Las razones del fracaso de la economía cubana (II)
Elías Amor Bravo economista
El análisis sectorial de la economía cubana en 2020 es un buen indicador del mal funcionamiento de la economía.
El PIB de la economía cubana cayó un 10,9% en 2020
según se informó en el Anuario Estadístico de la ONEI recién publicado. Esta
cifra es mejor que la estimación oficial ofrecida por el ministro de economía en la Asamblea nacional a
finales de 2020, cuando situó la caída del PIB en un 12%. La conversión de
estimaciones, en datos provisionales y de ahí a definitivos es una práctica que
se encuentra extendida en todos los países ya que durante el ejercicio se van
incorporando datos procedentes de distintas fuentes que sirven para ajustar la
estimación final. Y este parece ser el caso, con respecto al dato ofrecido por
el ministro el PIB de la economía cubana en 2020, que acabó cayendo un punto
porcentual menos.
Hechas estas previsiones, en este trabajo se analiza
la contribución sectorial a este deficiente resultado de la economía, y al
realizar el análisis se observa una notable disparidad entre los mismos, lo que
confirma que la coyuntura está siendo más complicada para unas actividades que
para otras, sin que la acción del gobierno haya conseguido alguna compensación o equilibrio, más bien lo contrario.
Para ello, se cuenta con el dato relativo a la evolución del PIB en
precios constantes, a fin de corregir el efecto de la inflación que en 2020 se
incrementó al 18,5% según datos oficiales.
Si ello se tiene en cuenta, el PIB del sector
agropecuario cayó un -23,5% en 2020, duplicando la tasa media de la economía
del 10,9%; la pesca lo hizo en un -3,5%. Los dos juntos combinando las
distintas aportaciones sectoriales al PIB, un -22,8%. En particular, la
contracción del sector agropecuario ha sido especialmente intensa y se ha
extendido a lo largo del período 2016 a 2019, con un -0,9%.Sin embargo, su contribución al resultado final se encuentra condicionado por el hecho que la agricultura apenas supone el 6% del PIB total.
Quizás por ello, los motivos que explican este mal funcionamiento de la agricultura hay que situarlos mucho
más allá de la influencia de la pandemia y los confinamientos, para llegar al
origen del problema en la ausencia de divisas, con su efecto negativo sobre las
importaciones de bienes intermedios, tecnología, abonos, fitosanitarios que no
se fabrican por la industria nacional y que son imprescindibles para animar las
cosechas. También se hace preciso atender al marco jurídico de derechos de
propiedad de la tierra dentro de un plan de reformas estructurales que debe
llegar.
El PIB de la industria azucarera marcó un descenso
del -11%, en este caso, con el agravante de que este sector entre 2016 y 2019
ha disminuido a una tasa del -3% anual, de modo que su proceso de contracción
se ha acelerado notablemente en 2020, sentando bases muy negativas para años
venideros. El azúcar se ha convertido en un recuerdo perdido en la memoria.
La industria manufacturera vio retroceder su PIB un -14,7%.
En 2019 lo había hecho en un -7%. Entre 2016 y 2019 este sector ha registrado
una tasa promedio negativa, del -3,1% claramente contractiva que, como el azúcar, se ha
visto acrecentada en 2020. Los niveles de la industria manufacturera cubana, vistos en la perspectiva de largo plazo, apuntan a una clara desindustrialización de país.
El PIB de la actividad de Suministro de electricidad gas y agua cayó un
-6% y cambio su tendencia del período 2016 a 2019, que fue positiva, aunque
modesta, con un crecimiento medio del 0,8%. Los apagones y la pésima calidad de
los servicios públicos tienen mucho que ver con esta evolución.
Tan solo la minería y la construcción registraron
tasas positivas de crecimiento del PIB en 2020, con un 0,7% y un 0,5% respectivamente.
La minería de 2016 a 2019 había registrado una tasa media del -5,8%, que
prácticamente la había hundido en términos de resultados, beneficios y empleo,
y en 2020 cambió la tendencia como consecuencia de la fuerte demanda internacional
de minerales con origen en el boom de China.
Por su parte, la construcción había tenido un
comportamiento dinámico entre 2016 y 2019 con un crecimiento medio del PIB del
5,8% que se frenó bruscamente en 2020, con ese 0,5% registrado.
En el conjunto de los servicios de la economía, el PIB descendió em 2020 un -10,5% con las caídas más significativas en las actividades de Educación (-28%) Hoteles y restaurantes (-24%) y Comercio (-12%).
El PIB de la Educación había estado creciendo de 2016 a 2019 a un ritmo promedio modesto,
0,3%, de modo que el desplome de 2020 está relacionado con los confinamientos de
los alumnos en sus casas y la paralización de la formación presencial sin que la online la sustituya. El PIB de
hoteles y restaurantes había crecido entre 2016 y 2019 a un 4,8% anual de
media, generando un importante aumento de actividad privada y estatal en el
turismo. El brusco descenso de 2020 tiene que ver con el freno a los viajes
internacionales y afectó de igual modo a todos los países especializados en
turismo que han ido saliendo de esta situación en la medida de sus posibilidades, pero Cuba no. Por otra parte, el Comercio cayó en 2020 un -12,2% después de haber
experimentado un retroceso del -1,1% entre 2016 y 2019.
Además de estas actividades que registraron los
descensos más significativos del PIB en servicios, se destaca Salud pública y
asistencia social que, pese a la incidencia de la pandemia, redujo su PIB un
-9,8% con respecto a 2019, lo que no se consigue entender del todo si se
plantea como estrategia presupuestaria contra la pandemia, dada la absoluta dependencia de este servicio del presupuesto del estado, y más aun cuando
esta actividad creció a una media del 3,5% entre 2016 y 2019.
Cultura y deporte vio descender su PIB un -8,6% en 2020,
lo que puede estar relacionado con la reducción de este tipo de actividades
tras la pandemia y los confinamientos de la población.
Del mismo modo, la influencia de la paralización de
actividades provocó una caída del PIB en transportes, almacenamiento y
comunicaciones del -4,8% después de haber registrado una evolución más favorable
desde 2016 a 2019 con un crecimiento promedio del 3,9%.
Dentro de los servicios, las actividades que
experimentaron un menor descenso del crecimiento del PIB fueron Servicios empresariales,
con -1,1%, una tasa que se puede considerar favorable en un ejercicio como
2020, y la otra actividad que resistió la pandemia fue la Administración
pública, y defensa que solo descendió un -1,8%. Finalmente, la única actividad de
Servicios que arrancó cifra de crecimiento a su PIB en 2020 fue Ciencia e
innovación tecnológica, con un 0,3%.
De la descripción anterior, se puede concluir que la
planificación central comunista, como instrumento principal de política
económica, tiene poca capacidad para ordenar un crecimiento equilibrado de la
economía como ponen de manifiesto los datos. El fracaso es más que evidente y la acción del presupuesto no consigue ejercer una acción positiva sobre las tendencias del entorno. En años complejos, el mecanismo
intervencionista estatal, lejos de estabilizar la economía, provoca notables distorsiones sectoriales que tienen a
maximizar los efectos de los daños. Ocurrió durante el “periodo especial” y ha
vuelto a ocurrir en 2020 con la pandemia del COVID-19, pero sobre todo en 2021
con la aplicación de la Tarea Ordenamiento.
La escasa adaptación y/o flexibilidad de la
planificación central comunista a los cambios inesperados de la coyuntura
económica se convierte en un freno que arrastra, en vez de dinamizar, el
potencial de las fuerzas productivas de la economía que se encuentran en el
sector privado. Menos planificación central y más mercado sientan las bases de
una actuación en materia de política económica más responsable, eficiente y,
sobre todo, creíble.
Los resultados producidos en 2020 no pueden ser
peores, sobre todo por cuanto suponen de referencia para los años siguientes. En
2020 no solo la economía cubana ha tocado fondo, por vez primera desde los tiempos del período
especial, es que, además la dinámica sectorial de la economía cubana ha saltado
por los aires en 2020. Y eso deja una pésima herencia para gestionar.
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