A vueltas con el fracaso de la venta normada y controlada en Cuba: ¿hasta cuándo?

Elías Amor Bravo economista

Una nota informativa en Granma señala que “en el contexto de la crisis económica internacional que también impacta a Cuba y debido a problemas en la disponibilidad de materias primas en la industria, en el mes de abril habrá afectaciones en la distribución de productos normados y controlados de la canasta familiar”. Otra vez. Sin previo aviso y en el primer día, cuando miles de personas que no tienen capacidad adquisitiva para acudir a las tiendas en MLC están esperando el donativo del gobierno, las autoridades se destapan con este anuncio que pone los pelos de punta y lleva a pensar que lo peor está aún por llegar.

En realidad, este cuento es bien conocido por los cubanos porque si hay algo que funciona francamente mal en el modelo de economía comunista de Cuba es la distribución normada y controlada de productos.  Un mecanismo que nunca ha satisfecho las necesidades de la población y que, con el paso del tiempo, en vez de mejorar ha ido cada vez a peor.

El Ministerio del Comercio Interior, Mincin, responsable de la distribución de productos normados y controlados, ha sido históricamente incapaz de garantizar un suministro estable de los productos que están intervenidos por el régimen comunista. Se da la situación que estos mismos productos, ausentes en las tiendas estatales, se pueden encontrar en los mercados informales y en las tiendas en MLC; pero claro, a unos precios muy elevados que se establecen por la carestía. 

Este es el origen del desastre: la insuficiente oferta de algo que ha sido prometido de antemano, y que se financia, y esto es lo realmente grave, con subsidios del presupuesto del estado que pagan con sus impuestos los destinatarios de los productos normados y controlados.

Esa es la “circularidad viciosa” del régimen comunista y nadie debe estar engañado. Si los productos normados y controlados se entregan a precios bajos, no es porque el gobierno regale nada; la razón está en que han sido previamente subsidiados con generosas asignaciones procedentes del presupuesto estatal, que tampoco se nutre con el maná caído del cielo, sino que sus recursos proceden de los impuestos pagados por los ciudadanos y las empresas, que son de los más elevados del mundo.

En todo ese engranaje fracasado y dominado por una ideología que no sirve para el funcionamiento de una economía, el estado interviene para hacer que las cosas funcionen incluso, peor. La experiencia confirma que el mercado, con diferencia, asignaría estos recursos de forma más eficiente. Pero en Cuba, ya se sabe, el partido-gobierno-estado domina la economía con criterios ideológicos, y no quiere perder ese papel.

+De modo que el aviso del Mincin de que la distribución del arroz, los frijoles, el azúcar, el café, los huevos, los módulos alimentarios y los productos de aseo se retrasa ha supuesto un duro golpe para mucha gente, que esperaba poder llevarse algo para comer los primeros días del mes.

Y claro, ante una situación de absoluta falta de productos, que el ministro de economía explicó el otro día en el consejo de ministros, las autoridades, en prevención de un estallido social, toman la decisión de empezar a distribuir poco a poco la mercancía, en pequeñas cantidades. Peor. Mucha gente pensará que la reducción de la cuota es total y los ánimos se calentarán más aún.

La decisión adoptada de comenzar el suministro de la canasta familiar normada de productos fundamentales en pequeñas cantidades es un exabrupto de última hora, que a nadie va a convencer. Imaginemos lo que pensará un cabeza de familia, de los que viven en las provincias en que se van a fraccionar las entregas, cuando le suministren solo cinco libras de arroz y le informen que las dos libras restantes se completarán, en la primera decena del mes. Pues seguro que nada bueno, pero temeroso de exigir sus derechos, bajará la cabeza y se resignará, pese a que él, con su trabajo y esfuerzo, está pagando los sueldos de la pléyade de burócratas que se encargan de fracasar, mes tras mes, en la distribución de productos normados y controlados en Cuba.

El Mincin advierte también que se entregarán chícharos (los eternos chícharos que recuerdo con bastante desagrado de los años de mi infancia) en sustitución del frijol en unas provincias, y no en otras, en tanto que el azúcar está en distribución y no existen dificultades para su completamiento dentro del mes. Faltaría más. Por muy mal que esté la industria del azúcar, Cuba sigue siendo un productor principal de azúcar, y no debe faltar en el consumo nacional.

Al parecer se asegura la distribución del café durante el mes de abril, a partir de las entregas de la industria, aunque, como ya se expuso en otra entrada anterior del blog, en envases sin litografiar, debido a los retrasos en la importación del embalaje habitual. Es increíble que el régimen comunista en 63 años no haya tenido tiempo ni interés en crear empresas que se encarguen de los diseños de los envases. Con la distribución de huevos, se garantiza el per cápita normado y la venta controlada, similar al mes de marzo. Es decir, pocos.

Se anuncia que una “tercera distribución” de módulos formados por arroz, pastas alimenticias, azúcar y sardinas continúa en las provincias de La Habana, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba, y que de forma gradual se incorporarán otros territorios, en correspondencia con los arribos. Ojo. Se trata de arroz, pastas, azúcar y sardinas. No son productos de alta tecnología ni complejos de obtener, son productos que se encuentran en cualquier supermercado o punto de venta en Madrid, Santo Domingo o Hialeah, eso está de sobra decirlo, pero en Cuba, se entregan mediante distribución normada, y por ello, son “estratégicos” para el régimen.

Con respecto a los productos de aseo, habrá que volver a las tiendas en MLC o los proveedores informales que cobran en dólares, porque el Mincin anuncia que se distribuirán teniendo en cuenta la disponibilidad de la materia prima, por lo que se repartirá jabón de tocador por composición de núcleos. De lo demás, nada se ha dicho. Además, ese tipo de venta de jabón deja a muchos núcleos sin nada.

Y si con la venta normada, la situación pasa por ser de las peores de los últimos meses, con relación a la venta controlada, la cosa no está mejor. De modo que el Mincin ha dicho que los núcleos integrados por un consumidor recibirán una pastilla de jabón; los de dos consumidores (dos pastillas), tres y cuatro consumidores (tres pastillas), cinco consumidores (cuatro pastillas), seis consumidores (cinco pastillas), siete y ocho consumidores (seis pastillas), nueve consumidores (siete pastillas), diez consumidores (ocho pastillas) y 11 o más consumidores (diez pastillas). En el caso de los pacientes del programa de postrados e incontinentes se aseguró el jabón de lavar.

La nota de Granma insiste en que el Ministerio de Comercio Interior mantiene como prioridad asegurar la distribución de los productos de la canasta familiar y otros de venta controlada, pero a tenor del contenido que presenta cabe concluir justo lo contrario, y que abril volverá a ser un mes de privaciones para muchas familias cubanas.

¿Tiene esto solución?

Por supuesto que sí, la solución pasa por devolver al consumidor cubano la libertad de elección y suprimir los métodos de distribución intervenidos y planificados, dejando al mercado la asignación de recursos. 

Al mismo tiempo, las empresas que reciben subsidios del presupuesto estatal porque producen a precios elevados, tienen que dejar de percibirlos, para que ese dinero se pueda destinar a mejorar al menos durante un tiempo, el poder adquisitivo de la población. Para producir a precios bajos deben mejorar su eficiencia y aumentar la escala para producir a los costes unitarios mínimos.

Se trata, como hicieron chinos o vietnamitas, de reducir el peso del estado en la circulación comercial minorista y que el consumo sea una actividad 100% privada. Los colectivos desfavorables pueden seguir recibiendo subsidios directos del estado para atender sus necesidades. 

La integración de un solo mercado general para todos los productos pondría fin a los espacios cerrados y estancos de la distribución normada y controlada, y los comercios de distintos tipos podrían volver a tener oferta abundante, lo que llevaría a moderar los precios para captar clientes y conseguir su fidelidad. Otra economía en la que el consumidor esté en el centro de la misma, y no el estado intervencionista, es posible en Cuba. 

Solo hay que ponerse a trabajar en ella. Acabar con el desastre de la venta controlada y normada puede ser un primer paso.

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