no tiene el menor interés. De algún modo, trata del homenaje particular del jefe del gobierno Manuel Marrero el 13 de agosto a Fidel Castro Ruz.
Y para ello, no se le ocurrió otra cosa que realizar una visita a la unidad básica de producción Nazareno, fundada a finales de 1963 por Castro, y que se ideó en aquel momento como finca experimental para el desarrollo de tecnologías agrícolas. Eran los primeros años de la llamada “revolución” y los mismos problemas de ahora, de falta de alimentos, ya empezaban a aparecer con intensidad obligando al régimen a adoptar la odiosa libreta de racionamiento.
Pero en los años anteriores, no había sido así, y los cubanos disfrutaban de todo tipo de alimentos en sus comercios. Entonces, ¿Por qué ocurrió el desastre? Muy fácil. Las expropiaciones y confiscaciones de fincas, la expulsión del país de empresarios agropecuarios, el traspaso y concentración de toda la propiedad a manos del estado y la creación de un nuevo modelo económico marxista leninista, se encargaron de destruir en menos de dos años lo que había sido un sector agropecuario fértil y productivo.
Después, sin resistencia alguna en el campo, Fidel Castro se dedicó a sus experimentos, como Ubre blanca, como aquella “vaca chiquita que iba a dar más leche” que las grandes, o el café cultivado a cielo abierto en el área metropolitana de La Habana, y otras más terribles, como la escuela al campo, las granjas de la UMAP y todo ello aliñado y dirigido desde un organismo burocrático e ineficiente como el que más, denominado inra, y presidido, cómo no, por Castro.
Marrero se ha ido a Nazareno, en cierto modo, a recordar aquellos desmanes castristas que continúan impidiendo a los cubanos comer de forma normal como a los habitantes de cualquier país. Nazareno podía haber salido bien, como experimento, pero no ocurrió.
Su adscripción al estado y la dirección de la explotación por el departamento de ciencia, tecnología e innovación (ECTI) Plantas Proteicas, lo convirtieron en un “experimento” administrativo en toda regla, uno más de los muchos que, por apartarse de lo que realmente se tiene que hacer en una economía, han sido un fracaso absoluto. Fracaso que, además, se mide con facilidad, a ver ¿ha servido alguna de las iniciativas y desarrollos científicos de Castro para mejorar la alimentación de los cubanos? ¿ha contribuido a ello Nazareno en alguna medida?
Imagino la sensación de fracaso del dirigente comunista en su última visita a la estación experimental entre 2011 y 2016, cuando se dedicaba a explicar las enormes ventajas de la moringa, para, según dicen en Cubadebate, “supervisar en el terreno y orientar nuevas tareas para estos estudios”. Ese fue el gran castigo merecido para quien tantos errores cometió en su desaforada ambición de poder y de transformar una realidad que funcionaba mucho mejor que como él la dejó. La obra de Castro se tiene que revisar con parámetros objetivos, para situarla en lo que realmente ha sido, una auténtica vergüenza y un despilfarro de dinero que no sirvió para que Cuba y los cubanos mejorasen sus condiciones de vida.
De ahí que Marrero no pudo elegir peor espacio para rememorar la obra del dictador que Nazareno. Este tipo de decisiones de la cúpula dirigente cubana se tiene que analizar con todas las claves posibles, porque el séquito de autoridades y dirigentes del que se hizo acompañar Marrero en la visita a la estación agrícola ofrece una buena idea de en qué condiciones se encuentra el régimen comunista cubano.
El séquito estuvo integrado por la primera secretaria del partido comunista en Mayabeque, la gobernadora de la provincia, y la directora general del organismo ECTI del que depende la finca de San José de las Lajas. Ante estas dirigentes comunistas, Marrero tuvo palabras de reconocimiento para Castro al señalar que “desde 1963, año en el que yo nací, ya estaba el comandante en jefe Fidel Castro, en una casa de campaña, soñando en estos parajes, soñando una gran idea que poco a poco fue desarrollando”. Tal vez habría sido mejor que no lo hubiera hecho viendo todo lo sucedido en perspectiva.
Dando fe de lo ocurrido, Marrero no hace otra cosa que solidarizarse con la cultura del fracaso que empezó con Castro, además la hace suya, y en cierto modo, viendo todo lo que se encuentra en aquel recinto de Nazareno, lanza a sus interlocutores un mensaje que causa escalofríos y que diría más o menos lo siguiente: si el comandante con lo que era fracasó en cosas como esta de Nazareno, y le hemos perdonado, tengan con nosotros un sentimiento similar. Lo necesitamos y les daremos las gracias si nos otorgan el mismo apoyo. De fracaso en fracaso, y tiro porque me toca, como en el juego de la oca.
Marrero incluso justificó cómo Castro convirtió aquel experimento en un fracaso desde que se propuso su creación, y señaló, entre otros, “convertirlo en un gran laboratorio, romper barreras, buscar soluciones, apelando a los principales protagonistas, el campesino, el trabajador agropecuario, que iban haciendo realidad esos sueños, y en coordinación con los científicos, que aportaron ideas y se quedaban aquí para combinarlas con la práctica, con la realidad”.
Era evidente que la receta no podría salir bien, porque todo el experimento no tenía en cuenta lo fundamental de cualquier actividad económica que no es otra cosa que satisfacer las necesidades de los consumidores. Allí se producía para que Fidel estuviera contento y comprobase que sus ideas calenturientas se iban cumpliendo, y por ello, a nadie le interesaban los resultados. Por eso, 58 años después, los cubanos carecen de alimentos suficientes si no hay divisas para importar.
Marrero además dijo sentirse orgulloso de que en Nazareno se materializaran las ideas de Castro y comprobar cómo esas experiencias se generalizan en el país, empezando por las plantas proteicas, la genética y la producción de alimentos en toda su amplitud. La moringa, volvió de nuevo a la palestra. En opinión de Marrero, la mejor manera de homenajear a Fidel “es mantener vivas esas ideas, seguir demostrando que todo esto es posible, y haciendo realidad cada uno de sus experimentos”.
Y en este punto, el primer ministro se dio cuenta de que por allí habían algunos jóvenes La verdad es que no se vio ninguno en el reportaje de Cubadebate, pero a ellos se dirigió para decirles que son parte de la finca Nazareno si van haciendo suyas esas experiencias, esas ideas y “empiezan una verdadera continuidad de toda esta obra de Fidel”, como si a los jóvenes cubanos de 2021 les interesara algo de Fidel que ya pasó a mejor vida hace cinco años y empieza a ser un punto perdido de la historia, al que rendir homenajes, como hizo Marrero, tiene cada vez manos interés.
Los sueños de Castro con su “revolución” han acabado siendo una pesadilla para todos los cubanos, en particular para los más jóvenes, que ya se han cansado de esperar por un “hombre nuevo” que nunca llegara. Los sueños de Fidel no se han conseguido, y, en realidad, cuando dejó este mundo en 2016 la economía que heredaron las nuevas generaciones de cubanos eran mucho peor que la recibida por él en 1959.
La revisión en profundidad de las fuentes históricas que habrá que realizar por un gobierno democrático cubano llevará a esta conclusión en la que las “cosas de Fidel” que tanto elogian los actuales comunistas, se situarán en sus términos justos de balance y valoración equilibrada y objetiva. Esto provocará una nueva historia de la Cuba posterior a 1959, los comunistas lo saben y por ello, aprovechan con los medios de la propaganda que tienen a su disposición, imponer su visión, pero en esto también fallan porque en Cuba nadie se cree este tipo de cosas. Y mucho menos que los experimentos de Fidel sirvan para algo, y que se tengan que aplicar y generalizar.
Marrero podría haber elegido otro lugar para recordar a Castro. La decisión estaba calculada. Nadie da puntada sin hilo en el régimen castrista, pero le salió el tiro por la culata. Durante el recorrido con su séquito más de uno se debió hacer la eterna pregunta ¿Cómo es posible que tan buenos que somos y que nos hizo Fidel cuando salgamos de aquí tendremos que ir a hacer cola para comprar dos o tres boniatos?
Si en este tipo de estaciones experimentales se investiga tanto y se hacen tantos experimentos, por qué los resultados no se trasladan a la realidad económica del campo cubano en forma de más producción que no exija importar alimentos por más de 2.000 millones de dólares al año, que ahora no se tienen. ¿Para qué tanto experimento?
Marrero no se equivocó, actuando cara a su propia galería. A los comunistas que quedan, este tipo de cosas les gustan. Saben a ciencia cierta que se equivocaron apostando su vida a Castro, pero ahora es tarde. Con los jóvenes ocurre otra cosa, y lo más probable es que todos estos experimentos e innovaciones, se vean como sucesos absurdos carentes de toda racionalidad, que impiden a la economía cubana funcionar mejor.
Recordar a Castro con el sector agropecuario como referencia tiene poco recorrido. Con esta visita, no cabe duda que Marrero busca congraciarse con el ala dura comunista, pero sabe que todo lo que se hizo en Nazareno sirve de bien poco para dar a comer a los cubanos. La moringa incluida.
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