¿Está preparada la sociedad cubana para financiar las energías renovables con sus propios recursos?
Elías Amor Bravo economista
El espacio televisivo Mesa redonda en que se abordó el análisis de las recientes medidas adoptadas por el gobierno para autorizar a las personas naturales la importación sin fines comerciales de sistemas fotovoltaicos, sus partes y piezas, realmente parecía una película de ciencia ficción de la serie negra, o más bien, una ópera bufa en la que el protagonista, la ministra de Finanzas y Precios, no hace más que desentonar una tras otra las canciones. Imagino el aburrimiento de mis compatriotas y entiendo que, al menos esta vez, apagaran la televisión u dieran la espalda a Randy, que, si se ahorra algo de electricidad, mejor.
Previamente, la ministra informó de la Resolución de su ministerio, la número 309 del pasado 15 de julio, 4 días después de las protestas sociales que sacudieron el país, y que exonera del pago de aranceles a las personas naturales por la importación de productos de aseo, alimentos y medicamentos. Al parecer hay datos de que las importaciones realizadas por personas que viajan al exterior para realizar estas funciones van en aumento, y precisamente de ello va otra nota en Cubadebate [1].
Según datos oficiales, entre el 19 de julio y el 2 de agosto, los viajeros que llegaron a Cuba a través del Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, trajeron consigo 4.620 equipajes, que contienen artículos de aseo, medicamentos y alimentos. Esto representa un total de 112 toneladas, desde que entró en vigor la medida que autoriza importar los productos citados como equipaje acompañado sin límite de valor y sin pagar aranceles.
Además, dado que el Aeropuerto recibe en estos momentos un promedio de entre 5 y 6 vuelos diarios y las principales importaciones de aseo, medicamentos y alimentos proceden de Estados Unidos, España, República Dominicana, Panamá, Venezuela y Colombia, el acumulado puede crecer de forma importante en los próximos meses.
La primera reacción del régimen a la situación de parálisis existente en la economía nacional ha sido abrir puertas al exterior, apostando por medidas de carácter arancelario que ya están vigentes porque fueron publicadas en las gacetas extraordinarias 67 y 68, y que van a tener un impacto directo sobre las finanzas públicas. Ahora, la autorización a importar los equipos de energías renovables se añade como objetivo “complementar la política del país, regulada mediante el Decreto Ley 245, para desarrollar y potenciar las fuentes de energía renovable en Cuba y que ganen mayor participación en la matriz energética nacional”.
¿Lo lograrán? De esto va la Resolución 319, que exime del pago de los aranceles de aduana a las personas naturales, por la importación sin carácter comercial de sistemas solares fotovoltaicos, sus partes y piezas fundamentales, cumpliendo con lo dispuesto en la Resolución 206/2021 del ministro de Energía y Minas.
Esto se une a la Resolución 322 del MFP, que también libera del pago de aranceles de aduana a las personas naturales por la importación sin carácter comercial de otros equipos que aprovechan las fuentes renovables de energía o que tienen una mayor eficiencia energética, además de sus partes y piezas fundamentales, cumpliendo con lo dispuesto en la Resolución 208/2021 del ministro de Energía y Minas.
Una vez más el régimen quiere poner en funcionamiento la economía a golpe de normas, resoluciones y disposiciones administrativas, sin entender que previamente a esa normativa tan abundante y compleja, deben existir unas relaciones económicas basadas en la necesidad y la libre elección, que las justifiquen, y no al revés. En suma, si lo que se pretende es estimular que las personas que puedan tener acceso a estos sistemas renovables lo hagan, y en la estrategia está en su momento incrementar las ventas de los equipos en el país y que realmente puedan sustituir el uso de la energía eléctrica por este tipo de fuente energética, la cosa no será tan fácil, y lo más probable es que podemos estar ante otro experimento fallido en este intento del régimen de revitalizar la economía.
La ministra justificó la decisión del gobierno con un razonamiento que bien podría aplicarse a todos los productos que se necesitan en la economía. Según ella, antes de las medidas quien deseaba importar un equipo de renovables se encontraba con la limitación económica de valor para otros productos, establecida en 1.000 pesos en la importación por personas naturales.
Ahora se permite todo, es decir, que haya personas que puedan traer alimentos, medicamentos y aseo de forma diferenciada y también un equipo de esta naturaleza, que no le contará, siempre que lo traiga como pasajero, dentro de la cuantificación de los 1.000 pesos. Decisión que, según la señora Bolaños, forma parte de las medidas de la estrategia económica destinadas a incentivar mayores producciones de bienes y servicios. Realmente, si los productos se traen del exterior, poca producción nacional se podrá estimular con ello.
O expuesto de otro modo, la ministra cree que las exoneraciones de impuestos a todo tipo de productos pueden compensar el incremento en los costos y precios de la importación de los mismos y esa reducción de costes en la cadena de comercialización permite incentivar y adquirir la misma cantidad o un poco más de esas mercancías.
Es decir, se pretende estimular la economía exonerando del pago del impuesto aduanero a las entidades cubanas autorizadas a prestar el servicio de importación a las formas de gestión no estatal (FGNE), por la importación de insumos y materias primas que estas contraten para el ejercicio de sus actividades, incluyendo la consignación para su venta en plaza a las FGNE, hasta el 31 de diciembre de 2021.
Esta es la contradicción más grave y pertinaz del gobierno comunista, que anda por un sitio proclamando la necesidad de potenciar la producción nacional y sustituir importaciones, y por el otro lado, aceptando reducciones de impuestos y aranceles para facilitar que entren productos del exterior. ¿En qué quedamos? Al final estas contradicciones acaban paralizando la economía, porque nadie sabe bien a qué atenerse. Extender estas políticas que pueden funcionar a corto plazo con alimentos, medicinas o aseo, al conjunto de los equipos de energías renovables entraña riesgos y, además, muy graves. ¿Está la economía y sociedad cubana para apostar por la electricidad no renovable con sus propios recursos?
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